4 cosas que los países de Iberoamérica pueden aprender de la crisis de seguridad en Ecuador

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Ecuador vive una de las mayores crisis de seguridad de su historia reciente.

Un violento asalto a una canal de televisión, secuestros de policías, fuga de importantes líderes criminales de las cárceles e incursiones de grupos armados en universidades son algunos de los episodios que han golpeado a este país sudamericano en los últimos días.

Fue la gota que colmó el vaso, ya que, sobre todo, la situación de inseguridad que vivía el país anteriormente, fue la que llevó a su actual presidente, Daniel Noboa, a declarar la existencia de un “conflicto armado interno” en el país, ordenando a las fuerzas militares a restablecer el orden.

La crisis de seguridad se ha agravado especialmente en los últimos 4 años.

Los países iberoamericanos tienen una triple amenaza como denominador común: el crimen organizado- droga, la corrupción sistémica y los gobiernos populistas dictatoriales.

En este análisis vamos a tratar la relación entre el crimen organizado y la corrupción sistémica.

En 2023, Ecuador batió su récord histórico  con 7.878 homicidios, lo que refleja un drástico aumento si lo comparamos con las cifras de 2019, donde hubo 1.187 asesinatos.

Y es que el país ha pasado a ser un importante centro regional de almacenamiento, procesamiento y distribución de droga, lo que ha fortalecido a las más de 20 bandas criminales que operan en él.

En vista de esta compleja situación, ¿qué pueden aprender los otros países latinoamericanos de lo que está sucediendo hoy en Ecuador?

1. Mayor (y mejor) presencia estatal

Los expertos consultados coinciden en que una de las cosas más importantes para frenar el avance del crimen organizado es la presencia del Estado en los distintos territorios.

En Ecuador hay un Estado que se ha evaporado, que se ha hecho invisible o que, si está presente, lo está de manera negativa. Es fundamental que los países rediseñen sus sistemas para que el Estado sea visto como positivo. Y es que el control territorial por parte de las organizaciones criminales va de la mano de un abandono del Estado. Y se pueden generar condiciones sumamente dramáticas, donde estos grupos terminan logrando acuerdos con las estructuras gobernantes.

Para lograr una mayor presencia estatal, es clave la inversión que se haga en el sector público, en ámbitos como la educación, el empleo o la salud. Así lo plantea el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) que, en un informe sobre caracterización del crimen organizado en Ecuador, asegura que “la pobreza, el desempleo y la desigualdad”, que han sufrido un “crecimiento sostenible” en los últimos años, “guardan una relación causal con el nivel de criminalidad y violencia en las ciudades”.

2. Control de la corrupción

Además, es importante entender que el crimen organizado siempre opera en la intersección entre agente estatales, criminales y actores económicos. Por lo tanto, cualquier estrategia para contrarrestar la presencia de mercados ilícitos y de estructuras criminales tiene que apuntar en esas tres direcciones.

En el caso de Ecuador, las bandas se han hecho omnipresentes en la estructura del país, expandiendo sus tentáculos no solo en la sociedad civil sino que también en las propias instituciones. De hecho, a mediados de diciembre, la fiscalía de Ecuador lanzó una megaoperación contra la corrupción y el narcotráfico, con decenas de redadas en distintos puntos de Ecuador.

El operativo Metástasis, como lo bautizaron, llevó a la detención de 29 personas, entre las que se encontraban jueces, fiscales, policías, abogados y sujetos relacionados con el crimen organizado.

A la luz de estos hechos, los consultados por BBC mundo coinciden en que es importante que los gobiernos iberoamericanos creen mecanismo de supervisión a las fuerzas de seguridad y del Estado, logrando su depuración.

Y Ecuador nunca ha hecho nada de esto. Ecuador ha utilizado a la fuerza pública a sabiendas que existen narcogenerales en la policía o que tienen infiltrados a criminales en las Fuerzas Armadas… entonces es obvio el resultado.

Evidentemente, estas estructuras no crecen de la nada. Crecen porque hay algo que les permitió crecer o porque nadie les puso atención, intencional o no intencionalmente.

3. Mejor inversión en sistemas carcelarios

En Ecuador, las prisiones son el epicentro de la crisis de seguridad pública. La realidad de otros países de Iberoamérica, como Brasil o Venezuela, no es muy diferente.

Y al no abordarlas, las distintas penitenciarías creadas por los Estados para mejorar la seguridad de quienes están fuera de ellas han tenido un efecto inverso al buscado: se volvieron centros de comando de importantes organizaciones criminales. La paradoja quedó expuesta hace unos días en Guayaquil, donde la fuga carcelaria de Adolfo Macías, «Fito», líder de uno de los grupos criminales más peligrosos de Ecuador, desató una ola de motines en prisiones y ataques fuera de ellas.

Frente a esto, los especialistas coinciden en que una urgencia para los países iberoamericanos es invertir en mejores prisiones, con un mayor sistema de vigilancia.

Advierten, sin embargo, que la inversión no es sinónimo sólo de mejor infraestructura. Puedes tener cárceles modernas, pero si eso no va de la mano de la inversión en recurso humano capacitado y mecanismos de control adecuados, es una pérdida. Es regalarle un hotel 5 estrellas al grupo criminal. 

En Ecuador, las cárceles se convirtieron en trincheras del crimen organizado gracias a la política que estableció el propio gobierno y la policía para obtener información del tráfico de drogas. A cambio de información sobre movimiento de drogas, les daban beneficios a los cabecillas delincuenciales. Y claro, el gobierno resultaba exitoso decomisando drogas, desarticulando bandas pero al mismo tiempo las estructuras de pandillas en las cárceles tenían éxito porque seguían amasando fortunas y privilegios.

El caso de El Salvado con Bukele es un ejemplo de cómo se ha sabido abordar este problema desde su raíz.

4. No menospreciar el poder de las pandillas locales

De acuerdo con el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, en ese país hoy operan más de 20 bandas criminales que su gobierno califica como “organizaciones terroristas”.

Estas libran una lucha interna por el control de las rentables rutas del narcotráfico que existen en territorio ecuatoriano.

Entre las bandas más conocidas están la de los Choneros, liderada por el prófugo de la justicia alias “Fito”, los Tiguerones, los Lobos y los Lagartos.

Y aunque hoy día muchos iberoamericanos han escuchado el nombre de estos grupos, hasta hace pocos años no figuraban mayormente en el conocimiento público.

Un error que Ecuador cometió fue decir: ‘estas son solo pandillas. Y siguen siendo pandillas pero son capaces de tener organizaciones muy fuertes. En esta misma línea, los expertos coinciden en que, si no se les toma en serio, sólo se les da más poder y herramientas para crecer.

Así, en Centroamérica, las maras eran solo una pandilla por casi dos décadas. Hasta que comenzaron a organizarse y ahora son un grupo de crimen organizado muy fuerte”.

(Con información de la BBC)

1 comentario en «4 cosas que los países de Iberoamérica pueden aprender de la crisis de seguridad en Ecuador»

  1. ¿Cuándo vamos, de una vez, a utilizar el lenguaje como debe ser y llamar a las cosas / instituciones por su nombre? Los países donde ha estado presente España por más de tres siglos, son HISPANOAMERICANOS; ni iberoamericanos, ni, mucho menos, latinoamericanos.
    ¡Viva siempre la HISPANIDAD!

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