Si el Tribunal Supremo absuelve al fiscal general y el TJUE avala la amnistía, Sánchez no solo saldrá legitimado, sino que el golpe judicial se consolidará.
España se juega su futuro ante la posible legitimización y consolidación de la dictadura de Sánchez, una amenaza directa contra la justicia, la democracia y España.
El momento decisivo: dos sentencias que pueden cambiarlo todo
España entra en semanas decisivas. Lo que está en juego supera dos resoluciones judiciales. Es mucho más, La nación entera afronta un riesgo histórico: la legitimización y consolidación de la dictadura de Sánchez mediante el aval del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y la absolución del fiscal general por parte del Tribunal Supremo (TS).
Si ambos tribunales respaldan las tesis del Gobierno, el golpe judicial avanzará sin frenos. El TJUE abrirá la puerta a una Europa donde un puñado de votos pueden comprar impunidad. Por otra parte, el Tribunal Supremo entregará al Gobierno la excusa perfecta para consolidar su relato de la existencia del lawfare de extrema derecha. Ese escenario elevará al presidente al trono de un poder sin límites. Será el golpe judicial definitivo. Será la consolidación de la dictadura de Sánchez.
Los españoles contemplan esta deriva con enorme preocupación. Muchos ciudadanos sienten que las instituciones pierden solidez. Las barreras jurídicas se diluyen. El abuso de poder se normaliza. Y el Gobierno transforma cada retroceso en un triunfo propagandístico. La legitimización y consolidación de la dictadura de Sánchez dejará las instituciones convertidas en decorado.
El posible aval europeo: amnistía como moneda de cambio
Si el TJUE respalda la amnistía, Europa enviará un mensaje demoledor. Acreditará que la igualdad ante la ley puede convertirse en mercancía política. Ratificará que un gobierno puede borrar delitos gracias a apoyos parlamentarios sin que eso contradiga los valores europeos. La justicia y el derecho quedarán subordinados a los votos parlamentarios.
Ese aval europeo permitirá a Sánchez avanzar en su proyecto. El presidente seguirá desmontando el orden constitucional desde dentro. Transformará la convivencia en una excusa. Y manipulará el discurso europeo para justificar sus tropelías.
La amnistía, ratificada desde Bruselas, otorgará un cheque en blanco. La legitimización de la dictadura de Sánchez consolidará una interpretación totalitaria del poder. Europa no frenará la deriva. España quedará sola ante un proyecto de ingeniería política que no conoce límites.
La fractura institucional crecerá. La confianza ciudadana caerá en picado. Los golpistas separatistas y los culpables de delitos graves caminarán libres mientras la justicia perderá aún más autoridad. Con esa legitimación, el Gobierno impondrá un sistema donde la ley depende del interés político, no de la justicia.
La absolución del fiscal general: la coartada perfecta
Por otra parte, si el Tribunal Supremo absuelve al fiscal general, el Gobierno celebrará la resolución como un gran triunfo ideológico. Sus terminales mediáticas venderán esa absolución como prueba de la existencia del lawfare de extrema derecha que ha fracasado en su intento de romper la democracia en España. Será el mundo al revés. Afianzarán, además, la idea de que todas las denuncias contra el fiscal carecen de fundamento.
Esa victoria propagandística reforzará el relato del poder. Consolidará la manipulación institucional. Alimentará el discurso contra jueces y fiscales independientes. Y reforzará el control político de la justicia. En ese escenario, la legitimización y consolidación de la dictadura de Sánchez adquirirá un blindaje judicial casi impenetrable.
La ciudadanía recibirá un mensaje aterrador: la legalidad ya no actúa como límite. La legalidad se convierte en excusa. El poder queda libre de control. El tirano Sánchez gobierna sin contrapesos. Y las instituciones ya no se atreven a frenar el abuso.
Ese convencimiento destruye una democracia desde dentro. Cuando el que burla la ley es quien la dicta, la verdad se diluye. El orden constitucional pierde sus cimientos. Y el ciudadano descubre que la justicia ya no responde a la nación, sino al poder político.
España se desliza hacia un punto de ruptura.
La combinación de ambas decisiones marcará un antes y un después. La legitimización de la dictadura de Sánchez arrojará a España a su hora más oscura y tenebrosa. Sánchez y su Gobierno actuarán sin límites. El sistema perderá capacidad de autocorrección. Y la oposición tendrá que luchar entre ruinas institucionales.
El sanchismo justificará esa victoria con más propaganda. Alimentará su falso antifascismo. Atacará a todo disidente. Señalará a la prensa crítica. Se acrecentará la represión. Debilitará aún más la democracia y la convivencia,
España se desliza hacia un punto de ruptura. Cada avance del Gobierno acelera esa caída. El país avanza hacia un sistema que no reconoce límites morales ni jurídicos. La sociedad vive un clima irrespirable. Y la lista de escándalos crece. Ya solo falta la absolución de Begoña Gómez y David Sánchez. Si el Gobierno logra blindar esos frentes, completará su círculo de impunidad. La legalidad y la justicia quedará reducido a papel mojado.
El futuro de España se juega ahora. La batalla por la libertad, la verdad y la justicia atraviesa horas críticas. Es España o tiranía. Cada español debe comprender la gravedad del momento. La batalla institucional define nuestro futuro. La hora es decisiva. España se juega su libertad y su futuro.




