Desobediencia civil | Hannah Arendt

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Considero que Hannah Arendt es una de las intelectuales a las que hay que prestar atención porque sus reflexiones están orientadas a una participación social y política responsable. «Desobediencia civil» es un ensayo sugerente y puntualiza que perderíamos una dimensión preciosa de esta forma de disidencia si la redujésemos a la resistencia ante el orden civil expresada por un sujeto en nombre de una ley superior. El ensayo se publicó en la revista The New Yorker el 12 de septiembre de 1970 y sería posteriormente recogido en el volumen Crisis de la república, publicado en 1972. La reflexión sobre la dimensión extranormativa del cambio legal desempeña un papel central en esta meditación sobre los parámetros de normalidad jurídica que formaban parte de la experiencia política del país. Como señala la prologuista, Nuria Sánchez Madrid, Arendt percibía en las discusiones sobre la desobediencia civil en la Norteamérica de los años setenta una visión excesivamente rigorista de la vigencia y autoridad de los marcos legales, incapaz por ello de comprender el papel que las reivindicaciones ciudadanas debían cumplir en un espacio público saludable. Efectivamente, decantar el sentido específico de la desobediencia civil precisó de un largo camino en su itinerario intelectual.

El tema abordado es de interés por lo que está sucediendo en la actualidad política y cultural en Estados Unidos, como reacción a la agenda ideológica «woke» de un gobierno que ha cruzado varias líneas rojas en cuanto a libertad de expresión, libertad religiosa y derechos de los padres para con la educación moral de sus hijos. Términos como public shamingcheck your privilegecancel culture, white silence is violence o la dinámica del movimiento BLM generan una reacción de indefensión y un despertar que reivindica también los excesos de los cambios legales. El ensayo, que está dividido en tres partes, transmite un mensaje de indiscutible actualidad, por cuanto descarta que la calidad de los órdenes normativos que rigen las comunidades humanas deba cifrarse en su incapacidad para transformarse.
En «Desobediencia civil» Hannah Arendt arroja luz sobre el carácter contingente de los órdenes constitucionales. Se atreve, incluso, a negar la mayor a Henry David Thoreau, figura mítica para la cultura política estadounidense y motivo inspirador para líderes de la lucha por los derechos civiles como Mahatma Gandhi o Martin Luther King. En sus páginas recuerda que la tradición legal norteamericana debía entender el incumplimiento de las leyes bajo determinadas circunstancias como expresión de la insatisfacción de una comunidad, al advertir que reclamaciones procedentes de intereses compartidos quedaban desatendidas por la norma vigente. Situaba, en realidad, esta acción colectiva en la cumbre genética de la norma legal y su fuerza vinculante, al menos en la experiencia que dió origen a los Estados Unidos (Pacto del Mayflower, 1620). Asimismo, puntualiza que perderíamos una dimensión preciosa de la desobediencia civil si la redujésemos a la resistencia ante el orden civil expresada por un sujeto en nombre de una ley superior. Su propuesta sobre la desobediencia civil se concentra en dos rasgos: primero, que se trata de una acción promovida por un interés compartido, no por la voz de la conciencia de un solo individuo; y segundo, que aboga por manifestarse en público de manera no violenta, lo que la separa del proceder revolucionario violento de la confusión, la crispación y la polarización.

(Gabriel Cortina)

Ficha técnica:


Desobediencia civil
Hannah Arendt
Alianza Editorial
102 páginas

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