Que no te engañen: la Agenda 2030 destruye la ganadería española

Sánchez y su cambio climático

España, con un peso histórico en la producción cárnica y láctea, se encuentra así en una encrucijada

La Agenda 2030 ganadería española: una amenaza real

La Agenda 2030 destruye la ganadería española y es hoy un tema de máxima preocupación. España, potencia histórica en carne y leche, se encuentra amenazada por objetivos globalistas que ponen en jaque a miles de explotaciones familiares.

Los políticos globalistas del PP y PSOE venden esta agenda como progreso. Sin embargo, sus efectos devastan al campo, generan incertidumbre y provocan la ruina de muchos ganaderos.

Objetivos de la Agenda 2030: teoría atractiva, ruina en la práctica

Tal como se señala en un artículo en el EDATV, el ODS 2 busca el hambre cero. A primera vista suena positivo, pero impone criterios de sostenibilidad y reducción de emisiones que aumentan costes. Para los productores, esto significa menos rentabilidad y más trabas burocráticas.

El ODS 12, sobre consumo y producción responsables, exige procesos más eficientes y reducción de desperdicios. En la realidad, esto obliga a inversiones imposibles para pequeños ganaderos que ya sobreviven con márgenes mínimos.

El ODS 13, acción por el clima, criminaliza directamente a la ganadería. Se señala al sector como gran emisor de gases, sin reconocer que las explotaciones familiares siempre han gestionado el territorio de forma sostenible.

Por último, el ODS 15 pide proteger ecosistemas terrestres. Sin embargo, quienes han mantenido vivo el campo durante generaciones, gracias al pastoreo, son tratados ahora como culpables del deterioro ambiental.

La Agenda 2030 ganadería española ahoga al campo con burocracia y costes

La aplicación de la Agenda 2030 ha disparado la burocracia. Nuevas normativas imponen trámites interminables y exigencias imposibles para quienes viven del campo.

La gestión del agua es un ejemplo claro. Se obliga a optimizar el recurso con restricciones que, en un país azotado por sequías, terminan dejando a muchas explotaciones al borde del cierre.

Los ganaderos denuncian que se enfrentan a inspecciones constantes, sanciones arbitrarias y exigencias técnicas inasumibles. Todo en nombre de una supuesta sostenibilidad que, en realidad, destruye el tejido rural.

La paradoja: quienes cuidan el campo son castigados

Los defensores de la Agenda 2030 ganadería española olvidan un hecho clave: el pastoreo siempre ha protegido la biodiversidad. Los rebaños ayudan a limpiar los montes, reducen el riesgo de incendios y mantienen el equilibrio del paisaje.

En lugar de reconocer ese valor, se criminaliza al sector. Se les acusa de contaminar y se les obliga a pagar por tecnologías carísimas que solo benefician a grandes multinacionales.

Mientras tanto, el abandono del campo crece, los incendios aumentan y los pueblos pierden vida. El discurso progresista olvida que sin ganadería no existe equilibrio ambiental ni empleo rural.

Un sector clave para la economía nacional

España posee un peso histórico en la producción de carne y lácteos. La Agenda 2030 pone en riesgo no solo a miles de familias, sino también a una parte esencial de nuestra economía.

Cada cierre de explotación significa menos empleo, menos futuro para los pueblos y más dependencia de importaciones extranjeras. La soberanía alimentaria se pierde mientras se sacrifican nuestros productores en nombre de intereses globalistas.

La paradoja es evidente: el PSOE y el PP hablan de proteger el medio ambiente, pero sus políticas generan desempleo, despoblación y abandono de territorios.

El engaño de la sostenibilidad según la Agenda 2030

No te engañen. La Agenda 2030 no busca salvar el planeta, sino someter a los países a un modelo de control global. Las exigencias impuestas encajan con intereses de grandes corporaciones y fondos internacionales, no con la defensa del mundo rural. lLo que hace es simple, la Agenda 2030 destruye la ganadería española

El resultado ya se nota: explotaciones cerradas, jóvenes que abandonan el campo y un futuro incierto para un sector que forma parte de la identidad de España.

Mientras la propaganda repite el eslogan del progreso, la realidad golpea con dureza a quienes sostienen nuestra alimentación.

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