El campo español y el francés se unen contra la competencia injusta de Marruecos y el apoyo de la UE

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«Marruecos se salta la ley y la UE no hace nada»

El hartazgo de los agricultores españoles y franceses y la rebelión del pueblo saharaui se alinean contra las prácticas de Marruecos.

Los agricultores españoles y franceses, anteriormente competidores laborales acérrimos, ahora están uniendo sus fuerzas ante la competencia injusta de Marruecos. Esta situación ha sido un golpe para los agricultores europeos, que sienten, además, que la Unión Europea, en lugar de proteger sus intereses, los ha abandonado en favor de terceros países, como Marruecos.

Los productores de España y Francia han alcanzado su límite por las importaciones «masivas» de frutas y verduras que llegan procedentes de Marruecos. Este hartazgo contra Marruecos y su forma de actuar encuentra un aliado en el movimiento que lucha para acabar con la ocupación ilegal marroquí del Sahara Occidental, el Frente Polisario. El terreno reivindicado por los saharauis se ha convertido en el huerto de Mohamed VI, ya que ahí se cultivan buena parte de los tomates que luego llegan a Europa como marroquíes y se aprovechan del tratado de libre comercio con la Unión Europea (UE).

Agricultores franceses y españoles unen sus fuerzas

La sociedad entre los países separados por los Pirineos – y otrora enfrentados- y los denunciantes del expolio marroquí se ha hecho palpable en un encuentro con periodistas apadrinado por COAG, según recoge el Debate. La organización profesional agraria ha cargado junto al sindicato francés Confédération Paysanne, el Frente Polisario y la ONGD Mundubat contra el libre albedrío de Marruecos en el Sáhara Occidental y sus repercusiones en el mercado europeo.

«Los productos que se cosechan en el Sáhara Occidental no son marroquíes. Marruecos se salta la ley y la Comisión Europea no hace nada», lamenta Manuel Devers, abogado del Frente Polisario.

La Unión Europea y su apuesta por Marruecos

Españoles y franceses condenan que se favorezcan las importaciones de frutas y verduras de Marruecos que califican de competencia desleal porque los estándares del país africano «están muy lejos» de los que se exige en la UE. La cuestión fitosanitaria, las condiciones laborales de los trabajadores, la sostenibilidad de los métodos copan las quejas de los agrarios europeos así como la ayuda descarada y discriminatoria de la UE a favor de Marruecos y en contra de los agricultores europeos.

Es inadmisible que la UE, que debería velar y proteger a sus agricultores, los abandone y apueste por países terceros como Marruecos. Esta política ha llevado a que los agricultores de Francia y España, históricamente en competencia, encuentren un enemigo común en las importaciones desleales de Marruecos.

La alianza de la UE con Marruecos permite la importación de 285.000 toneladas de tomate por un precio mínimo de 0,46 euros el kilo libres de carga arancelaria; sin embargo, Andrés Góngora, responsable estatal de frutas y hortalizas de COAG, ha denunciado que desde 2019 llegan unas 500.000 toneladas anuales. «Unas 230.000 toneladas de tomate se cuelan cada año sin pagar tasas», apunta Góngora, que señala que los cálculos de su organización muestran que Marruecos tendría que haber pagado 71,7 millones de euros a España en los últimos cinco años por el excedente de tomate que ha introducido en el mercado europeo.

Rechazo a los acuerdos comerciales

Los agricultores europeos reclaman que se cumpla la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) que tumba los acuerdos de agricultura y pesca cerrados en 2019 de la UE con Marruecos. «Si hay una sentencia no hay que esperar un año, se tiene que cumplir y punto», demanda Góngora.

Jean Thévenot, agricultor miembro de Confédération Paysanne, subraya el rechazo de su sindicato a todos los acuerdos comerciales con terceros países: «Defendemos la soberanía alimentaria para que cada pueblo maneje su alimentación respetando los derechos. En Marruecos se trabaja sobre un terreno ocupado y con condiciones impensables en Europa, lo que permite producir en precios muy bajos».

COAG se añade al portazo a los acuerdos comerciales con terceros países; «nunca van a beneficiar a los pequeños productores del país ni al consumidor ni al destino».

Las consecuencias de una política globalista

Es una constatación más que la UE trabaja para intereses globalistas y no para sus ciudadanos. Esta afirmación se ve reforzada por las políticas que favorecen a países terceros en detrimento de los productores locales, dejando a los agricultores europeos en una posición de desventaja.

Las quejas de los agricultores apuntan al hundimiento de los precios que provoca la acción exportadora de Marruecos. Según COAG, España ha perdido un 30 % de la superficie de tomates como consecuencia de la guerra desigual con los magrebíes. La organización responsabiliza a la UE de no controlar la importación marroquí. «La Comisión Europea nos remite a que el control de las aduanas es competencia de los Estados miembros y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación nos redirige a los ministerios de Economía y Hacienda, cuya respuesta es el silencio (…) Es un sistema fraudulento que permite enmascarar el precio y colar todo tipo de tomate desde Marruecos. Se vende tomate suelto a un precio que es incompatible con la liquidación de tasas arancelarias porque es menor el precio del tomate que de la propia tasa», concluye Góngora.

La Unión Europea está sacrificando a sus propios ciudadanos en el altar de la globalización, permitiendo que países como Marruecos inunden nuestro mercado con productos a precios que nosotros no podemos igualar sin perder nuestra dignidad y sustento.

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