Muy lejos del 9% fijado como tope. Solo Rumanía tiene peores cifras que nuestro país (16,6%).
El abandono escolar temprano no es solo una cuestión educativa; es una amenaza directa al futuro de los jóvenes y al desarrollo social y económico del país. España ocupa el segundo puesto en la Unión Europea en abandono escolar, con una tasa del 13,2% en 2024, según los últimos datos. Solo Rumanía, con un 16,6%, supera a nuestro país. Estos números están muy lejos del objetivo del 9% fijado por la UE para 2030.
A pesar de esta preocupante realidad, el Gobierno de Pedro Sánchez mira hacia otro lado, ignorando un problema que afecta tanto a las trayectorias de vida de los jóvenes como al tejido social y productivo de la nación.
El impacto del abandono escolar temprano
El abandono educativo temprano tiene efectos devastadores. No solo condena a los jóvenes a empleos de baja calidad y salarios precarios, sino que también aumenta las probabilidades de exclusión social, problemas de salud, e incluso dificultades legales.
Como señaló Ismael Sanz, director del área de Educación de Funcas, durante la presentación del documental EXIT, abandono escolar, y recoge el diario La Razón:
«El abandono educativo temprano sigue siendo uno de los mayores desafíos para el sistema educativo en España, por su impacto individual en las trayectorias de vida de los jóvenes y también por sus implicaciones en el desarrollo económico, social y cultural del país».
Este problema no afecta a todos por igual. Según los expertos, los estudiantes de entornos desfavorecidos son los más vulnerables. La probabilidad de que un joven abandone los estudios es 14 veces mayor si su madre solo ha completado la educación primaria (34,1%) en comparación con aquellos cuya madre tiene estudios superiores (2,4%).
Además, los jóvenes varones lideran las tasas de abandono. María Miyar, directora de Estudios Sociales de Funcas, lo expresó claramente:
«El abandono escolar sigue reproduciendo desigualdades socioeconómicas, pero también se transforma: hoy, los hombres lideran las tasas de abandono escolar».
Un sistema educativo que no conecta
Uno de los factores clave que fomentan el abandono es la desconexión entre lo que los jóvenes perciben como útil y lo que realmente aprenden en las aulas. Muchos adolescentes no encuentran relevancia en los contenidos que se les enseñan, lo que los lleva a abandonar antes de completar Bachillerato o una Formación Profesional de grado medio.
En este sentido, los niveles de abandono en la FP son alarmantes: un 30% en la FP de grado medio y un 46% en la FP básica. Como destacó Sanz:
«Abandonar los estudios sin hacer el Bachillerato o una FP de grado medio son niveles educativos con los que, según la OCDE, no se afronta con garantía el acceso al empleo ni a la independencia de la persona».
Soluciones necesarias y olvidadas
A pesar de estas cifras, el Gobierno de Sánchez no ha tomado medidas contundentes para abordar esta emergencia. Ignora esta problemática. Según Funcas, algunas propuestas viables incluyen:
- Reducir la ratio de alumnos a 15 por aula.
- Implementar tutorías en grupos pequeños para reforzar asignaturas clave como Lengua y Matemáticas.
- Ofrecer mentorías que conecten a jóvenes con modelos de éxito educativo en contextos similares.
- Incrementar los salarios de los docentes en centros de difícil desempeño.
Además, es crucial invertir en orientación vocacional desde edades tempranas, apoyo emocional y políticas educativas que fomenten el aprendizaje flexible y adaptado a las necesidades de los alumnos.
El papel de los profesores y las familias es fundamental, pero también lo es el compromiso de los gestores educativos. Como señaló Funcas:
«Los gobiernos y los gestores educativos han de comprometerse con estos objetivos movilizando y asignando de manera eficiente los recursos».
Un progreso lento y desigual
Aunque la tasa de abandono escolar ha mejorado levemente en los últimos años, el avance es insuficiente y desigual entre comunidades autónomas. Regiones como Cantabria, País Vasco o Navarra están cerca del objetivo de la UE, pero otras siguen muy rezagadas.
Este lento progreso refleja la falta de una estrategia educativa clara y efectiva por parte del Gobierno. Un país que no invierte en su juventud ni resuelve los problemas educativos condena a sus ciudadanos a un futuro de desigualdad y precariedad.
El abandono escolar en España es un síntoma del fracaso de las políticas educativas de Pedro Sánchez. Sin un compromiso firme para reducir esta tasa y garantizar una educación de calidad, estamos condenando a nuestros jóvenes a un futuro incierto y al país a un retroceso social y económico.
Invertir en educación no es solo una cuestión de justicia social, es una apuesta por el futuro.
Si España quiere ser un país competitivo y cohesionado, debe priorizar a su juventud y proporcionarles las herramientas necesarias para construir un proyecto de vida autónomo y satisfactorio. Porque un país que abandona a sus jóvenes, abandona su futuro.
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