Guzmán, el Bueno, lanzó una daga desde las almenas del castillo en la defensa de la sitiada Tarifa para que degollaran a su propio hijo los mercenarios meriníes reclutados por el infante don Juan. Se mantuvo firme y no cedió al chantaje para rendir la plaza. El otro Guzmán, Daniel, el Malo, un actor de la teleserie “Aquí no hay quien viva”, accedió a un inmueble de su propiedad por un ventanuco, acompañado de tres o cuatro matones, y la emprendió a porrazos con los “okupas” de turno.
Causa cierta sorpresa que no pocos actores y gentes de la farándula (“los titiriteros” del “clan de la ceja”, por su apoyo incondicional a Zapatero, palanganero hoy al servicio del narcodictador Maduro), contrarios en sus soflamas al derecho a la propiedad que, a su juicio, es “usurpación”, coleccionen inmuebles a patadas, sea el caso del Gran Wyoming que, es fama, hubo de abonar la nadería de casi un millón de euros para regularizar ante el fisco más de una docena larga de propiedades. O del matrimonio Bardem, defensor a ultranza de la sanidad pública en Madrid (“manis” anti-Ayuso), pero que alquila toda una planta de una clínica “cinco estrellas” en América para que la escultural “Pe” dé a luz. O de Pedro Almodóvar, telepredicador y azote de pacotilla de la corrupción política, que rueda sus películas bajo claqueta panameña. Un auténtico hatajo de cantamañanas que promueve hasta desgañitarse el más fervoroso patriotismo cinematográfico, “vean cine español”, dicen a cada paso, pero que de España, empezando por sus símbolos nacionales, abominan y reniegan. Vamos, que se limpian el culo con España, su nombre y su bandera. Fernando Trueba: “No me siento español”… pero su cine sí lo es y hay que verlo. Anda y que os den.
El busilis de la cuestión, la violenta expulsión de un grupo de “okupas” de una de sus propiedades por parte del “comprometido” Guzmán… ¿Es un hecho positivo? ¿En qué lugar deja al sujeto? El incidente plantea interrogantes de mucha miga. Siendo un servidor visceralmente hostil al delito de “okupación” (“un estilo de vida”, según lo definiera esa boba colosal de Ada Colau), me alegro, por justicia poética, que los “okupas” elijan propiedades de sus propagandistas antes que de las de personas normales y corrientes que, resignadas, pagan sus impuestos y jamás votan a partidos políticos que “promueven” o amparan el citado “modo de vida”. Dicho a la pata la llana, que se joda Guzmán, el Malo, pues con sus declaraciones en entrevistas y sus mensajes en las redes, y con la pública expresión de sus afinidades ideológicas, propicia un ambiente favorable a la vergonzosa impunidad legal del fenómeno “okupa” que le ha arruinado la vida a centenares de ciudadanos anónimos. Saborea pues, majete, tu propia medicina.
Alguien replicará que nada aporta citar la vida y obra de esos farsantes, de esos personajillos de medio pelo para obtener enseñanzas de provecho. Ésa no es mi opinión. El nivel del paisanaje es calamitoso. El PSOE de Sánchez tiene 121 diputados. Rajoy obtuvo mayoría absoluta. Revilla, el de las anchoas, fue el político mejor valorado y más querido del país. ¿Necesitamos alguna prueba más? Ergo, el nivel intelectual medio de los españoles anda por los suelos. No podemos mentirnos y decir aquello de que “el pueblo es sabio”. Queda claro que en esa materia hay margen de mejora.
Será muy edificante la charla de un hombre sabio, elocuente y cabal sobre la sinrazón de la “okupación” y en defensa del derecho a la propiedad privada, y de la libertad en definitiva, pero determinadas gollerías no están hechas para la boca del asno. El público, el gran público, amorrado al abrevadero de los noticieros de las cadenas generalistas y ayuno en distinguir el grano de la paja en las redes controladas por la progresía mundial, antes desechará un argumento por la incongruente conducta de sus defensores y por la caricatura que hábilmente se haga de ello, que no por la confrontación de razonamientos. Y la esencia del fenómeno “okupa” la ha desvelado de manera nítida ese cómico irascible. Nos ha dicho a las claras que “le chifla la okupación”, “que está muy sensibilizado con ese problemón que es el acceso a la vivienda”, “que si los fondos buitre por aquí, la carestía de la vivienda por allá”, pero cuando la propiedad “okupada” es la suya, arrea, cada mochuelo a su olivo que aquí se acabó el carbón. Y se desdice de todo lo anterior a hostia limpia.
No descubro nada nuevo si digo que el progre (cuanto más adinerado) es el paradigma de la hipocresía. Por eso no es mala cosa, cuando incurren en flagrante contradicción con sus prédicas urbi et orbi, ilustrando con rimbombantes maneras a los pobres mortales que no disponemos de su amplitud de miras y de su empatía con los desheredados de este mundo, ponerles un espejo delante para que contemplen sus deformidades. Perdón por la autocita, pero ya he sugerido en alguna ocasión que aquellos que disponen de información útil, rendirán gran servicio a la comunidad si elaboran un listado de celebridades de similar jaez a la de Daniel Guzmán, y de sus propiedades no habitadas, para pasárselo de matute a los “okupas”, de tal suerte que éstos sienten sus reales en ellas y dejen tranquilas a las gentes del común. Nos ahorraremos pleitos y disgustos, pues los actores y faranduleros “cejijuntos” estarán encantados, complacidos, sabedores de que sus propiedades al fin “okupadas” rinden un servicio social de primera magnitud convertidas en morada espaciosa y confortable para menesterosos, y no interpondrán denuncia, aliviando otrosí la descomunal carga de trabajo de nuestros tribunales.
Ignoro si a raíz de este suceso Daniel Guzmán ha modificado su cosmovisión, le ha dado un giro copernicano y ahora es un fan de la empresa Desokupa, aunque es claro que no ha necesitado de su servicios y él mismo ha hecho el trabajo muscular repartiendo estopa. El procedimiento le honra, pero no tengo claro que haya caído del caballo como Saulo camino de Damasco y se trate sólo de un calentón “porque “okuparon” la casa equivocada”. La suya. Que he de pulir algunos flecos de mi frontal oposición al fenómeno “okupa” es cosa evidente, pues he disfrutado de lo lindo con este chusco episodio y nada me gustaría más que cundiera el ejemplo y otras bandas de “okupas” se instalaran mañana en el casoplón de Galapagar o en el pisito de Echenique sito en Fuencarral, toda vez que el interfecto ya no es vecino del barrio de Salamanca. Hay quien lo tiene más claro y dice “desapruebo toda “okupación”, incluso cuando el afectado es Daniel Guzmán”. Yo aún no puedo decir lo mismo… pero qué es la vida si no un largo camino de perfección.
Javier Toledano | Escritor
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