El suicidio en el confinamiento por la pandemia de COVID-19: Un análisis desde la Sociología | Albert Mesa Rey

El suicidio es un fenómeno profundamente arraigado en las estructuras y dinámicas sociales. Aunque es innegable que la psicología individual juega un papel importante, la sociología revela que la interacción entre los individuos y su entorno social, las normas culturales y las condiciones económicas son fundamentales para comprender por qué algunas personas son más propensas al suicidio que otras. Siguiendo el legado de Durkheim, es imperativo que exploremos las raíces sociales del suicidio para desarrollar estrategias preventivas que no solo ayuden a los individuos, sino que también fortalezcan el tejido social en su conjunto.

El enfoque sociológico de Émile Durkheim

Émile Durkheim, uno de los padres fundadores de la sociología, fue pionero en el análisis sociológico del suicidio con su obra «El Suicidio» publicada en 1897. A través de un enfoque basado en datos empíricos, Durkheim argumentó que el suicidio no es solo un fenómeno individual, sino que está profundamente influido por factores sociales. Su estudio comparativo en diferentes países y regiones reveló que ciertos grupos sociales tienen tasas de suicidio más altas, lo que lo llevó a concluir que el suicidio es, en gran medida, un acto socialmente condicionado. Durkheim identificó cuatro tipos principales de suicidio:

En función de en función de la integración social distingue:

  • Suicidio egoísta: Este tipo ocurre cuando los individuos están insuficientemente integrados en la sociedad. Según Durkheim, cuando una persona se siente desvinculada de los lazos sociales, como en el caso de individuos aislados o alienados, es más propensa al suicidio. En este contexto, el suicidio puede verse como una forma de escapar de una existencia percibida como carente de sentido o apoyo social.
  • Suicidio altruista: Al contrario del suicidio egoísta, este ocurre cuando una persona está excesivamente integrada en un grupo social y su identidad individual se diluye. En estas circunstancias, el individuo puede sentir que su vida tiene menos valor que la del colectivo, lo que puede llevarlo a sacrificarla por el bienestar del grupo. Ejemplos de este tipo de suicidio son los casos de kamikazes en tiempos de guerra o el suicidio ritual en algunas culturas tradicionales.

Y en función de la regulación social:

  • Suicidio anómico: Este tipo se da cuando hay una falta de regulación social o normas, es decir, cuando las estructuras que rigen la vida cotidiana se vuelven inestables o inexistentes. En momentos de crisis económica, cambios sociales bruscos o colapso de las normas sociales, los individuos pueden experimentar una sensación de desorientación que los lleva a un estado de anomia, lo que aumenta el riesgo de suicidio.
  • Suicidio fatalista (menos explorado por Durkheim): Sucede cuando la regulación social es tan opresiva que los individuos se sienten sofocados por las normas y reglas, como en casos de esclavitud o encarcelamiento.

El suicidio en España después del confinamiento por COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha dejado una profunda huella en todo el mundo, no solo por su impacto en la salud física, sino también por las consecuencias sociales, económicas y psicológicas que ha generado. En España, el confinamiento estricto e ilegal, las restricciones sociales, el aislamiento y la crisis económica crearon un ambiente propicio para el aumento de problemas de salud mental, incluyendo la depresión, la ansiedad y, lamentablemente, el suicidio.

Después del confinamiento, las cifras de suicidio en España han experimentado un aumento significativo. Este fenómeno ha llevado a sociólogos, psicólogos y expertos en salud pública a investigar los factores sociales que han contribuido a este incremento y a desarrollar estrategias preventivas para enfrentar la crisis de salud mental que ha dejado el COVID-19.

Impacto del confinamiento en la salud mental

El confinamiento por COVID-19, que se extendió durante varios meses en 2020 en España, trajo consigo una serie de consecuencias sociales que afectaron de manera directa la salud mental de la población. Entre los principales factores que se identifican como detonantes del aumento en la tasa de suicidio tras el confinamiento están:

  • Aislamiento social: Durante el confinamiento, millones de personas experimentaron una ruptura repentina de sus redes de apoyo social. El aislamiento prolongado, especialmente para personas que ya padecían problemas de salud mental o que vivían solas, generó un incremento en los sentimientos de soledad, ansiedad y desesperación. El aislamiento es uno de los principales factores de riesgo para el suicidio, y la falta de interacción social cara a cara puede agravar las enfermedades mentales preexistentes.
  • Incertidumbre económica y laboral: El impacto económico del confinamiento fue devastador para muchas personas en España. El cierre de negocios, los despidos masivos y la incertidumbre sobre el futuro financiero crearon un ambiente de estrés y ansiedad que afectó de manera desproporcionada a ciertos grupos, como los trabajadores precarios, los autónomos y los jóvenes. La incertidumbre económica es un factor clave en el aumento de las tasas de suicidio, ya que puede generar sentimientos de desesperanza y fracaso.
  • Problemas de salud mental agravados: Antes de la pandemia, España ya enfrentaba un desafío en términos de salud mental, con una creciente prevalencia de trastornos como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, la pandemia exacerbó estos problemas. Muchos servicios de salud mental se vieron interrumpidos durante el confinamiento, lo que dificultó que las personas accedieran a tratamiento o apoyo. Esto, junto con el estrés y el trauma derivados de la pandemia, aumentó la vulnerabilidad de ciertos grupos al suicidio.
  • Duelo y pérdida: La pandemia no solo trajo consigo la pérdida de seres queridos para muchas personas, sino también la imposibilidad de despedirse de manera tradicional debido a las restricciones. Este duelo interrumpido, junto con el miedo y la angustia por la posibilidad de enfermarse o perder a otros familiares, creó una carga emocional significativa. El duelo mal procesado o prolongado es otro factor de riesgo que ha contribuido al aumento de los suicidios.

