“Una sociedad sin Dios se vuelve egocentrista, materialista e individualista”: Rafael Domingo Oslé

Rafael Domingo Oslé es catedrático de Derecho Romano y director de la Cátedra Álvaro d’Ors en el Instituto de Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.

El periodista Javier Navascués le entrevista para Infocatólica a raíz de su último libro «El sentido del cristianismo«. Por su interés reproducimos dicha entrevista.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre el sentido del cristianismo?

Decidí escribir este libro porque sentí la necesidad de explorar la relevancia del cristianismo en un mundo secularizado donde la crisis de valores se ha vuelto evidente. Al observar cómo muchas personas se encuentran vacías y nuestra sociedad polarizada, me pregunté: ¿qué sentido tiene hoy para mí ser cristiano?, ¿me enriquece o me limita?, ¿es una mochila pesada que cargar sobre mis hombros o un motor que me energiza? Entonces comprendí que una perspectiva cristiana fresca e ilusionante podía iluminar el camino hacia una vida más plena y significativa.

¿Por qué ante la crisis de valores de Occidente es más necesario que nunca el cristianismo?

Porque gran parte de la crisis de valores de Occidente deriva de haber rechazado los valores cristianos, y muy particularmente al Dios cristiano, que es Amor. Una sociedad que actúa como si Dios no existiera cae en el relativismo moral, y sus decisiones políticas y morales pasan a depender, no de criterios fundados en el bien común, sino en opiniones personales o imposiciones culturales, como el movimiento woke. Por eso, una sociedad sin Dios se fragmenta y se vuelve egocentrista, materialista e individualista.

¿Por qué el cristianismo no solo sirve como respuesta trascendente para la otra vida, sino que da muchas luces y sentido a esta vida terrena?

Porque el Dios cristiano no se ha olvidado del mundo, sino que por el contrario se ha encarnado y ha vivido con nosotros. Por eso, el cristianismo no solo ofrece esperanza para la vida eterna, sino que también brinda un sentido profundo para vivir cada día, cada segundo por insignificante que parezca a primera vista. Un cristianismo bien vivido otorga a cada momento un valor de eternidad.

¿En qué ramas de la actividad humana ejerce su benéfica influencia?

Un Dios que es Amor impregna toda la existencia humana. Si Dios creador es amor y creó por amor, todo está llamado al amor. Por eso, el amor del cristianismo influye en todas las áreas de la existencia humana, como la educación y la salud, el arte y la cultura, la política y el derecho. Pongamos un ejemplo: El cristianismo ilumina la política porque aporta un marco para evitar cualquier abuso de poder, ya que sitúa a la persona y no al Estado en el centro de la vida política. Ayuda a considerar a cada ser humano como un don de Dios para la humanidad. Por eso, nadie puede quedar excluido, bajo ningún concepto. También sirve para comprender que la diversidad de los seres humanos, como su gran variedad de dones, constituye una fuente de enriquecimiento personal y desarrollo colectivo. Lo mismo se puede decir del arte, pues Dios es la Belleza Absoluta, o de la educación, ya que Dios es Omnisciente.

¿Cuáles son los principales valores que aporta el cristianismo a la humanidad?

El cristianismo, más que generar nuevos valores, les da profundidad y estabilidad, los dimensiona. El respeto no es un invento cristiano, pero el cristianismo añade mucho a la idea de respeto, por ejemplo, ya que lo fundamenta en el amor de Dios: “amaos unos a otros como yo os he amado”. Lo mismo sucede con la tolerancia, el perdón, la compasión, la misericordia, la solidaridad, la subsidiariedad, la misericordia, la compasión, el orden, etc.

¿Por qué el respeto, la tolerancia y el perdón, bien entendidos, hacen una sociedad mejor?

Porque una sociedad que no respeta a su prójimo, no tolera de los demás y no perdona se rompe sola, se autodestruye. No se puede construir una sociedad desde la falta de respeto, la intolerancia o la venganza. La historia nos lo muestra magistralmente. La ruptura social siempre comienza por una de estas tres faltas.

Igualmente es importante recalcar la importancia de la verdad y de la libertad. ¿Por qué solo la verdad que nos propone Cristo nos hace verdaderamente libres?

La verdad que se encuentra en las enseñanzas de Cristo nos ofrece una claridad y dirección que nos permite vivir con autenticidad. Al alinearme con esta verdad, experimentamos una libertad interior que trasciende las limitaciones impuestas por el mundo. Por otra parte, en una sociedad donde la verdad no se valora, la información se acaba manipulando. Esto suele llevar a que las personas creen sus falsos dioses y que se conviertan en víctimas de intereses ajenos.

También es muy importante el valor de compartir los bienes con los que no tienen… ¿Por qué no sería lo mismo la sociedad sin la caridad cristiana?

La caridad cristiana es fundamental, ya que fomenta un profundo sentido de comunidad y despierta la responsabilidad personal. Al compartir lo que tengo con aquellos que no tienen, no solo alivio su sufrimiento, sino que también me enriquezco espiritualmente. La caridad cristiana nos enseña que se gana más dando que recibiendo y que todos tenemos cosas que pedir y cosas que compartir. Somos pobres y ricos a la vez.

Igualmente destaca del cristianismo su capacidad de asombro, de valorar la belleza, en definitiva, su apertura a la contemplación. ¿Por qué el cristianismo viene a sublimar las partes más nobles del alma humana?

El cristianismo me invita a contemplar la belleza en todas sus formas, lo que eleva mi espíritu y me conecta con lo divino. Esta capacidad de asombro me permite apreciar la vida de una manera más profunda y significativa, enriqueciendo mi existencia y mis relaciones con los demás y sobre todo mi trato íntimo con Dios.

En definitiva, ¿se podría decir que el cristianismo ofrece una sociedad a imagen de Dios?

Sí, creo que el cristianismo busca construir una sociedad que refleje esa imagen divina conforme a la cual hemos sido creados, promoviendo el amor, la justicia y la paz. Esta visión de una sociedad a imagen de Dios implica un compromiso activo con el bien común y la transformación social, donde cada individuo actúa con amor y respeto hacia los demás y dando lo mejor de sí mismo

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