Faltan casi 1.000 medicamentos en España: razones económicas, mal uso y picardía

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Faltan 934 medicamentos a fecha de 31 de octubre, según el cómputo oficial del Centro de Información de Medicamentos (CIMA), organismo dependiente del Ministerio de Sanidad de España. Las razones de esta situación son variadas, pero fundamentalmente obedecen a varios factores, entre ellos la fabricación y la distribución.
La falta de suministro ocasiona que «las unidades disponibles de un medicamento en el canal farmacéutico son inferiores a las necesidades de consumo nacional», tal y como explica la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que es el organismo que vela en España para aliviar las tensiones derivadas y evitar que ningún paciente vea interrumpido su tratamiento.
Dependiendo de cada fármaco, el CIMA advierte en su listado de «problemas de suministro activos» de la existencia de análogos «con el mismo principio activo y para la misma vía de administración» (como en el caso del Efferalgan), de «desabastecimiento temporal» (Rocaltrol, que aumenta la absorción del calcio), o de que «el titular de autorización de comercialización está realizando una distribución controlada al existir unidades limitadas (Amchafibrin, un antihemorrágico).

Móvil económico, mal uso y picardía

Es la tormenta perfecta, porque se juntan varios factores:
En primer lugar, los económicos», explica Ramón P. C., farmacéutico comunitario en Castilla y León, que asegura que el Efferalgan «falta desde hace años» y que la caja de 20 pastillas y la de 40 cuestan lo mismo: 2,50 euros. «Así que el laboratorio ha decidido no fabricar la de 40. Porque la Seguridad Social [SS] solo les paga 2,50», señala.
También, advierte este profesional, hasta hace unos años la picardía española jugaba un papel. «Por ejemplo, una caja de Adiro 100 mg (un anticoagulante que se usa mucho) cuesta en España 2,48 euros, pero en Berlín 8,20. Y el fabricante (Bayer) sabe que en España vende más del doble de lo normal. Algunas farmacias reetiquetaban las cajas y las enviaban de vuelta a Europa. Así que Bayer ya no suministra tanto a España, porque la SS le paga muy poco por un medicamento por el que en el resto de Europa pagan bastante más. El resultado es que somos casi el último mercado al que abastecen, pues en otros pagan bastante más», afirma.
También se da el caso de que un uso indebido dispara la demanda de fármacos, dejando a quien realmente lo necesita en posición comprometida. Así pasa con el antidiabético Ozempic, un inyectable también muy solicitado en España por quien necesita adelgazar. Prescrito para diabéticos, cuesta poco más de cuatro euros.  «Pero con prescripción para adelgazar, el Ozempic 1 mg cuesta 120 euros. Y hay gente que se lanza por él sin receta al doble de precio. Yo mismo tuve que ir a buscar dos cajas a farmacias amigas para dos de mis clientes. El resultado es que hay un desabastecimiento terrible», lamenta Ramón P. C., que asegura que el laboratorio (Novo Nordisk, danés) pregunta por qué se vende en España tanto, porque no puede producir más. «Los colegios de farmacéuticos ya han solicitado que no se prescriba más para este uso», apunta.

Desde antes de la pandemia. India y China son los productores

Las cadenas de suministro globales quedaron afectadas durante y después de la pandemia de COVID-19. Además, las compañías farmacéuticas occidentales tienen externalizada en terceros países, como la India y China, la producción de la mayoría de los principios activos. Alrededor del 80% de los que componen fármacos usados en Europa y EEUU se producen allí, según datos de la Federación Empresarial Farmacéuticos Españoles (FEFE).
«Los principios activos se fabrican en la India y, sobre todo, en Bangladesh, porque es allí donde chinos e indios están montando sus fábricas», advierte Ramón P. C., que señala también la escasez en la industria farmacéutica europea de materias primas como el plástico, el aluminio, el cartonaje, necesarios para hacer blísters y cajas. Además, el gran desarrollo de las economías asiáticas resulta también en una mayor demanda y consumo de fármacos, por lo que la exportación se ve afectada. «Ya ni siquiera Bayer fabrica ácido acetilsalecílico», recuerda.

