Los currículums falsos de Podemos confirman que la llamada “nueva política” solo trajo más engaño. Iglesias, Monedero o Errejón mintieron como los de siempre.
Una izquierda que llegó denunciando “la casta”… y mintió como ella
La dimisión de José María Ángel Batalla, socialista, por falsedad documental ha reabierto el debate sobre la ética política. Pero no es un caso aislado. Ni el PSOE, ni el PP, ni desde luego Podemos están libres de culpa.
Mientras Noelia Núñez dimitía por sus escándalos en el PP, el historial de mentiras de los currículums falsos de Podemos sigue acumulando nombres y vergüenzas.
Desde 2016, los comunistas de Podemos han demostrado que saben engañar con la misma destreza que los partidos tradicionales. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón son solo algunos ejemplos de cómo el discurso contra la casta terminó siendo pura fachada.
Pablo Iglesias y su supuesto C2 de inglés: la gran farsa
El exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, afirmaba en su currículum tener un nivel C2 de inglés, el más alto según el Marco Europeo. Esta afirmación implicaría un dominio casi bilingüe.
Sin embargo, diversos vídeos viralizados en redes sociales mostraron lo contrario: Iglesias apenas podía expresarse con soltura en inglés. Su pronunciación, vocabulario y fluidez dejaron en evidencia que esa titulación era tan real como su compromiso con la regeneración democrática.
Medios como OKDIARIO y La Gaceta documentaron estas carencias con ejemplos concretos, desmontando uno de los pilares de su imagen académica.
Los currículums falsos de Podemos no son un descuido: son una estrategia política.
Juan Carlos Monedero: mentiras económicas y académicas
Juan Carlos Monedero fue otro referente de la formación morada que no dudó en falsear méritos para engordar su historial.
En su web personal aseguraba haber sido “responsable del equipo español del BCE” durante la implantación del euro: Ha trabajado como consultor internacional para diferentes organismos[…] Fue el responsable del equipo español del Banco Central Europeo para el estudio y seguimiento de los efectos de la implantación del euro en España (Instituto Europeo de Florencia y Banco Central Europeo, 1998-2003).
Pero el Banco Central Europeo lo desmintió categóricamente. Nunca ocupó ese puesto.
Además, Monedero afirmaba haber sido profesor invitado en la Universidad Humboldt de Berlín, pero la institución también lo negó públicamente. No constaba como tal en sus registros.
En 2015, la controversia sobre pagos desde Venezuela y sus títulos dudosos forzó su dimisión de la cúpula de Podemos. Aunque no fue imputado, quedó retratado como el prototipo de la casta comunista, que tanto criticó.
Íñigo Errejón y la beca fantasma de la Universidad de Málaga
El caso de Íñigo Errejón también merece atención. En 2014, obtuvo una beca de investigación en la Universidad de Málaga con un sueldo de 1.825 euros mensuales. Su tema de estudio era la vivienda en Andalucía.
El contrato requería dedicación presencial de 40 horas semanales en Málaga. Pero Errejón vivía en Madrid y no asistía. Este incumplimiento contractual generó un escándalo universitario.
Peor aún, cobraba simultáneamente de la UMA y de Podemos: un doble salario por una supuesta tarea de asesoramiento político, que provocó un conflicto legal y ético.
La izquierda comunista, que prometió transparencia, terminó usando las instituciones como cajas pagadoras de favores. La coherencia, una vez más, quedó sepultada bajo el oportunismo.
Podemos, PSOE y PP: unidos en el engaño
El caso de los currículums falsos de Podemos no es único. Pero sí es especialmente hipócrita viniendo de una formación que basó su identidad en “ser diferentes”.
Al igual que el PP y el PSOE, sus líderes han mentido descaradamente. Pero a diferencia de estos partidos, Podemos lo hizo mientras señalaba con el dedo, alardeando de superioridad moral.
Esta doble vara de medir ha destruido la poca legitimidad que le quedaba a la izquierda comunista radical. La regeneración prometida nunca llegó. En su lugar, obtuvimos más cinismo, más gasto público injustificado y más mentiras institucionales. Lo propio del comunismo.




