La crisis alimentaria provocaría que el Parlamento del Reino Unido relaje las normas sobre la plantación de ciertos cultivos genéticamente modificados
Según la ONU en sólo dos años, el número de personas con inseguridad alimentaria grave se ha duplicado, pasando de 135 millones antes de la pandemia a 276 millones en la actualidad
La invasión rusa a Ucrania, y en especial bloqueo a las ciudades portuarias de Odesa y Mariupol, pilares del suministro del abundante trigo que produce este país, amenaza con empujar a buena parte del mundo hacia una crisis alimentaria. Esta situación, si se prolonga en el tiempo, interrumpirá la cadena de suministros, especialmente en el norte de África.
Una inmensa mayoría de países depende de las importaciones de alimentos. La guerra en Ucrania está haciendo a la economía global más vulnerable a la inflación. Esto será solo el comienzo para una crisis con consecuencias impredecibles, reflejan varias advertencias hechas recientemente.
Predicciones catastrofistas de la ONU
La ONU ha estimado que 1.700 millones de personas en 100 países se verán afectadas por una caída en el suministro de granos este año de Ucrania, conocida como el granero de Europa, y Rusia. El Secretario General de las Naciones Unidas lanzó un nuevo mensaje de alerta sobre el imparable número de personas que sufren hambre en el mundo.
Durante una reunión ministerial convocada por los Estados Unidos donde se pidió una llamada a la acción para garantizar la seguridad alimentaria mundial, el secretario general de la ONU António Guterres recordó que en sólo dos años, el número de personas con inseguridad alimentaria grave se ha duplicado, pasando de 135 millones antes de la pandemia a 276 millones en la actualidad.
La producción de cultivos modificados genéticamente
Acogiéndose en esta crisis, la producción de cultivos modificados genéticamente se acelerará para ayudar a garantizar el suministro de alimentos a raíz del conflicto en tierras ucranianas. Actualmente, la edición de genes está estrictamente regulada de la misma manera que la modificación genética bajo la ley de la Unión Europea, pero que el Reino Unido podría pronto cambiar, en gran medida por la independencia lograda después del Brexit.
En este contexto, el gobierno británico avanzaría esta semana con un proyecto de ley que permitirá producir más cultivos con semillas que han sido modificadas para que sean más resistentes a las enfermedades o necesiten menos agua o fertilizantes.
La edición de genes, que consiste en empalmar un gen y extraer o insertar nuevo ADN, está estrictamente regulada de la misma manera que la producción de transgénicos, según un fallo de 2018 del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Pero aprovechando el panorama actual, nuevamente el debate separa entre estas dos tecnologías, en especial tomando en cuenta procesos y ejemplos que se vienen utilizando hace décadas en la agricultura.
La decisión del Parlamento del Reino Unido de relajar la reglamentación sobre la plantación de algunos cultivos genéticamente modificados fue adelantada por el medio británico The Observer, que además de la crisis actual, defiende una nueva normativa debido a que “un mundo sobrepoblado y sobrecalentado necesita desesperadamente un suministro seguro de alimentos y limitar las emisiones de dióxido de carbono”, lo que “no debe permitir que las barreras anti-OGM – organismos modificados genéticamente- restrinjan el progreso”.
Para George Eustice, secretario de Medio Ambiente británico, dijo al diario The Telegraph que estas “tecnologías de precisión nos permiten acelerar la reproducción de cultivos que tienen una resistencia natural a las enfermedades y al cambio climático, y un mejor uso de los nutrientes del suelo para que podamos tener mayores rendimientos con menos pesticidas y fertilizantes”. Y agregó: “La escasez de agua es un desafío inminente con el cambio climático y, por lo tanto, esta tecnología podría ser imprescindible para la seguridad alimentaria mundial”.
Los planes de desregulación en torno a los cultivos transgénicos se centran en la edición de genes, un tipo de modificación genética que “está muy restringida en la UE”. Hoy, las reglas de la Unión Europea “hacen que la edición de genes para cultivos y ganado sea casi imposible”.
De presentarse esta semana, el Proyecto de Ley de Tecnología Genética (Cría de Precisión) podría convertirse en norma a finales de este año con los primeros alimentos transgénicos en los estantes de los supermercados para el próximo año.
La Unión Europea reticente
Sumergida en una larga agenda de discusiones, y con un consenso más complejo para alcanzar, el proyecto que la Unión Europea quiere liderar para paliar la crisis alimentaria mundial se enfoca en un programa equivalente al mecanismo de distribución de vacunas para el coronavirus, que se conoció como Covax.
Llamado Farm, por “Misión de resiliencia de la agricultura y la alimentación”, los 27 sólo tienen un esbozo ambicioso, aunque con muchas definiciones faltantes. Esquivando, al menos por ahora, el tema de los transgénicos, los lineamientos buscan: reasignación de alimentos, eliminación de trabas comerciales o la intensificación del diálogo entre países exportadores y países vulnerables.
La iniciativa Farm se lanza “en nombre de Francia, a nivel europeo”, anunció el presidente Emmanuel Macron cuando mencionó públicamente por primera vez este programa. Francia ha sido históricamente reticente a incluir el debate sobre la edición o modificación genética en los alimentos y cultivos.
Sin embargo, la guerra de Rusia en Ucrania inevitablemente golpeará la política ambiental de la Unión Europea. Por ende, se multiplican los llamados a ignorar el Pacto Verde Europeo y su variante para la agricultura, la estrategia “Farm to fork” (de la granja a la mesa), porque creen que redunda en un descenso de la producción agrícola, al menos en el viejo continente.
La Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores (FNSEA) ya ha llamado a “restituir la soberanía alimentaria como prioridad absoluta”. Al igual que ella, los sindicatos agroalimentarios (Ania y Cooperación Agrícola) quieren “poner en producción todas las tierras agrícolas disponibles en Francia y en Europa”. Pierre Pagès, vicepresidente de SEMAE (la interprofesional de semillas) ve la necesidad de “producir más, pero mejor” gracias a la ingeniería genética. Volver a poner los OGM -organismos genéticamente modificados- en el debate, para muchos sectores, la UE debe prepararse para revisar a fondo las regulaciones sobre el tema.
(Con información de Infobae)