Antonio Caño, periodista, exdirector de ‘El País’ y columnista de The Objective, fue despedido como director de El País a la llegada de Sánchez al poder.
El periodista Carlos Padilla le entrevista para The Objective. Por su interés reproducimos fragmentos de dicha entrevista.
¿Qué te preocupa más, la degradación del periodismo o de la política?
Es que va unido. La política está tan degradada porque el periodismo ha degenerado mucho. No puede existir una democracia liberal sana sin un periodismo fuerte e independiente. Y ninguna de las dos cosas se dan en este momento en España.
¿El periodista y el activista tienen algo en común?
No. Son contrarios. Un activista es lo contrario a un periodista. Un activista responde directamente a la causa para la que trabaja, por muy noble que sea esa causa que puede ser la protección de los mares o de los bosques, o cualquier causa noble que se nos pase por la cabeza. Pero para un periodista, por encima de cualquier causa está la verdad. Y si se produce un choque entre una causa y la verdad, el periodista tiene que optar por la verdad.
Uno a veces tiene más tiempo para reflexionar en verano y uno veía la actualidad y veía los incendios y a veces la falta de respuesta del Estado y el sempiterno problema de los trenes que no llegan o que llegan tarde, o que no salen directamente. Y veías un poco toda esa situación, y yo me preguntaba a raíz de esto de julio de 2018, hasta este septiembre de 2025, ¿qué funciona mejor hoy en España que hace siete años?
Habría que mirar con lupa. España se ha deteriorado en todos los órdenes. El más importante, desde luego, es el deterioro institucional. Pero todo lo demás funciona peor. España es un país en declive, no solamente porque está estancado económicamente y eso se manifiesta en todos los órdenes. España lleva diez años sin crecer económicamente y eso se ve y eso se nota. España se ha empobrecido y el compromiso de los ciudadanos con la sociedad es inferior. Los ciudadanos hoy creen menos en su sociedad y en su país. Y en parte es por eso, porque las cosas no funcionan.
Tú al principio no te gustaba usar el término sanchismo.
Es verdad. Pero por no darle importancia, ¿sabes? Porque claro, aquí cuando se usa el -ismo, es porque ya hay una corriente. Creado por el felipismo. Fueron 13 años de gobierno que transformaron este país. Y hablar de felipismo es sin duda justo, porque era una época. Pero yo no veía a Sánchez capaz de definir una época de la historia de España. Es decir, que estaba equivocado. Sí que la va a marcar; negativamente, pero la va a marcar por las pulsiones autoritarias se reprodujeron en la democracia española, que estuvo a punto de perecer por las ansias de poder de una persona sin escrúpulos y sin límites. Esa va a ser la definición del sanchismo en la historia de España.
¿Cuánto del poder de Pedro Sánchez tiene la ausencia de críticas notables a la gestión de Sánchez en determinado grupo de prensa, grupos mediáticos y todos, más o menos, podemos intuir a qué nos referimos?
Mucho, para qué nos vamos a engañar. El delito más grave cometido por Sánchez es la ley de amnistía. Eso es lo que marca toda su segunda época y que sin duda cuestiona la legitimidad desde el punto de vista de toda la legislatura. Eso no hubiera sido posible con medios de comunicación profesionales potentes, comprometidos con el servicio que se debe a una sociedad. En una democracia liberal no hubiera sido posible. No digo que no lo hubiera intentado, pero con medios de comunicación adecuados ese ejercicio es mucho más difícil.
Si de repente el diario El País hubiera puesto uno o dos o tres o 30 o 40 editoriales diciendo «no a la amnistía». ¿Crees que Sánchez hoy no sería presidente?
Creo que no hubiera salido la ley de amnistía. Si a eso se hubiera sumado Televisión Española, si se hubieran sumado otros medios que creían defender posiciones de izquierdas, no sé por qué creían que eso era de izquierda. No sé. No entiendo. ¿Quién vio alguna vez una posición de izquierdas en la ley de amnistía? Eso no hubiera salido. En la época que yo fui director El País, cuando dejé el cargo, alguna gente me dejó de hablar, pero otra gente que es con la que sí he mantenido relación después, me ha dicho y bastante gente me lo ha dicho. «Si la posición de El País, en la época en la que tú fuiste director, hubiera sido dudosa respecto a la oposición de los independentistas, ya veríamos qué hubiera pasado en Cataluña. Afortunadamente, El País fue contundente en su oposición a las propuestas de los grupos independentistas catalanes y en opinión de alguna gente, eso contribuyó de manera determinante a que fracase.
