¡Hip, hip, UNRWA! | Javier Toledano

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Estos días se ha dicho que el gobierno de España abandona a su gente. No es cierto. En todo caso abandona a sus “agentes”, como ha sucedido días atrás en Barbate con el asesinato de dos guardias civiles en su lucha desigual contra el narcotráfico. Hemos sabido de la reciente, y sospechosa, supresión de la unidad especializada en combatirlo. Otra desconcertante iniciativa del ministro Grande-(sic)-Marlaska. El gobierno marroquí, al parecer, anda detrás de tan pingüe negocio y la política exterior española, en lo tocante a esas coordenadas geoestratégicas, es hoy un mero apéndice de la diplomacia alauí. Se comenta en los mentideros capitalinos que la “intercepción” del teléfono celular de Pedro “Pinganillo” Sánchez por el espionaje del país vecino es la causa de tan odiosa servidumbre. “No decimos nada de ciertos archivos y tú haces la vista gorda con el Sáhara y otras muchas cosas”.

La prueba del nueve de que el gobierno de Sánchez no deja atrás a los suyos es el importante incremento de ayuda económica destinada a “UNRWA”, la supuesta agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Le hemos atizado alegremente varios millones de euros. Una bagatela. Así, de primeras, eso de UNRWA, admito mi desconocimiento por antipatía a las diferentes sectoriales de la ONU, me sonó a una de tantas guerrillas u organizaciones terroristas que devastan África y Oriente Próximo a machetazo limpio, mutilando que es gerundio, en docenas de intermitentes conflictos interétnicos y religiosos. UNRWA, qué sabe uno, como FRELIMO, RENAMO, UNITA y tantas otras banderías tribales.

Los méritos contraídos por UNRWA para explicar la creciente ayuda española pasan por haber participado directamente, algunas docenas de sus miembros, en la matanza apocalíptica perpetrada por Hamas. Muy al contrario, esa complicidad inconcebible ha decidido a muchas naciones, las más aseadas democráticamente, a suprimir de inmediato la transferencia de fondos a su favor. El episodio evidencia que España juega en otra liga. Mientras unos retiran la ayuda escandalizados, España la aumenta. Ayuda que, es sabido, gestionará Hamas y que, lejos de paliar la situación calamitosa de la población, servirá para adquirir armamento, subfusiles de asalto AK-47 y lanzagranadas RPG-7, además de cohetería diversa. Se empleará, otrosí, en el remozamiento de esa intrincada red de túneles por la que incluso transitan vehículos artillados, salvo que los ingenieros del ejército israelí hagan bien su trabajo. Hay que recordar, no obstante, que buena parte de esos refugiados que ahora huyen despavoridos de los combates, son los mismos que días atrás celebraban la espantosa masacre con bailoteo y jarana callejeros, dando bocinazos y disparando al aire jubilosamente.

Antonio Guterres, secretario general de la ONU, decantado en este conflicto del lado de Hamas, se apresuró a decir que los trabajadores de UNRWA involucrados en la feroz escabechina eran una minoría irrelevante, un porcentaje exiguo (se han dado cifras que oscilan entre los 13 y los 30 individuos). Y el argumento aquí lo han repetido hasta la saciedad en tertulias y espacios de opinión los partidarios de los terroristas. Sucede que la proporción, entre un 0’5 y un 1% de la “plantilla”, no es tan nimia como quieren hacernos creer. Gary Brecher, en “War Nerd” (*), un ensayo ameno y gamberro, pero, en general, bien documentado (salvo alguna apreciación histórica opinable), aborda las dificultades que plantean los movimientos insurgentes (guerrillas, terrorismo islamista, etc.) a los ejércitos regulares Y sitúa en ese umbral (1%) la cantidad de “activistas”, los pistoleros reclutados en un colectivo, necesaria para articular un enfrentamiento armado sostenido en el tiempo. Evidentemente, para que la lucha cuaje, por así decir, esos elementos en vanguardia precisarán de una red tupida de auxiliares, informantes y colaboradores, el batallón de apoyo, la intendencia. Y habrán de contar, en igual medida, con un respaldo significativo entre los civiles. Alrededor de un 10% del cuerpo social bastaría para echar a andar. La conclusión es obvia: los matarifes de Hamas tienen en el seno de UNRWA no menos tirón que ETA entre la militancia abertzale. Que ya se figura uno que el ciento por cien de la plantilla de UNRWA no se pasa el día limpiando el cañón del kalashnikov o practicando en un maniquí la manera apropiada de rajarle la barriga a una embarazada. Pero habría de bastar la participación de uno sólo de todos ellos en el carnificio para cerrar de por vida el chiringuito.

Pedro Sánchez y el primer ministro belga se plantan en Tel-Aviv para interceder por los suyos. Al poco, Borrell solicita que nadie venda armas a Israel, queriendo decir que no habría de tener derecho alguno a defenderse. Y hoy, España e Irlanda al alimón, pretenden que la UE investigue a Israel por crímenes contra la Humanidad. Conclusión: Pedro Sánchez por una vez es coherente y cumplidor. No abandona a su gente: Hamas, el separatismo golpista, los que manejan el narco en el Estrecho, las ONG’s más o menos conectadas a las mafias de trata humana en mar abierto (inmigración ilegal) o los testaferros políticos de ETA. Para que luego digan.

Javier Toledano | Escritor

(*) “Hazañas y chapuzas bélicas” en la edición en español

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