Crónica de un apagón anunciado | Eusebio Alonso

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Recientemente, los medios de comunicación de Austria se han hecho eco de la más que posible aparición de un apagón energético a corto-medio plazo. Esta alarma ha surgido de un informe de previsión de riesgos denominado “Sicher. Und Morgen” que se realiza anualmente en esa nación. Otros países como Suiza también han transmitido a sus ciudadanos la misma preocupación.

No puedo evitar hacer un inciso en este punto porque me conmueve profundamente que existan países que se preocupen por la previsión y, además, hagan públicos sus informes . Supongo que en España a estas cosas no se les da importancia, sea por nuestra natural forma de ser, sea porque nuestros políticos consideran que los asuntos de interés ideológico dan más votos en unas elecciones que publicar previsiones de seguridad a futuro bien argumentadas. ¿Tendremos alguna vez en España políticos serios y comprometidos que aparquen la improvisación y no traten a la población como si fueramos incapacitados? La verdad es que no lo sé. Lo que si sé es que eso depende de nosotros.

Veamos un poco de teoría de análisis y gestión de riesgos para entender mejor el problema. Cuando se identifica un riesgo de cualquier naturaleza, hay que estimar, aparte de sus posibles causas, una probabilidad de ocurrencia y una evaluación del impacto que produce cuando éste se materializa. Hay muchos ejemplos que podrían ilustrar este proceso. Uno de ellos es el riesgo de perder la vida cuando se viaja en avión. La probabilidad de que el avión se estrelle es extremadamente pequeña, gracias a las medidas de seguridad tomadas antes y durante el vuelo, a la redundancia en la operación de los sistemas críticos embarcados, a la redundancia en el pilotaje de la aeronave y a los sistemas de tráfico aéreo que supervisan la navegación desde el despegue hasta el aterrizaje, prediciendo riesgos de colisión en vuelo y asistiendo en situaciones de emergencia. Sin embargo, en caso de que se produzca un accidente, es muy probable que ningún ocupante del vuelo sobreviva. En consecuencia, el impacto del siniestro sería muy alto.

Combinados probabilidad de ocurrencia e impacto, se determina si un riesgo es asumible. Ambos parámetros, probabilidad e impacto, se pueden cuantificar. En consecuencia, analizar un riesgo supondrá calcular su probabilidad de ocurrencia y determinar su impacto. Si el resultado de ponderar del impacto con la probabilidad de ocurrencia es alto, entonces lo identificamos como riesgo grave. Si es así, se requerirá de una atenta monitorización de los indicativos de aparición del riesgo y la elaboración de un plan de contigencia para hacerle frente, con medidas paliativas, tan pronto como se confirme su aparición. En el ejemplo de viajar en avión, se determina que el riesgo es asumible porque el resultado de combinar probabilidad e impacto es pequeño. Análisis que ampliamente confirma la experiencia, y que hay que seguir realizando periodicamente con datos actualizados para asegurarse de que el nivel del riesgo no ha aumentado.

Es extraordinariamente importante que la información real de riesgos se conozca y se comunique a la ciudadanía, sin arreglos cosméticos, de manera que cada uno pueda decidir libremente, por ejemplo, si viajar en avión o, tal vez, en bicicleta. En el caso que nos ocupa, de un posible apagón energético, será preciso estar preparados y prever acciones para hacer frente a esa eventualidad.

El impacto de un apagón energético es la paralización de un país y la aparición de enormes dificultades para que la población satisfaga sus necesidades básicas. Siendo tanto mayor ese impacto, cuanto mayor sea la duración del apagón y la carencia de medidas eficaces de contingencia.

Es necesario mencionar que la energía eléctrica que se produce en una central de cualquier tipo, necesita ser inmediatamente consumida o almacenada. La capacidad de almacenamiento de la energía eléctrica producida y no consumida es bastante limitada. Un ejemplo de almacenamiento de esa energía es el que realizan las centrales hidroeléctricas bombeando, con la energía excedente, agua al mismo embalse que usan para la producción de electricidad.

Aunque el corte de suministro puede afectar principalmente a la energía eléctrica, también se podría producir en el gas. Recordemos que el gas se usa en algunas centrales térmicas como fuente de energía primaria para la producción de electricidad, así como en la calefaccion de muchos hogares.

POSIBLES CAUSAS DEL RIESGO DE APAGÓN ENERGÉTICO

El posible apagón, en algunos países de Europa, podría producirse por la acción individual o combinada de cualquiera de las causas que a continuación se enumeran. Para completar el análisis del riesgo, sería responsabilidad de un equipo de expertos evaluar la probabilidad de que estas, u otras, causas lo produjesen. Así como de definir el plan de contingencias apropiado.

