Cuando el Gobierno de Sánchez condecora a los verdugos asesinos de ETA

Gobierno condecora a los asesinos de ETA

El Gobierno condecora a los asesinos de ETA tras declarar “víctima” al asesino etarra Txiki, responsable directo del asesinato del policía José Díaz Linares en 1975.

El blanqueamiento del terrorismo desde el poder

El Gobierno ha condecorado a los asesinos de ETA con lo que reescrito la historia reciente de España. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha cruzado una línea moral inadmisible y miserable.

Recientemente, el Gobierno declaró “víctimas del franquismo” a los etarras Juan Paredes Manot, conocido como Txiki, y Ángel Otaegi. El Ejecutivo justificó como excusa de esta decisión alegando que ambos no tuvieron un juicio justo. Según el Gobierno, el Consejo de Guerra resultó “ilegal”. Esta declaración no solo anula sus condenas. También humilla a las verdaderas víctimas del terrorismo.

Cuando un Gobierno condecora a los asesinos y castiga a las víctimas, actúa como cómplice moral del crimen. El Gobierno condecora a los asesinos de ETA y normaliza el discurso de quienes sembraron terror y crímenes durante décadas.

La Ley de Memoria Democrática como arma ideológica

Las familias de ambos asesinos etarras presentaron la petición a comienzos de 2025. Se apoyaron en la Ley 20/2022 de Memoria Democrática. El Ejecutivo aceptó la solicitud sin reparar en los crímenes cometidos. El pasado 25 de noviembre formalizó el reconocimiento oficial.

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, el filomasón Ángel Víctor Torres -no podía ser otro-, entregó a las familias las llamadas “Declaraciones de Reconocimiento y Reparación Personal”.

Este acto institucional blanqueó el terrorismo. Además, convirtió al Estado en valedor de los verdugos.

El Gobierno condecora a los asesinos de ETA utilizando una ley sectaria que impone una memoria ideológica y excluyente. Esta norma no busca justicia. Persigue revancha política y reescritura histórica.

Los crímenes del asesino Txiki que el Gobierno silencia

El Gobierno condecora a los asesinos de ETA mientras oculta los hechos objetivos. El etarra Juan Paredes Manot, Txiki, asesinó al subinspector de Policía José Díaz Linares en San Sebastián el 29 de marzo de 1975. Ese crimen no admite relativización. Txiki disparó contra un servidor público que cumplía con su deber.

Además, en junio de 1975 participó en un atraco al Banco Santander en Barcelona. Durante ese tiroteo murió el cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López.

Estos datos constan en sentencias y archivos policiales. Nadie puede borrarlos con un decreto falso, manipulador e ideológico. El Gobierno condecora a los asesinos de ETA y desprecia la memoria de los agentes asesinados.

Una traición a las víctimas y a la justicia

El Gobierno pretende presentar a los terroristas como mártires. Esa maniobra resulta repugnante. Da asco que alguien bendiga asesinatos y asesinos desde las instituciones del Estado. La dignidad de las víctimas queda pisoteada. La justicia queda mancillada.

El Gobierno condecora a los asesinos de ETA y envía un mensaje devastador a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. España no puede avanzar si honra a quienes empuñaron las armas contra inocentes.

Un Estado digno protege a las víctimas. No exalta a sus verdugos y asesinos. La memoria no puede construirse sobre el crimen, la mentira ni sobre el odio ideológico.

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