De Málaga a Malagón | José Antonio Ruiz de la Hermosa

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Escribo, hoy domingo por la tarde, este resumen de lo que más me llamó la atención de esta semana. Curiosamente, quizás, lo que más me preocupa no lo sea lo que a los demás, pero a mí si me preocupa la incidencia de cosas que aparentan, pero en realidad encubren la verdadera situación en la que nos encontramos y que nos va a llevar a situaciones caóticas a no mucho tardar.

 

Domingo por la mañana, una muchedumbre llena los espacios aledaños al templo de Debod, regalo de nuestros antaño amigos egipcios, y que está situado en un verdadero hito de nuestra historia. Unos jardines que ocupan el solar del que fue “Cuartel de la Montaña”, lugar donde se escribió una patética lucha con el resultado de la muerte de los soldados, gentes de orden y falangistas, que el 18 de julio de 1936 lo defendieron cuando asaltados por las hordas comunistas y demás personal afín, se practicaron, como muestran fotos de la época, algunas cosas deleznables con aquellos pocos que defendían a España y su existencia como Nación.

 

Hoy muchos años después, y de una forma tranquila y festiva una muchedumbre, como ya dije antes, clama a los cuatro vientos por una solución a un problema que ya se planteó en 1936 y en 1873. Ni que decir tiene que las causas son casi las mismas, los objetivos casi iguales y quién está detrás del problema dignos sucesores de los anteriores. Tanto entre los que quieren destruir a España, como los que la quieren ahora y en el futuro. Una rememoración de un enorme problema.

 

Ya he referido en estas páginas que, simplemente España es el enemigo a batir desde la envidia y la impotencia de antaño, hablamos de muchos siglos atrás, hasta la envidia y el desprecio del momento presente. El porqué de todo ello nos lleva siempre a la diferencia del ser español, que llegó a dominar el mundo con una población de mucho menos de diez millones de habitantes, cuando el conjunto de sus enemigos era diez veces más en el ámbito europeo y mediterráneo.

 

Ni entonces ni ahora perdonan los anglos y sus aliados franceses y de donde el sol sale y se pone de un color negro y frío, como el capitán Alatriste cuenta al conde duque de Olivares, y que, desde esos lares, sobre todo, se vierte a la defensora de la “Fe Católica” la inquina y el deseo de destruirla. Desde 1492 en que la Reina expulsó a los ancestros de Henry Alfred Kissinger, el peor enemigo de España desde la creación de la Leyenda Negra, nunca han dejado de tratar de la destrucción de esta España que prefirió unas provincias con los mismos derechos y deberes en todo el mundo a un imperio extractivo que saqueó, pervirtió y esclavizó, como los anglos, los galos y los neerlandeses, e incluso nuestros hermanos portugueses, todo lo que se les puso por delante.

 

La destrucción de las provincias americanas de España, comprando a traidores y resentidos, aprovechando la Invasión Napoleónica y que denostaban a su propia madre patria, hasta el final del siglo XIX, ha sido la tónica de nuestros enemigos, que ya he dado la lista y creo que no es tan exhaustiva. Pues, como no tuvieron bastante, se lanzaron en el siglo XX a por el germen de esa España en su propio solar europeo. En colaboración con la peor ideología con diferencia que ha asolado la tierra y con cientos de millones de muertos en su haber. Unos y otros atacaron y continúan en la brecha hasta la total disolución de esta Nación.

 

Hoy, y apoyándose en ese Globalismo mitad capitalista, mitad socio del comunismo alienante, siguen en la brecha. Y continúan comprando a traidores y engañando a un pueblo con mentiras históricas y futuros inciertos de falsos paraísos.

 

Lo peor de todo ello, es la situación de quienes viendo venir la destrucción de su Nación, su lugar de vida y trabajo, y sobre todo su familia y los que les rodean, son engañados por los falsos flautistas de Hamelin. Hoy he visto a esa masa de españoles que, con la desesperación de quien ve como por el desagüe de la existencia de un modo de vida, de una cultura, de una historia y sobre todo de una comunidad de personas, se juntan y salen día a día a llenar las calles contra los felones que quieren destruir su vida y la de con quien ellos están. Algo, que, por desgracia, no va a conseguir evitar, tal y como van las cosas. Pues ante la posible defensa de los españoles, los que financian y dirigen la destrucción de España, han comprado no solo a quien han puesto en el desgobierno, sino también en la oposición al mismo. Y saben que me refiero a quien habla de libertad, pero amenazó con multas de miles de euros a quien no se vacunase, a quien ha hecho desaparecer los carteles en español de su región y alguien que impide hablar el idioma de España en una de sus más antiguas regiones, con una política lingüística horriblemente destructora y separatista.

 

Me llama la atención que alguien así, se presente en público defendiendo “la Unidad Indisoluble de la Patria”, pues en su pequeña taifa defiende lo contrario. Quiero recordar a mis lectores, que es un principio fundamental de todo buen dueño de empresas, que la mejor manera de no tener problemas con las mismas es crearse su propia oposición, o sea empresas que compitan con las suyas, con lo que el enemigo está bajo su control. Algo así como ser simultáneamente dueño de Coca Cola y Pepsi Cola. Algo que los jefes del “sátrapa” saben perfectamente. Y, por lo tanto, lo aplican también a su política actual y de futuro.

 

Por favor, ¡español! No te dejes engañar por cantos de sirena y valora siempre quien, porque y a dónde te lleva quien pretende ser tu guía. Pues a veces salimos de Málaga, para meternos en Malagón. Y ahí lo dejo.

 

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

2 comentarios en «De Málaga a Malagón | José Antonio Ruiz de la Hermosa»

  1. Inconmensurable articulo. No es posible mejor retrato de una felonia y su paraguas, Y es que estamos amorfinados o, lo que es peor, nos resbala la Patria y su futuro.

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