El escritor Juan Eslava Galán, Premio Plantea con la obra «En busca del unicornio«, es, además, autor, entre otras, de «Misterioso asesinato en casa de Cervantes o La tentación del Caudillo,
El periodista Jesús Fernández Úbeda le entrevista para LD y que por su interés reproducimos fragmentos de la misma.
P: Señor Eslava, ¿nos hemos malacostumbrado los españoles a que, como dijo el bardo inglés, los locos lleven de la mano a los ciegos?
R: Desgraciadamente, sí. Como dijo Churchill, la democracia es el menos malo de los sistemas. Nosotros estamos procurando empeorarla todo lo que podemos. Y lo estamos consiguiendo.
P: La cosa parece que va para largo, ¿verdad?
R: Realmente, sí. A mi juicio, la solución sería relativamente simple, pero, claro, hace falta gente inteligente y con buena voluntad, y no la tenemos.
P: Esa solución simple sería…
R: Verás: en una democracia madura, los dos partidos principales, el de centro-izquierda y el de centro-derecha, digamos, tendrían que haber pactado. Sencillamente, deberían hablar, pactar, y dejar fuera a los que enturbian todo: los extremistas de izquierdas y de derechas. Eso sería lo inteligente en una democracia madura. Pero, claro, hace falta gente inteligente, con buena voluntad, dejar el guerracivilismo que inauguró el tonto de Zapatero… En fin, todo eso.
P: ¿El catalán es una especie depredadora?
R: Los idiomas no tienen culpa: la culpa la tienen las personas. Me parece muy bien que hayan intentado regularizar el catalán los lingüistas, etcétera, como hicieron los israelíes con el hebreo y en otras comunidades donde se tiñe de política la lengua. Ahora, lo que me parece mal es que eso se intente imponer por decreto al llamado «imperio catalán», donde entra, incluso, parte de Córcega.
P: El pasado 21 de agosto coincidieron en un acto y posaron para la prensa «los cinco magníficos»: Aragonés, Montilla, Quim Torra, Jordi Pujol y Puigdemont. ¿Por qué se dice que es «progresista» pactar con esta gente?
R: Si estamos manipulando la democracia, que es lo que estamos haciendo, hay que contar con ellos. Y contar con ellos significa lo viene significando desde siempre, con la izquierda y con la derecha: hacer concesiones. Hacer concesiones y aumentar el abismo que existe, de todo tipo, entre Cataluña y el resto de España. Eso es absolutamente injusto desde el punto de vista constitucional. Los españoles somos iguales ante la ley…
P: …pero algunos son más iguales que otros.
R: (Risas) Como en Animal Farm, claro.
P: Pasemos al cuestionario base: plagiando a Pilatos, ¿qué es la verdad?
R: La verdad es, simplemente, lo que cada individuo cree que es lo justo. Sobre todo, en este mundo, en el que nos hemos inventado la posverdad, que es una manera de maquillar la mentira. Cada uno tiene su verdad. La Verdad, con mayúscula, es un concepto delicuescente. Sin embargo, conviene acercarse a esa idea.
P: ¿Sabe de la existencia de alguna verdad absoluta?
R: Hay tremendas verdades absolutas: que estamos vivos, que la vamos a diñar… Si te fijas, son verdades inmanentes al ser humano que no admiten discusión.
P: Que la vamos a diñar es una verdad que se está intentado ocultar como nunca.
R: Observa una cosa, Jesús: yo tengo ya 75 años, en mi generación se hablaba de la muerte. Ha habido, por ejemplo, un accidente de ferrocarril y han muerto 200 personas. O en Pakistán. Sin embargo, ahora no hay muertos: hay fallecidos. Hemos apartado por completo la palabra «muerte».
P: ¿La búsqueda de la verdad humaniza?
R: Sin duda alguna. Ya lo dicen los griegos: tienes que conocerte a ti mismo y, a partir de ahí, conocer a la sociedad en la que vives. Pero cada vez hay más mentira y más confusión. Esa cantidad de información que tenemos últimamente hace que abunden las posverdades.
P: ¿Por eso cotiza peor la verdad que la mentira?
R: Sin duda: la mentira es mucho más atractiva que la verdad. La verdad, muchas veces, no nos agrada.
P: Leonard Cohen, en «Everybody Knows»: «Todo el mundo sabe que el barco se está hundiendo, / todo el mundo sabe que el capitán mintió». Pongamos que ese barco es Occidente. En primer lugar, ¿el barco se está hundiendo?
R: Sí, absolutamente. Estoy absolutamente convencido. De vez en cuando, veo ridículo esto que quieren hacer los catalanes y los vascos. Pienso: «Si levantáis un poquito el objetivo, dentro de cincuenta años, Europa será islámica». Habremos dejado las instituciones que se fundaron en la Revolución Francesa, los Derechos del Hombre, y ya estaremos en otro escenario.
P: Volviendo a la canción de Cohen, ¿miente el capitán?
R: Sí. Si no mintieran, no llegarían a capitanes. Concedamos que el político, en un principio, se mete en política con un deseo de servir a su sociedad y a su país. Pero luego, si aspiras a progresar dentro del partido, hablo de España, obviamente, tienes que ir dejándote la vergüenza en el camino; de lo contrario, no progresas. Al final, estás sirviendo al partido. Y un paso más allá es el de servirte a ti mismo del partido.
P: ¿La verdad libera?
R: Nos hace más desgraciados, pero sí. «La verdad os hará libres», dice el Evangelio.
P: ¿Se ha prostituido el significado del significante «libertad»?
R: Sí, completamente. «Libertad» significa que tú puedes hacer lo que quieres sin más limitación que la que te pone tu relación con el prójimo. Si estás en una sociedad, la limitación que te ponen las leyes. Si es una democracia, tú las has acatado. Claro, estamos llegando a unos extremos… Como las personas no tienen educación política ni educación de la otra, las personas creen que «libertad» es «hacer lo que te da la gana». Y no se trata de eso.
P: ¿La libertad da vértigo?
R: No tiene por qué darlo. Si eres una persona madura y tienes la cabeza en su sitio… Tu libertad te da derechos, te amplia el horizonte, pero también te limita. Bueno, estamos en una sociedad, que es eso, una sociedad, donde tú, para convivir con el prójimo, tienes que limitarte.