Culminación de un  proceso | Pío Moa

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Mi intervención de los sábados con Luis del Pino se titula “involución permanente”, título adoptado tras la subida al poder del PSOE en 2004. Comenzó entonces un proceso de involución nacional y democrática, a la que colaboró el PP (propiamente, la involución había comenzado en 2002, con la condena del 18 de julio por Aznar). El proceso corrosivo, a falta de oposición, ha proseguido hasta llegar a la situación actual, en la que los enemigos de España y de la democracia parece a punto de “alcanzar sus últimos objetivos políticos”, diríamos parodiando el último parte de la guerra.

Importa entender este proceso involutivo y corrosivo. Izquierda y separatistas tuvieron éxito en apropiarse la bandera de la democracia y oponerla al franquismo. La derecha, proveniente a todos los niveles del franquismo, no dudó en facilitarles la tarea. De este modo el nuevo frente popular  de hecho se hacía con la legitimidad histórica, fundamento de todas sus políticas de ataque a la herencia franquista, en particular, insisto,  a la unidad nacional y a las libertades, también a la monarquía. El año anterior a la salida de Los mitos de la guerra civil, esa batalla estaba ganada por completo, debido a la  condena del franquismo por un PP deseoso de congraciarse  con los separatismos adelantándose a sus deseos. Y el sector que se consideraba más franquista no tenía ningún problema en ceder esa bandera, una democracia que detestaba. Ya la versión derechista de la guerra venía lastrada por la entrega de la legitimidad republicana a un frente popular que la había destruido: bando “republicano” lo han seguido llamando hasta hoy;  y por la sustitución del análisis político-histórico por  jeremiadas sentimentales de “guerra fratricida”, que a menudo se extendía a un supuesto carácter español “cainita”, guerracivilista,  idea tomada de las sandeces de Américo Castro, o en la que este insistía.

En general, la derecha carece de comprensión de la historia y de su valor político actual. Por eso ha creído que condenar el 18 de julio no tenía mayor trascendencia, y en cambio le proporcionaba un éxito político en el momento, un marchamo de “demócrata” a los ojos de una izquierda y separatistas que se reían de la pretensión, y de una “Europa” sobre la que tampoco había hecho el menor análisis histórico y político (esta última carencia me animó a llenar en lo posible ese vacío con Europa, una aproximación a su historia, y más recientemente con el ensayo sobre la II Guerra Mundial y el fin de una era.

Pío Moa | Escritor | https://www.piomoa.es/

1 comentario en «Culminación de un  proceso | Pío Moa»

  1. La derecha en España se siente deudora de la izquierda y por ello no le importa apoyar decisiones de liquidación histórica con una ley de memoria democrática de sólo unos. Hay 40 años de nuestra historia, que fue llamada el franquismo, que existieron y que no pueden ser borrados ni cambiados por otros que no fueron. No podemos cambiar lo que pasó desenterrando a Franco. Es una estupidez. Vengarse de algo en un muerto es de cobarde, porque si estuviera vivo otra cosa sería. Querer pasar a la historia como el desenterrador de Franco es el colmo de la estupidez. Pero ahora incluso se quiere desenterrar a Adolfo Suarez de la Catedral en la que está enterrado con el pretexto de que fue Secretario general del Movimiento, sin considerar que fue también el primer presidente de la Democracia y que, aunque con sus errores consiguió realizar la Transición. Parecía que izquierda y derecha habían olvidado sus complejos, pero no es así, y la otra vez para solucionar el tema tuvimos que ir a la guerra, en la que siempre habrá vencedores y vencidos, y volveremos a dar otra vuelta a la rueda de la Historia.

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