Estas causas son:

  • Cierre programado de algunas centrales nucleares. La capacidad total de producción de energía eléctrica se verá penalizada. Alemania va a cerrar hasta 6 centrales nucleares y se plantea volver a quemar carbón para compensar temporalmente el impacto. En España no hay previsión de abrir ninguna nueva central nuclear, si bien, seguimos comprando energía eléctrica a Francia producida mayoritariamente por este tipo de centrales. Tampoco podemos ya quemar carbón al haberse desmantelado la industria minera y las centrales térmicas que lo usaban como materia prima.
  • Climatología y apuesta por las energías renovables. La reducción del caudal de los ríos afecta al agua de los embalses usados por las centrales hidroeléctricas. La producción eléctrica de las centrales eólicas y fotovoltaicas está supeditada a las condiciones de viento e insolación. Las centrales de energía renovable han producido el 38% de la energía eléctrica en 2019, pero esta producción no tiene garantizada una disponibilidad permanente al depender de las condiciones climatológicas que no son controlables más que por la propia naturaleza.
  • Dependencia energética y conflictos internacionales. España y Portugal se verán afectados por el cierre del gaseoducto Magreb Europa. Por otra parte, Rusia ha dejado de suministrar gas a Ucrania como consecuencia de sus malas relaciones. Con toda seguridad, Ucrania se verá obligada a quemar carbón para satisfacer sus necesidades energéticas este invierno. El nuevo gaseoducto, Nord Stream 2 intentará asegurar el suministro de gas ruso a los países de centro Europa. El gas también se puede transportar en barcos, pero es una alternativa que encarece el suministro y, además, la flota de barcos equipados para ello está actualmente muy saturada de encargos.
  • La compra por adelantado de gas para mejorar las reservas en previsión de emergencias aumenta la demanda y encarece los precios.
  • Falta de infraestructura para gestionar la volatilidad en la demanda energética. Esto significa una falta de capacidad para el almacenaje de la energía producida y no consumida.
  • Crecimiento progresivo del parque de vehículos eléctricos. Ya se ha comunicado que no se permitirá, a partir de 2035, que haya otro tipo de vehículos circulando que no sean eléctricos. Eso supondrá, progresivamente, un impacto enorme en el consumo eléctrico, así como en la adaptación de infraestructuras que permitan la recarga de estos vehículos en todos los hogares.
  • Posibles atentados. Por si faltase algún ingrediente en el panorama descrito en los puntos anteriores, no es descartable que fanáticos ecologistas puedan atentar en aquellas instalaciones de producción y suministro de energía que no encajen con lo que para ellos es aceptable. Esto ya ha ocurrido hace unos meses en una línea de alta tensión en Suiza y nunca se puede descartar.

Vivimos tiempos de fuerte inestabilidad en el consumo energético, consecuencia de la reciente pérdida de puestos de trabajo y la urgencia en recuperar las economías afectadas por la pandemia del COVID19. Muchas compañías han hecho importantes pedidos produciendo un colapso de abastecimiento. Debido a la escasez de suministros y para abaratar los costes de producción, muchas empresas han reducido el número de días laborables de sus trabajadores. Esto ha supuesto una reducción temporal del consumo de energía. Tendencia que se ha visto reforzada por el reciente aumento desproporcionado del precio de la electricidad y el gas.

No deja de sorprender que las fuentes de las que hacen uso las energías renovables como son el agua, el aire y el sol, que son gratuitas, produzcan el Kw hora con un precio similar al que tendría si se usara gas, cuyos gastos de adquisición y transporte son elevados. ¿Obedecerá esto a una estrategia malintencionada y consentida por el gobierno para reducir el consumo, cuadrando de forma maquiavélica el balance energético? Si así fuera, sería una villanía sin precedentes, al tratarse de un bien de primera necesidad que precisan todos los ciudadanos.

El plan energético nacional 2021-2030 se limita a indicar objetivos sin descender a compromisos ni a una planificación detallada, por lo que todo se puede quedar en un brindis al sol o, si no es así, nos lleve a un dramático encarecimiento de la energía con la excusa de financiar las inversiones realizadas en renovables que exige la agenda ideológica 2030. El citado plan abandona la opción de invertir en nuevas centrales nucleares en contra de la opinión de muchos expertos.

Como resumen de lo anterior, hay que decir que los países que no tengan independencia energética, como es nuestro caso por decisión política, correrán más peligro de apagón, así como de padecer un encarecimiento progresivo de la energía consumida, ya que la energía recibida del exterior obedecerá inevitablemente a la ley de la oferta y la demanda, asi como a intereses estratégicos. Por otra parte, debe quedar claro que las energías renovables, por si solas, no suponen una solución tranquilizadora debido a la incertidumbre en su disponibilidad.

Eusebio Alonso | Escritor 

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