Cifras de suicidio en España después del confinamiento

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el año 2021 registró la cifra más alta de suicidios en España desde que se tienen registros, con más de 4.000 muertes autoinfligidas. Esto representa un incremento respecto a años anteriores, lo que indica que el impacto del confinamiento y la pandemia ha tenido repercusiones graves en la salud mental de la población.

Es importante señalar que el suicidio no afecta a todos los grupos de manera uniforme. Los datos revelan que algunos grupos poblacionales han sido más vulnerables que otros:

  • Hombres: Los hombres en España tienen una tasa de suicidio significativamente más alta que las mujeres, representando aproximadamente el 75% de los casos. Esta disparidad de género puede estar relacionada con las normas culturales y sociales que fomentan la represión emocional en los hombres y dificultan que busquen ayuda.
  • Jóvenes y adolescentes: Aunque el suicidio es más frecuente entre los adultos mayores, el confinamiento y las restricciones han tenido un impacto notable en la salud mental de los jóvenes. El aislamiento social, la interrupción de la educación y la incertidumbre sobre el futuro han llevado a un aumento alarmante de los suicidios entre adolescentes y jóvenes adultos.
  • Personas mayores: Las personas de edad avanzada, especialmente aquellas que vivían solas o en residencias, han sido uno de los grupos más afectados por el confinamiento. El miedo a la enfermedad, la falta de contacto con sus seres queridos y el deterioro de su salud mental durante la pandemia han contribuido a un aumento de los suicidios en este grupo de edad.

Factores sociológicos del aumento de suicidios post-confinamiento

El aumento de los suicidios en España después del confinamiento por COVID-19 puede analizarse desde varias perspectivas sociológicas. Algunos de los factores clave fueron:

  • Desintegración social: El concepto de anomia, propuesto por Émile Durkheim, describe una situación en la que las normas sociales se vuelven inestables o confusas, lo que puede llevar a un aumento en las tasas de suicidio. Durante la pandemia, la desintegración de las redes sociales y la incertidumbre sobre las reglas que rigen la vida cotidiana (por ejemplo, ¿cuándo se podría salir?, ¿cuándo reabrirían los negocios?…) crearon un entorno de caos social que exacerbó la vulnerabilidad psicológica de muchas personas.
  • Aumento de la desigualdad: La pandemia ha profundizado las desigualdades económicas y sociales en España. Las personas con trabajos precarios, los autónomos y las minorías han sido más afectadas por la crisis económica, lo que ha generado una mayor inseguridad laboral y financiera. Esta inseguridad, combinada con el aislamiento social, ha sido un detonante para el aumento de las tasas de suicidio en estos grupos.
  • Estigma en torno a la salud mental: Aunque se han dado pasos importantes para desestigmatizar los problemas de salud mental en España, sigue existiendo una barrera cultural significativa para que las personas busquen ayuda. Muchas personas, especialmente hombres, continúan viendo la vulnerabilidad emocional como un signo de debilidad, lo que dificulta que reciban apoyo antes de llegar a una crisis suicida.

 Conclusión

El suicidio en España después del confinamiento por COVID-19 es un reflejo de las tensiones sociales, económicas y emocionales exacerbadas por la pandemia. Los efectos colaterales en la salud mental de la población no pueden ni deben ignorarse. El aumento de las tasas de suicidio en situaciones de alarma social donde la cohesión social o las regulaciones a la sociedad se torna excesivas y en algunos casos, ilegales como en España, subraya la necesidad urgente de reforzar los sistemas de salud mental, reducir las desigualdades y fomentar una mayor cohesión social como parte integral del tratamiento de la situación de emergencia y la recuperación post-pandemia en el caso que nos ocupa. Gracias por leerme.

Albert Mesa Rey es de formación Diplomado en Enfermería y Diplomado Executive por C1b3rwall Academy en 2022 y en 2023. Soldado Enfermero de 1ª (rvh) del Grupo de Regulares de Ceuta Nº 54, Colaborador de la Red Nacional de Radio de Emergencia (REMER) y Clinical Research Associate (jubilado). Escritor y divulgador. 

 

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