Más de 1.600 testigos asesinados por la fe en lo que va de siglo
La cristofobia es una realidad que no puede ocultarse. Más de 1.600 hombres y mujeres perdieron la vida por defender su fe desde el año 2000.
La cifra proviene de una investigación de la comisión vaticana formada por teólogos, historiadores y expertos, con apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Sus estudios confirman que entre 2000 y 2025 murieron 1.624 cristianos asesinados a causa de la fe.
Este fenómeno no se limita a un continente, sino que se extiende por todo el mundo. La cristofobia se presenta como la persecución silenciosa del siglo XXI.
Mártires en todos los continentes
Los datos muestran el alcance global de la cristofobia. En África subsahariana fueron asesinados 643 creyentes. En Asia y Oceanía, 357. En América, 304. En Oriente Medio y el Magreb, 277. Incluso en Europa, 43 cristianos dieron su vida.
El informe recuerda episodios especialmente sangrientos. En Sri Lanka, durante la Pascua de 2019, más de 200 fieles murieron en atentados contra iglesias católicas y protestantes. En África, la mayoría de mártires perdieron la vida a manos de grupos yihadistas. En muchos casos, su fe se convirtió en objetivo dentro de conflictos étnico-políticos.
Este rastro de sangre revela que la persecución no es un problema del pasado, sino una amenaza actual y creciente.
Testigos de fe: nombres que no se olvidan
El “ecumenismo de la sangre” une a católicos, ortodoxos y protestantes en una misma causa. La cristofobia ha dejado nombres que la Iglesia recuerda con gratitud y esperanza.
Uno de ellos fue el sacerdote caldeo Ragheed Ganni, asesinado en Mosul por negarse a cerrar su parroquia el 3 de junio de 2007. Otro caso estremecedor es el del niño Abish Masih, de 10 años, muerto en 2015 en un atentado contra una iglesia en Yohannabad, Pakistán.
También están los 21 mártires coptos asesinados en 2015 en las costas de Libia, incluidos después en el martirologio romano por el papa Francisco. Las cuatro misioneras de la Caridad asesinadas en Adén (Yemen) en 2016 se suman a esta lista de fe heroica.
Estos mártires no solo son memoria, sino testimonio vivo para millones de cristianos perseguidos.
La fe que resiste al odio
A pesar de los riesgos, muchos fieles mantienen la práctica de la eucaristía y la confesión pública de su fe. La cristofobia no logra apagar el testimonio de quienes creen en un Dios fiel incluso en medio de la adversidad.
Los estudios muestran que, en lugares donde la violencia se recrudece, la vida cristiana no desaparece. Al contrario, se refuerza la esperanza y la confianza en el futuro.
La Iglesia vive el recuerdo de los mártires no como dolor, sino como semilla de fe. Su sangre se convierte en un legado que inspira a nuevas generaciones.
Cristofobia: un silencio cómplice en Occidente
El fenómeno de la cristofobia no recibe atención mediática. Gobiernos y grandes organismos internacionales miran para otro lado y no hablan de la persecución religiosa que sufren millones de creyentes en África y Asia.
Mientras se multiplican leyes para proteger ideologías impuestas desde la agenda globalista, el sufrimiento de los cristianos perseguidos queda relegado a un segundo plano. La defensa de la libertad religiosa se convierte en un deber moral y político urgente.
La cifra de más de 1.600 mártires no puede pasar desapercibida. La cristofobia es el gran desafío de nuestro tiempo. Defender la vida, la fe y la libertad de los creyentes se vuelve una causa global.
Desde España y Europa, debemos alzar la voz contra el silencio cómplice. Los cristianos perseguidos no pueden quedar abandonados. La unidad de la Iglesia y la firmeza en la defensa de la fe son la respuesta.
La historia demuestra que el cristianismo sobrevive a la persecución. Pero la dignidad humana exige denunciar cada acto de odio religioso y defender la libertad que fundamenta la verdadera paz.
Mártires, esperanza y misión
La cristofobia ha dejado más de 1.600 vidas segadas por odio a la fe en los últimos 25 años. Su sangre clama justicia y esperanza.
El sacrificio de estos testigos no es solo recuerdo. Es un llamado a los cristianos del mundo a vivir con valentía su fe y a exigir a los gobiernos respeto por la libertad religiosa.
Frente a la persecución, los cristianos están llamados a permanecer firmes, a dar testimonio y a no ceder ante las imposiciones de la ideología dominante.
La historia de los mártires revela que la verdad nunca muere. El futuro de la Iglesia está escrito con la sangre de quienes supieron creer y esperar.