Por un soldado de España
Esta semana he rememorado un desfile de las Fuerzas Armadas que se realizó hace 39 años. También en Interferir, pero con muchos años menos, el actual Rey, entonces Príncipe de Asturias ha estado en él. Yo recuerdo perfectamente a su padre presidiendo aquel desfile. Me encontraba entre las tribunas “del Rey” y “la de Autoridades”. Repasando imágenes de entonces me he visto fugazmente allí, donde tenía asignado mi puesto y, me ha hecho recordar las innumerables diferencias entre uno y otro momento histórico.
El Príncipe era un joven cadete de las academias militares que desfilaba en olor de multitud. Un joven deseado y apreciado por la mayoría del pueblo, incluso por la mayoría de la clase política de ese tiempo y, que, curiosamente, estaba en casi su totalidad. Me refiero a las más altas instancias. En aquel desfile de 1986. Juan Carlos I presidía el acto. Nada hacía presagiar los cambios que a día de hoy se han producido, respecto a él, a su hijo y a todos nosotros.
Me llamo la atención el final del desfile. Hace 39 años las autoridades, el Rey el primero, se dirigieron a pie a una plaza próxima, para con otro acto, terminar junto a un pueblo que le rodeaba y le aclamaba y del que le separaban apenas unos metros, muy pocos metros. Este año, la marcha de Felipe VI, al terminar el acto en coche cerrado y, hacía una reunión de autoridades presentes, supongo que muy en familia, porque solo había dos ministros del desgobierno, los relacionados directamente con las fuerzas militares presentes. Además, ninguno de los dos es especialmente popular, en el sentido positivo, no solo de sus uniformados, sino del pueblo en general.
Quizás, por eso y, para recorrer unos escasos cientos de metros, las autoridades siguieron al Rey, también en vehículos, y todos, el Rey y las autoridades, fuertemente escoltados y protegidos. Y así terminó un acto que representa la unión del Pueblo, del Ejército y de la Guardia Civil. ¿No les resulta extraño? Aunque a mí, lo más extraño, y lo que más me indigna, es “la no presencia” del que ocupa el que antes se llamaba Consejo de Ministros y la no presencia de veinte, nada más que veinte de esos ministros.
Entiendo que andamos mal de dinero, en cuanto a lo que se necesita para gastos de Defensa, pero lo del sábado pasado me resulta excesivo. Ni siquiera había una representación más o menos equitativa, en número, de los integrantes de las Fuerzas Armadas en las Islas. Tampoco es que sea mucha la cantidad de soldados en Canarias, pero si observamos las imágenes, casi había más mandos en activo y retirados que soldados desfilando. Como siempre digo: “La proporción de indios está muy desequilibrada con la de jefes. Y no solo es porque el número de jefes, sobre todo en edad de poca actividad sea tremenda, sino porque el número de indios es tan baja, que casi están los justos para rendir militarmente con los honores correspondientes la Plaza.
Pero de números, hablando en concreto, parecía de chiste. Unidades en el desfile, que calificaron de mixtas en los comentarios, mezclaban a soldados de tan diversas procedencias que hasta llamaba la atención, no solo a propios sino a extraños. También el que tan solo uno o dos vehículos representarán, como en los carros de combate, a muchos cientos de ellos, que se supone que tenemos y están operativos. Igual que se suponen esos miles de militares que existen sobre el papel, pero que en realidad son solo unas pocas decenas de miles. Y además, ni siquiera están en España, sino repartidos en la teórica defensa de otros posibles frentes de guerra, que tampoco entendemos muy bien.
Nadie justificó la no asistencia de ese presidente y veinte de sus ministros, nadie justificó el alejamiento del Rey de su pueblo y, nadie justificó la escasa presencia de hombres y material en el día de esos militares y su comunión con el pueblo. Un maldiciente dijo no sé qué de presupuesto innecesario para trasladar a los participantes desde la Península u otros lugares, y yo le respondería, que no hay ese problema económico para el goteo de inmigrantes ilegales desde esas mismas islas en aviones de pasajeros, pagando todos nosotros sus billetes. Últimamente cerca de cincuenta mil. Supongo que los soldados y vehículos que puede transportar un Ferry desde Huelva, hubiesen multiplicado bastante satisfactoriamente la pobre imagen del desfile. Pero…
Las no presencias quizás fueron más significativas, por ser deseadas, por quien verdaderamente dicta desde el campo de batalla de Waterloo. Aunque también el inquilino de la Moncloa se ahorró los habituales abucheos y tener que hablar con quien no le interesa, la voz del pueblo, algo que no hace desde tiempo ha. Y ahí se queda…
Jose Antonio Ruiz de la Hermosa | Es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.