El franquismo surgió como una reacción in extremis a la doble amenaza, extraordinariamente grave, de romper la continuidad histórica de España, de indudable raíz cristiana, sustituyéndola por la sovietización y /o la disgregación en unos cuantos estaditos hostiles entre sí y manejables para potencias exteriores. Ante la degradación de los partidos políticos, atentos solo a sus intereses particulares, el franquismo se proclamó régimen sin partidos, pero esto era más bien una ilusión: en toda sociedad surgen partidos y banderías como reflejo de la gran variedad y oposición de intereses, sentimientos, etc., presente en ella. La democracia permite jugar con esas oposiciones sin que lleguen al golpismo y al choque directo, siempre que todos respeten la básica unidad nacional y las reglas de funcionamiento.
El franquismo llamó “familias” a los partidos que lo integraban, fundamentalmente el católico-político ligado al Episcopado, la Falange, el carlismo y los monárquicos de tradición liberal. Estos partidos eran muy distintos y poco amistosos entre sí, en cada uno de ellos había un sector minoritario abiertamente antifranquista, y dos de ellos estuvieron cerca de provocar el derrumbe del régimen: el monárquico hacia el final de la II Guerra Mundial y posguerra europea; y el católico democristiano con una labor de zapa desde mediados de los años 60. Si algo demuestra el realmente extraordinario talento político de Franco, realmente incomparable con cualquier político anterior o posterior, fue su habilidad para mantener bajo la rienda a todas las familias, torear a algunos de sus políticos y superar sin sangre las crisis provocadas por las rivalidades entre ellas.
No obstante, hacia la muerte de Franco, el sistema hacía agua por todas las familias, lo que podía haber provocado un hundimiento catastrófico del régimen. Sin embargo, los logros sociales y económicos de este, en particular un ambiente políticamente reconciliado, hacía que las tendencias extremistas y deseosas de enlazar con el Frente Popular, fueran muy débiles, lo que hizo posible una transición relativamente pacífica, sin más amenaza grave que la del terrorismo. Hoy nos hallamos en situación similar a la que precedió a la guerra civil, con grave amenaza de disgregar al país y romper su continuidad histórica. Solucionar el problema antes de llegar al enfrentamiento radical es la tarea del momento.
Pío Moa | Escritor | https://www.piomoa.es/
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2 comentarios en «El franquismo antifranquista | Pío Moa»
La reflexión de Pio Moa coincide, con lo yo vivido. Nací el 9 de enero del 39. No sé de donde han sacado (los jóvenes) una Historia de España, distinta a la que yo he conocido. Porque Franco nunca puso trabas al catalán. Si es verdad, que quienes querían estudiar en catalán, tenia que ser por cuenta de su familia, y eso me parece bien, porque la principal cultura, que ha de pagar el gobierno, es la que nos une a todos los españoles. Habían dos escuelas en catalán, una en Barcelona, que es donde estudió Pascual Maragall, y otra en Badalona, que eran privadas.España quedó arrasada económicamente después del 39. Llegaron a Cataluña muchos matrimonios jóvenes, que vivian en pisos realquilados, y otros en barracas. Sacar adelante a tantos se consiguió trabajando duro. No se regaló nada, todos consiguieron con su esfuerzo, tener piso y 600, La frase de Franco que corría era: Te voy a regalar la caña, no los peces.
No lo había comentado antes. Era parecido pero no el mismo.
Mjchos admiramos al Cesar Carlos I o al «ilusreado»Carlos III, por sus actos de gobierno, por sus realizaciones… pero, ahora, no se puede seer «Carlos primerista» ni Carlosterecerista porque ni fueron creadores de una doctrina, de una creencia…Tampoco se puede seer franqusta, aunque se reconozcan hy proclamenlas grandes conqujistas economicas y sociales durante su mandato…pero no creó ninguna doctrina.
José Antonio Sí.