El islam radical conquista Holanda: «Existe una sociedad paralela»

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La valiente denuncia de la musulmana de origen afgano Shirin Musa: «La tolerancia es excesiva. En las mezquitas se predican los matrimonios forzados y la mutilación genital femenina. Ya no sucede ni en Arabia Saudita».

«Ni en Arabia Saudita, ni en Kuwait se predica la mutilación genital femenina, pero sí en Holanda». Es la valiente denuncia de la musulmana de etnia hazara Shirin Musa, directora de la asociación Femmes for Freedom. Musa, de origen afgano, emigró con su familia a Holanda desde Pakistán cuando ella tenía solo seis meses. Su familia huía del extremismo islámico y hoy se define orgullosamente «holandesa».

El islam radicalizado en Holanda

En una entrevista publicada en Le Figaro, Musa denuncia hasta qué punto el extremismo islámico está arraigado en Holanda. Si por un lado ve una «emancipación positiva, un renacimiento de las comunidades musulmanes que se sienten europeas y holandesas y desean lo mejor a su país», por el otro «hay una emancipación negativa que tiende al extremismo. También en nuestro país ha habido musulmanes que se han ido para combatir en favor del Estado islámico en Siria. Pero uno de los problemas mayores que tenemos es la financiación extranjera, que envenena las comunidades musulmanas y las radicalizan».

En Holanda, continúa, el problema no es tanto el terrorismo islámico cuanto el «terrorismo íntimo» que se predica en las mezquitas, donde los imames «proclaman que los hombres deben tomar todas las decisiones en la familia, que un hombre tiene derecho a tener varias esposas y que la mutilación femenina es algo bueno. La verdad es que en Holanda se está desarrollando una sociedad paralela y es este estado de cosas lo que yo combato con mi asociación Femmes for Freedom«.

«La tolerancia es excesiva»

En su opinión, la tolerancia hacia quien tiene ideas distintas es un valor, pero en el país que la ha acogido «la tolerancia es excesiva»: «La Haya tiene la mezquita más grande de Holanda, que es salafita. Una serie de investigaciones ha revelado que en los folletos educativos que se distribuyen y en los sermones se predica la poligamia y los matrimonios forzados con menores. Hace tres años se descubrió que se predicaba la mutilación genital femenina. Acusamos al imam y después pedimos a las autoridades municipales que cerraran la mezquita, porque en Holanda la mutilación femenina es un delito grave. Sin embargo, el Ayuntamiento rechazó nuestra petición porque, dijo, se trataba de libertad religiosa y libertad de expresión. En cambio, ganamos el proceso judicial contra el imam, que ha sido condenado a realizar 80 horas de servicios comunitarios y al que se le ha impedido seguir fomentando esa práctica. Tenemos un causa abierta por los mismos motivos contra una mezquita de Utrecht».

«Me acusan de ser islamófoba»

La feminista holandesa explica que los musulmanes tienen todo el derecho de abrir sus mezquitas y escuelas, pero no pueden violar la ley. La paradoja es que, al llevar adelante estas batallas, muchas personas en Holanda la acusan de «racista e islamófoba». «Hay justicieros sociales que nos acusan de alimentar los estereotipos negativos contra los musulmanes y me dicen que soy de extrema derecha. Yo solo creo que cuando se tienen derechos, también se tienen deberes, entres los cuales está el de cumplir la ley».

Holanda es el país de Europa occidental donde más ha disminuido la práctica religiosa en los últimos cuarenta años. La tolerancia extrema de prácticas inaceptables, procedentes de algunas de las ramificaciones más radicales del islam, parece ser una de las muchas consecuencias de ese «hiperindividualismo» que denunciaba a Tempi el cardenal holandés Willem Jacobus Eijk: «La causa principal de esta situación es el hiperindividualismo de nuestro tiempo. El hiperindividualista piensa que no solo tiene el derecho, sino incluso el deber, de crearse una fe a su medida, una filosofia de vida propia, un sentido propio de los valores éticos. El hiperindividualismo es una cultura de la autenticidad, como la definió el filósofo canadiense Charles Taylor, en la que el imperativo es ser uno mismo».

(Infovaticana)

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