Kennedy Jr. destituye en bloque a los expertos del comité de vacunas de la agencia de salud pública de EEUU

Kennedy ha despedido los 17 expertos de la comisión sobre vacunas de los CDC por «conflicto de intereses

Un acto valiente en defensa de la libertad

El secretario de Sanidad de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., ha tomado una decisión valiente y sin precedentes: ha destituido a los 17 miembros del comité asesor del comité de vacunas del CDC. El motivo es contundente: conflicto de intereses con la industria farmacéutica. Esta acción representa un verdadero golpe contra la corrupción institucional que ha dañado la confianza pública en la medicina.

Esta drástica pero necesaria medida busca proteger la salud pública de la manipulación de las grandes farmacéuticas. Kennedy no ha dudado en enfrentarse a un sistema corrupto, donde los supuestos expertos actuaban más como representantes de la industria que como servidores del bien común.

Un órgano capturado por intereses privados

El Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP), parte de los CDC, tenía entre sus funciones principales recomendar las vacunas a aplicar en EE.UU., incluyendo a bebés, mujeres embarazadas y adultos mayores. Sin embargo, como denunció el propio Kennedy en The Wall Street Journal, ese órgano se convirtió en un “sello de aprobación” para cualquier vacuna, sin examen crítico.

El comité se ha convertido en poco más que un simple sello de aprobación para cualquier vacuna. Nunca ha recomendado que no se apruebe ninguna, ni siquiera las que se retiraron por razones de seguridad”Robert F. Kennedy Jr.

En otras palabras, el ACIP actuaba como una correa de transmisión entre la industria farmacéutica y la población, sin filtrar, sin cuestionar, sin estudiar riesgos. La eliminación del comité vacunas CDC no es, pues, un capricho ideológico, sino una respuesta urgente a una estructura contaminada.

Estos asesores, lejos de representar el interés público, estaban comprometidos con laboratorios que lucran con la vacunación masiva sin rendir cuentas. Un ejemplo claro de cómo la ideología de la Agenda 2030 y el globalismo han penetrado en la sanidad.

Un “barrido limpio” para limpiar la corrupción

La decisión de Robert F. Kennedy Jr. se anunció justo antes de la próxima reunión del comité prevista para el 25 de junio, donde se tratarían temas como las vacunas contra la COVID-19, el virus del papiloma humano o el virus respiratorio sincitial. Pero esa reunión ya no contará con los 17 “expertos” cesados.

Kennedy explicó que estos miembros habían sido designados “en el último minuto” por la Administración Biden, prolongando su mandato hasta 2028, lo que impediría una renovación saludable.

Sin remover a los miembros actuales, la actual administración de Trump no habría podido nombrar una mayoría de nuevos miembros hasta 2028”Robert F. Kennedy Jr.

Esta medida significa restaurar el control y la transparencia. Y también es un aviso a los burócratas: no se tolerará más comités al servicio de intereses privados.

Kennedy ha prometido que los nuevos asesores no estarán vinculados a la industria, no actuarán como meros validadores, y fomentarán “una cultura de indagación crítica”, justo lo que se necesita para devolver la confianza pública.

El inicio de una verdadera soberanía médica

En este movimiento valiente vemos reflejada la batalla por la soberanía médica. Así como defendemos la soberanía nacional frente a la Unión Europea, la OMS o la ONU, también es necesario recuperar el control sobre nuestras decisiones sanitarias, hoy secuestradas por tecnócratas y burócratas internacionales.

La eliminación del comité vacunas CDC representa una ruptura con la narrativa impuesta: la salud como producto de mercado, no como derecho ni responsabilidad. Esta acción abre la puerta a debates libres sobre vacunación obligatoria, inoculación masiva en niños, y los efectos adversos que tantos medios prefieren callar.

La sociedad necesita instituciones que protejan la vida, no que experimenten con ella. Y necesita autoridades que enfrenten al poder, no que se sometan a él. Kennedy ha demostrado que tiene la voluntad de hacer ambas cosas.

La salud no puede estar sujeta a los caprichos del mercado, y mucho menos del globalismo ideológico. La defensa de la vida comienza también en el rechazo a toda forma de manipulación médica.

Es hora de que España y Europa aprendan de este ejemplo. La soberanía sanitaria es parte esencial de la soberanía nacional. Y esta batalla, como tantas otras, la ganaremos con coraje, con verdad y con fe en nuestros principios.

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