El Banco Central Europeo ha confirmado este jueves que los tipos de interés subirán 0,75 puntos. Con este movimiento drástico, el BCE intenta, aunque ya muy tarde, poner freno a una inflación totalmente desbocada y cada vez más enquistada en las arterias de la economía europea. Se trata del incremento más brusco que ha aplicado el BCE desde su nacimiento, hace más de dos décadas. El precio del dinero en la Eurozona queda establecido así en el 1,25%, tras sumar dos subidas en apenas dos meses.

La institución justifica la medida por la necesidad urgente de poner freno, de una vez, a la crisis de precios. «Las presiones sobre los precios han seguido intensificándose y extendiéndose al conjunto de la economía, y la inflación podría continuar aumentando en el corto plazo«, señala.

La vía más drástica

El Consejo de Gobierno, liderado por Lagarde y el español Luis de Guindos, tenía dos opciones. La primera, apostar por una subida drástica de 0,75 puntos, con el fin de poner un dique mucho más elevado frente a la escalada de los precios (9,1% en la Eurozona al cierre de agosto). La segunda, limitar el aumento de los tipos a 0,50 puntos, dada la debilidad del crecimiento económico, con potencias europeas como la alemana asomándose la recesión.

¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo seguirá el BCE encareciendo el precio del dinero? Es una incógnita, también, para los analistas de la institución. No obstante, Lagarde y su equipo confían en que el fuerte endurecimiento de la política monetaria acabe dando resultado. «A medida que los actuales determinantes de la inflación vayan desapareciendo con el tiempo y que la normalización de la política monetaria se transmita a la economía y a la fijación de precios, la inflación descenderá», señala el comunicado oficial. «De cara al futuro, los expertos del BCE han revisado significativamente al alza sus proyecciones de inflación y ahora esperan que se sitúe, en promedio, en el 8,1 % en 2022, el 5,5 % en 2023 y el 2,3 % en 2024».

La preocupación crece en vista de un contexto muy grave ya que la inflación no cede en la Eurozona, ni lo hará con contundencia mientras esté latente la amenaza rusa de cerrar totalmente el grifo del gas. Paralelamente, la escalada de precios está haciendo mella en el consumo de los hogares y la inversión empresarial, restando fuelle al avance del PIB. La política monetaria, por tanto, actúa como arma de doble filo. Es decir, las medidas demasiado drásticas pueden ser positivas frente a la inflación pero negativas de cara a la recuperación económica.

De hecho, el propio BCE ha reconocido este jueves que la economía sufriría un estancamiento según avance el año. «Tras experimentar un rebote en el primer semestre de 2022, los últimos datos apuntan a una desaceleración sustancial del crecimiento de la zona del euro, y se espera un estancamiento de la economía durante los últimos meses del año y en el primer trimestre de 2023«. El organismo recuerda que «los precios muy elevados de la energía están reduciendo el poder adquisitivo de la renta de los ciudadanos y, aunque los cuellos de botella están relajándose, siguen limitando la actividad económica». Los expertos esperan ahora que el crecimiento sea del 3,1 % en 2022, el 0,9 % 2023 y el 1,9 % en 2024.

(Con información de Voz Populi)