Crecimiento vertiginoso de faltas desde 2022

En su último informe, la AEMPS constata que la tasa de incidencias relacionadas con la cadena de suministro aumentó considerablemente en 2022 en España. En diciembre de 2022, ese listado lo engrosaban 453 medicamentos y 295 principios activos. La mayor parte, el 22,5%, eran fármacos para tratar infecciones bacterianas, víricas y fúngicas. El 21% para alteraciones del sistema nervioso, y el 10% para el cáncer y patologías del sistema inmunitario. Casi un año después, el número de fármacos de la lista es más del doble.
Con el listado, explica la AEMPS, se focaliza y prioriza a «un grupo de medicamentos con el fin de aplicar sobre ellos medidas regulatorias que permitan protegerlos y favorecer su continuidad en el mercado». Buena parte de esos fármacos podrían ser fabricados total o parcialmente en España, lo que permitiría controlar mejor la cadena de suministro, ya dentro de Europa, mientras se reduce la dependencia de terceros países.

Un problema europeo

En la UE las cosas tampoco pintan bien al respecto, por lo que a nivel comunitario se trabaja desde hace meses en una reforma de la ley farmacéutica europea que sustituya al texto legal actual, que tiene 20 años de antigüedad. El objetivo es garantizar la disponibilidad de los medicamentos y reducir el riesgo de desabastecimiento.
A tal fin, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha tomado una serie de medidas en las que unos países podrán señalar a otros las necesidades de un determinado fármaco en situación de escasez crítica a nivel nacional, para que puedan indicar la disponibilidad de existencias que podrían redistribuirse.

Solución a medias

Los representantes del sector se muestran escépticos ante la futura ley del medicamento europea, todavía en fase de primera lectura en el Europarlamento. Piensan que no acabará con el desabastecimiento de fármacos, sino que solo lo mitigará, pues las decisiones trascendentales exceden el ámbito regulatorio y atañen a la política industrial y la colaboración entre Estados.
Para Jordi de Dalmases, vicepresidente del Consejo General de Farmacéuticos, el problema del desabastecimiento «se ha agravado en toda Europa» y es de naturaleza «estructural». «En España faltan más de 900 medicamentos y lo tenemos medido. En 2022 todas las clases de medicamentos se vieron afectadas por la escasez en todas las farmacias comunitarias». 
«En general, la gente se está acostumbrando a cambiar de medicamentos si falta el habitual y a hacer lo que yo llamo la ruta de las farmacias.

El aspecto económico, clave

«No podemos esperar que la nueva regulación vaya a solventar ese problema, porque su objetivo es otro: que haya medicamentos seguros, eficaces, de calidad y con la información necesaria. Pero no se mete en el aspecto económico, pilar fundamental», explicó Antonio Blázquez, Jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la AEMPS. A su juicio, es la estrategia farmacéutica y no la nueva regulación la que aborda los aspectos económico-industriales y de deslocalización de la producción. Las causas son más profundas y ni siquiera la normativa europea va a poder solventar que haya un único fabricante de principio activo en el mundo y que además esté en India o China. Esto no lo va a poder paliar la normativa de regulación farmacéutica. Tienen que ser otras medidas las que puedan revertir esta dependencia».
Y mientras se busca revertir la dependencia, la tendencia se consolida. «Hay medicinas que cuestan solo 60 céntimos (pastillas, blíster, caja, prospecto, transporte). Así que se dejan de fabricar. Hay otras que se usan muy poco, tampoco sale rentable fabricarlas. Algunas se pueden sustituir y otras no, como el Depakine, un antiepiléptico que no tiene sustituto. Y eso es lo complicado de toda esta situación, que falten los medicamentos para enfermedades graves», concluye Ramón P. C.
(Con información de Sputnik)

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