Sánchez cede al separatismo y al chantaje de los separatistas al promover la entrada de Cataluña y Vascongadas en la UNESCO con estatus propio, una concesión que erosiona la unidad nacional y la soberanía española.
Una nueva cesión al chantaje independentista
La cesión de Sánchez al separatismo vuelve a cruzar una línea peligrosa. El presidente del Gobierno se ha comprometido a impulsar el ingreso de Cataluña y Vascongadas en agencias de la ONU con un estatus propio y diferenciado.
La iniciativa afecta a la UNESCO y a la Organización Mundial del Turismo. Ambas comunidades ya están representadas a través del Estado español, como marca el orden constitucional.
El anuncio no responde a criterios culturales ni técnicos. Responde a la dependencia parlamentaria del Ejecutivo respecto a los partidos separatistas.
Este paso supone un nuevo gesto de sumisión política al independentismo. Sánchez paga su permanencia en La Moncloa con concesiones que debilitan España.
Un “estatus propio” que rompe la acción exterior del Estado
Según la información conocida, el compromiso del Gobierno pasa por facilitar una representación diferenciada para Cataluña y Vascongadas. El Ejecutivo habla de un estatus propio más amplio.
Desde Moncloa intentan presentar la medida como una forma de visibilizar la diversidad territorial. La realidad resulta muy distinta, es un paso más en la ruptura de España.
Sánchez cede al separatismo otra vez porque fragmenta la acción exterior del Estado. España pierde una voz única y coherente en el ámbito internacional.
Este tipo de fórmulas sientan precedentes graves. El independentismo utilizará esa presencia para reforzar su agenda política fuera de España.
No existe reconocimiento formal como Estados por ahora, pero el mensaje político resulta inequívoco. El Gobierno legitima la narrativa independentista, y prepara el siguiente paso: la independencia.
Una anomalía diplomática al servicio del separatismo
La posible entrada de Cataluña y Vascongadas en organismos de la ONU con estatus propio constituye una anomalía diplomática. Ninguna región de un Estado democrático disfruta de ese privilegio.
Las comunidades autónomas no mantienen soberanía internacional. La Constitución reserva la política exterior al Estado.
Sánchez cede al separatismo y debilita la posición internacional de España. Fragmenta su representación y reduce su credibilidad exterior.
El anuncio llega tras otras concesiones graves. La amnistía, el falso “conflicto político” y la bilateralidad asimétrica marcan el mismo camino.
Todas esas decisiones responden a una lógica de supervivencia parlamentaria. El interés general queda relegado. Y mientras, el separatismo avanza y España se rompe.
Un ataque directo a la unidad de España
Esta iniciativa no fortalece la convivencia. La erosiona. Alimenta la ficción de naciones dentro de la nación.
El independentismo no busca reconocimiento cultural. Busca legitimación política internacional. Normaliza la ruptura simbólica de España en foros internacionales. Sánchez lo sabe y aun así cede.
Este proceso no resulta accidental. Forma parte de una estrategia continuada de descomposición institucional.
Consecuencias políticas y constitucionales
La fragmentación exterior abre la puerta a nuevas exigencias. Hoy es la UNESCO. Mañana serán otros organismos internacionales. El daño resulta profundo y duradero. Las instituciones europeas y multilaterales observan un Estado que renuncia a defender su unidad.
Sánchez sacrifica la soberanía nacional por intereses partidistas.




