Verdad, bondad y belleza de la Familia | María Menéndez Zubillaga

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La responsabilidad es la capacidad de dar respuesta a una situación. Estar abierto a la vida. Ante esa situación, la respuesta sería acogerla, no decidir si la acojo o no. No sería moral, ni bueno, ni bello.

• Derecho de los hijos a tener un padre y una madre.
• Derecho de los hijos a estar con su familia.
• Derecho de protección y promoción del matrimonio, entre hombre y mujer, como la unión abierta a la vida. Otras formas de convivencia serán respetadas, no promovidas.
• Derecho a compensaciones a familias con tres o más hijos por garantizar el relevo generacional al tener más hijos del indicador de fecundidad.
• Derecho de la familia a no ser divididas o separadas, salvo por situaciones excepcionales de violencia o abandono.
• Derecho a respetar por los poderes públicos y privados los vínculos familiares.
• Derecho a un subsidio familiar en el salario y que se tengan en cuenta todos y cada uno de los hijos en la pensión, paro, ERTE, …

¿Los testimonios vitales de familias demuestran la primacía de la familia sustentada en el vínculo matrimonial entre hombre y mujer y receptores de vida (hijos)? ¿O hace falta razones científicas, estudios?

Decidir tener hijos o decidir que nazcan, ¿todos los que se tengan?, ¿unos si y otros no? ¿es moral?, ¿es bueno?, ¿es bello? ¿esto es libertad? ¿esto es escoger? ¿esto es ser responsable?

La responsabilidad es la capacidad de dar respuesta a una situación. Estar abierto a la vida. Ante esa situación, la respuesta sería acogerla, no decidir si la acojo o no. No sería moral, ni bueno, ni bello.

La verdad, bondad y belleza de la familia se demuestra por sus efectos. Por cómo se responde.

El matrimonio como sustento de la familia, es ir a contracorriente del mundo. Porque la verdad se impone ante la mentira del mundo y eso crea enfrentamiento y oposición.

Las relaciones sexuales son condición necesaria para concebir una nueva vida.

Para formar una familia no es condición suficiente tener hijos.

El marxismo dice que no existe un salto dialéctico entre concebir y formar una familia. Que tener hijos ya es formar una familia.

El sustento de la familia es el matrimonio, no la vida engendrada.

Hasta hace muy poco, cuando te casabas te daban el Libro de Familia. Esa era la demostración científica de que el Estado entendía que matrimonio y familia eran anteriores al propio Estado. ¿Por qué ha cambiado este trámite administrativo que le daba estatus originario y primero de la formación de la sociedad a partir del cual ésta se origina?

Es una forma de destruir la familia, deconstruyendo su esencia o naturaleza. Se analizan sus elementos separándolos (matrimonio, relaciones sexuales, tener hijos, compromiso fiel…) y se vuelven a unir de otra forma, conformando una nueva esencia que ya no es la familia original. Y aparece la diversidad familiar (monoparentalidad, homosexualidad de los padres, maternidad subrogada,…)

Que cualquier forma de convivencia donde exista un hijo sea llamada familia es erróneo porque desnaturaliza la familia. Porque el sustento de la familia es el matrimonio, no los hijos.

Si cualquier cosa es familia, ya nada es familia. ¿Y por qué seguir usando el término “familia”? Es la mentira disfrazada de verdad. Hacer creer que es verdadera familia sin serlo.

Cuentan que la mentira engañó a la verdad para que las dos se bañaran en un lago. Cuando la verdad se desnudó para bañarse, la mentira le robó sus ropas y se las puso. Así la mentira hizo creer al mundo que era la verdad.

¿Y para qué? Pues para que la sociedad siga creciendo a partir de la familia, pero de la familia deconstruida, la que tiene rotos los vínculos familiares y hacer que la sociedad emergente no sea una sociedad de familias, sino una sociedad de individuos, fácilmente manipulables y vulnerables, confundidos y necesitados de alguien que los sustente.

Es cuando nos damos cuenta de que la verdadera familia es el único reducto de libertad que nos queda.

Un ejemplo actual es que se promueve que toda forma de familia -o convivencia familiar- es válida, verdadera y legal. Y no se puede imponer una sobre otra. Esta supuesta justicia es un valor absoluto que se impone.

¿Por qué es válido imponer esa supuesta justicia y no dejan promover el valor absoluto y verdadero de lo que es la familia originaria, primigenia, anterior al estado?

¿Y cómo saber cuál es lo justo, lo bueno? Pues porque “el mal reside en el hombre, en su existencia, cuando vive fuera de su esencia”.

Así, si eliminamos la esencia de la familia, esto es que se sustente en el vínculo matrimonial de compromiso y fidelidad entre un hombre y una mujer y receptores de vida, no hay plenitud de vida familiar, no hay felicidad y habrá propensión a situaciones malas: violencia, adicciones, abusos, infidelidades, egoísmo, inestabilidad, infelicidad,…

Por eso decía Chesterton que “los que destruyen o quieren destruir la familia, no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”. Lo verdadero, lo bueno y lo bello.

María Menéndez Zubillaga, presidenta de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid

 

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