En el encuentro organizado por el Instituto de Seguridad y Cultura se ha debatido sobre la estrategia auspiciada por Rabat sobre las dos ciudades autónomas y los peñones españoles próximos a sus costas
Las elecciones generales del próximo 23 de julio plantean un escenario de incertidumbre en España sobre la relación del futuro Gobierno con Marruecos. Casi un año después del asalto a la valla de Melilla más trágico de los últimos años, y con las sospechas de una presunta injerencia marroquí durante la campaña electoral del 28 de mayo en la ciudad, el Instituto de Seguridad y Cultura ha organizado este seminario para analizar el estado actual de las relaciones entre España y Marruecos.
En este sentido, distintos expertos han coincidido en que España necesita definir una estrategia de Defensa sólida y diseñar una política exterior firme que no permita a Marruecos seguir cuestionando ni su integridad territorial ni la legitimidad del sistema democrático.
Para Manuel Torres Soriano, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide, “la mera percepción de la injerencia ha provocado una imagen de posible deslegitimación electoral. Si ese partido hubiera ganado las elecciones en Melilla, la percepción de los ciudadanos hubiese sido que las elecciones habrían sido corrompidas, y este es un escenario muy apetecible para Marruecos. Nuestro vecino ha sacado una lección muy clara de cara a futuros comicios”.
Estrategia de Marruecos
Los expertos han coincidido en que la inestabilidad en las relaciones de España con Marruecos se ha intensificado durante la última legislatura. “Debemos asumir que, desde hace unos años, se produjo un cambio de paradigma en la forma en la que Marruecos quiere alcanzar la anexión de Ceuta y Melilla. Su perspectiva es la de un conflicto en la zona gris, que dará frutos en el medio y largo plazo. Esto explica que la relación entre ambos estados no haya mejorado a pesar de la importante cesión efectuada por el presidente Sánchez respecto a la cuestión saharaui”, ha explicado Torres Soriano.
Para Luis de la Corte, el concepto de zona gris “trata de designar algo que ha existido siempre, sólo que ha ganado importancia en los últimos tiempos porque hay más oportunidades de generar cierto grado de desestabilización, para ampliar la capacidad de influencia y de coacción sobre otros estados”.
Sáhara Occidental
Respecto al cambio de postura de España en relación con el Sáhara Occidental, materializado a través de una carta firmada por Pedro Sánchez en la que aseguraba que “España considera la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”, no se interpreta en Marruecos como una verdadera política de Estado, según el catedrático. “El régimen marroquí piensa que la nueva postura puede revertirse en cualquier momento y por eso no cree que tenga que cambiar su política de confrontación con respecto a la soberanía de Ceuta y Melilla”, ha asegurado.
Para Florentino Portero, el cambio de postura realizado por el Gobierno de Pedro Sánchez es “ilegal” y es fruto de una reacción a una situación concreta. “El rey de Marruecos le hizo saber que podía colocar a 10.000 jóvenes en suelo español en un día, y que podría colocar otros 10.000 al día siguiente. Este es el juego que nos encontramos. Y en este contexto, el concepto de victoria militar se diluye”, ha reflexionado el historiador y experto en relaciones internacionales.
Ceuta, Melilla y los peñones
Frente a la inconsistente respuesta española a los sucesos de los últimos años, Torres Soriano ha indicado que “la política de no respuesta a las provocaciones marroquíes, lejos de apaciguar a nuestro vecino, traslada un mensaje contraproducente: estas prácticas funcionan y pueden seguir escalando hacia acciones más agresivas sin miedo a represalias.”
Una idea compartida por Portero. “A mayor compromiso por nuestra parte con su estabilidad y desarrollo, mayor es la presión que recibimos de Marruecos. No va a cesar hasta que consiga Ceuta, Melilla y los peñones. Pero nunca nos ha engañado, somos nosotros los que practicamos el autoengaño. Tenemos que reforzar la relación con Argelia y nuestro discurso frente a Marruecos”, ha explicado.
Para este analista el futuro no es halagüeño para España porque “ha facilitado a su peor enemigo, que cuestiona su propia soberanía, el acceso al Parlamento Europeo y al entorno político de la Unión Europea”. Según Portero, los próximos años “serán tensos y complejos”, porque España necesita de una cohesión parlamentaria “que hoy no existe”.
(Con información de Voz Populi)
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