Yo creo que de lo que más te habrán preguntado de tu etapa pasada en el diario El País es ese editorial. Se van a cumplir ahora nueve años desde el 1 de octubre del 2016, el editorial que se llamaba «Salvar al PSOE», donde estaban esas líneas que siguen siendo recordadas, las de Sánchez ha resultado no ser «un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido, que con tanto desacierto ha dirigido, antes que reconocer su enorme fracaso y desidia». Nueve años después, aquí seguimos.
Si a alguien le molestó, lo siento. Yo no veo en esas frases nada que no se corresponda con el comportamiento de Sánchez. Es el peor dirigente socialista, es el líder socialista que más elecciones ha perdido en toda la historia. Creo que solo ha ganado una. Ha ido de derrota en derrota, hasta la victoria final. Y victoria que fue con una moción de censura después de otra derrota electoral. Y sobre la insensatez y la falta de escrúpulos, bueno. A los hechos me remito de lo que ha ocurrido en el PSOE. Nosotros creíamos que había que impedir que Sánchez llegara al poder porque era un insensato y porque iba a conducir a este país a una situación negativa. No creía yo que tan nefasta, pero sin duda negativa. Pretendía que los socialistas se dividiera entre quienes apoyaban Rajoy y quienes no apoyaban a Rajoy. Y el Consejo Editorial entendió que había que tratar de pararle los pies y que había que impedir que llegara al Gobierno, entre otras cosas porque sospechábamos de cuáles eran sus planes, que era un pacto con Podemos primero y con los independentistas después, tal como acabó ocurriendo.
La ideología en este país escasea frente al partidismo. Entonces, si lo hace el PSOE es progresista siempre. Si lo hace el PP, es liberal siempre.
Yo creo que es necesaria una política social comprometida y una política social que busque equilibrios y que equilibre la actuación del mercado. Sí que creo que es necesario generar sociedades donde haya igualdad de de oportunidades, donde los más desfavorecidos tengan posibilidades de crecer. Pero esas no son las que ha puesto en práctica este Gobierno. Nunca han sido las prioridades de este Gobierno. Y te digo, la política exterior es un ejemplo perfecto de cómo actúa este Gobierno, siempre movido por un solo instinto, que es la protección de Sánchez, que Sánchez siga en el poder. Aquí no hay más medida progresista que esa. Proteger a Sánchez y hacer que siga en el poder.
Estamos asistiendo a la agonía de Sánchez. Incluso en la entrevista con Pepa Bueno dices: «Bueno, parece que intenta ya convencer a su parroquia». Ahora ya le veo falto de eso. ¿Cómo será el final? Ya que tuvisteis buen ojo hace nueve años…
Yo no lo sé anticipar todavía. Creo que no hemos visto nada todavía de cómo va a ser de desastroso. Creo que Sánchez se va a enrocar. Sánchez no se va a ir por las buenas. Cada día está en una situación más difícil. Y cada día va a vender más cara su salida del poder. Y no sé cómo va a ocurrir esa salida del poder, pero no imagino el escenario tradicional de sustitución. No lo veo. No quiero tampoco hacer augurios tremendistas, pero creo que a España le queda todavía por conocer lo peor de Pedro Sánchez.
Es capaz de usar hasta su propia esposa para mandar una carta a la ciudadanía. Decir que es un hombre profundamente enamorado, una cosa de telenovela, tener en un país a todo un país pendiente de su decisión. Hemos vivido grandes momentos.
Es capaz de todo. Y le estorban los contrapoderes y le estorban las instituciones democráticas. Le estorba la Corona. Eso lo vemos. Vemos disminuido el papel del rey. La buena gente se lo toma como una cuestión anecdótica, porque el rey no tiene poderes ejecutivos. Pero esto es una monarquía parlamentaria, que tiene los dos ingredientes: parlamento y monarquía.
¿Quedan hombres de estado en España?
Pues pocos. Es una crisis de hombres de estado, que esa no es exclusiva de España. Es mundial. Hay pocos hombres de estado en el mundo. Desgraciadamente, la clase política se ha deteriorado mucho en todo el mundo en las últimas décadas.
La frase de Susana Díaz. «Este chico no sirve, pero nos sirve».
Ahí lo tenéis. El que estaba de paso y enseguida este nos lo quitamos. Pues a ver cómo os lo quitáis.
Ya ha superado a Rajoy.
Si acaba este año, este curso digamos, ya solo queda Felipe González.