Martha Patricia Molina registró 529 agresiones contra el culto y sus prelados en los últimos cinco años
Recientemente el gobierno de Ortega ordenó el congelamiento de cuentas bancarias de la Iglesia Católica. Molina dice que las agresiones del régimen contra la Iglesia Católica han escalado en varias etapas, y actualmente se encuentra en una que busca su “aniquilación completa”.
Fabián Medina Sánchez entrevista a Martha Patricia Molina para Infobae, donde la investigadora explica las características de esta persecución, que, afirma, sobrepasa cualquiera que se haya hecho en Cuba o Venezuela. Por su interés, extraemos fragmentos de la misma.
-¿Cómo nace la idea de monitorear las agresiones que recibe la Iglesia Católica en Nicaragua?
-Primero, porque soy católica. Segundo, porque me gusta la investigación y la sistematización. Y tercero, porque en nuestro país no existe la memoria histórica. Son demasiadas las agresiones contra la iglesia y es necesario exponerlas y que, en un futuro, los jóvenes sepan qué fue lo que sucedió y traten de no repetir las mismas arbitrariedades.
-¿Usted diría que hay una persecución de parte del Estado contra la Iglesia católica en Nicaragua?
-Sí, y así lo demuestran las 529 agresiones que he registrado en el estudio de ´Nicaragua, una iglesia perseguida´, y todas están documentadas y respaldadas por las investigaciones periodística de los medios de comunicación y también por los diferentes comunicados que ha emitido las diócesis y la arquidiócesis de Managua y también organismos internacionales y nacionales en materia de derechos humanos, y las mismas páginas de las parroquias del país, que es donde denuncian estas agresiones.
-¿Cuál sería el propósito de esa persecución contra la Iglesia Católica?
-Yo creo que en un primer momento el propósito era sembrar miedo en los sacerdotes y en los laicos para que dejaran de apoyar esta lucha de derechos humanos y protegiendo la vida. Por ejemplo, yo no quisiera imaginar cuál hubiera sido la cifra de asesinados si la Iglesia católica no hubiera abierto las puertas de sus templos (durante la represión de 2018). Después, cuando ya miraron que la Iglesia Católica no se iba a prestar al juego de la dictadura ni a bendecir todas esas arbitrariedades, entonces, el objetivo es callar a los sacerdotes. Pero como han visto que, con esas agresiones, que cada vez suben de tono e intensidad, tampoco han logrado callarlos, entonces ha pasado a otra etapa, que es la aniquilación por completo. Tenés que desaparecer a todos tus enemigos, que, en este caso para la dictadura sus enemigos, son los sacerdotes y obispos, para que ya no haya ningún espacio que se oponga a lo interno del país, en este caso el gran estorbo que es para ellos la iglesia católica.
-¿Aniquilar la iglesia católica? ¿El régimen de Daniel Ortega quiere construir su propia iglesia o algo parecido?
-Una cosa es lo que ellos piensan y otra cosa es la que pueden hacer. Para mí, no van a lograr aniquilarla, porque ya es la fe, algo que está interno. Sí, la están desgastando, están cerrando varios espacios religiosos, pero considero que en esta ocasión los curas van a tener otras ideas, cómo pregonar el Evangelio. Posiblemente en la clandestinidad.
-¿Cómo ha sentido la actitud de los sacerdotes, de los obispos de Nicaragua, con todo esto que está pasando?
-Yo hago una división muy profunda. Una es la actitud del obispo, sin incluir al obispo de Matagalpa Rolando Álvarez (encarcelado), al obispo en el exilio (Silvio José Báez) y al obispo Emérito Abelardo Mata, el resto queda allá en un solo paquete y la actitud de los sacerdotes. La actitud de estos obispos ha sido de un silencio sepulcral. Algunas personas dirán que es un silencio cómplice, yo no lo miro como un silencio cómplice, sino como un silencio prudencial. Pero, los laicos queremos escuchar las voces de nuestros obispos y escuchar de ellos la realidad que se está viviendo. Y la actitud que he visto en los clérigos es un poco más de apertura. Te cuentan todo lo que está ocurriendo en sus respectivas diócesis. A algunos los he observado en un momento con temor y también es un temor lógico, porque la dictadura no solamente va a ir en contra de ellos sino también en contra de sus familiares y de toda su feligresía.
-Dice que hay temor entre los sacerdotes. ¿Cuánto ha cambiado el comportamiento de la Iglesia católica en Nicaragua?
-Lo que pasa es que la dinámica de los sacerdotes es muy distinta a la de los laicos. Ellos deben obediencia. Entonces, si su líder, o sea su pastor, la cabeza de la diócesis, les ordena cierto comportamiento, ellos lo tienen que acatar. Si le dice el líder religioso les dice usted no tiene que publicar nada en sus redes sociales, usted no tiene que mencionar a tales personas en la misa y comienza a darle estas orientaciones, los sacerdotes no tienen otra alternativa que obedecer a su líder, a su pastor, al jefe de la diócesis. Pero sí he notado muchos cambios, no para mejorar la situación, sino para empeorarla. Lo que está ocurriendo en este momento es que no se está exponiendo a como realmente está ocurriendo la magnitud de las arbitrariedades que se están viviendo.
Está primando en el país el hacer silencio para así evitar mayores complicaciones con la dictadura. Pero lo que estamos viendo es que ese silencio no sirve de nada, porque la dictadura ahora está con más fortaleza, atacando más a la Iglesia católica y ahora, utilizando más visiblemente el poder judicial.
-¿Qué tan grande es esa persecución?
-Bueno, estamos en un país donde no existe la ley, donde no hay divisiones de poderes, donde reina la impunidad, no existe la institucionalidad y tenemos a una dictadura que está presente en todo el territorio, entonces la dictadura está atacando no solamente a una diócesis o a un grupo específico, sino que a toda la iglesia en general. O sea, no hay manera de que una parroquia quede libre de esto, sino que a todas en general las está atacando, las está persiguiendo, las está vigilando y lleva un control absoluto de todo lo que hacen. Y cada vez que pueden, están agrediéndola de una u otra forma haciendo uso de las profanaciones, de los robos, de las alteraciones de los recibos de energía eléctrica, de agua potable. Toda la vida pastoral que ellos tienen se encuentra perjudicada y es la dictadura quien está coartando los derechos de libertad religiosa.
-Cada vez se ve que la dictadura de Ortega cruza líneas que se consideraban rojas. Hace algún tiempo se decía que no se atrevería a echar presos a sacerdotes y ahora hasta a un obispo tiene preso. ¿Hasta dónde cree usted que va a llegar?
-Cuando yo comencé a observar las agresiones en contra de la Iglesia, y me documenté más a profundidad y conocer la historia del sandinismo con relación a la persecución a la Iglesia católica, comencé a observar que es la misma dinámica de los años 80, pero ahora empeorada. Es fácil predecir a la dictadura, solamente tenés que pensar lo malo que puede pasar y decir sí, eso lo va a hacer la dictadura. Y desde el momento que la dictadura mandó a quemar a una familia entera en un barrio de Managua, y le negaron el auxilio, yo me dije que la dictadura era capaz de hacer cualquier cosa. Solamente basta con pensar qué otra maldad puede hacer para decir realmente que suceda. Lo peor está por venir. Hay una línea de tiempo y la dictadura ha ido escalando.
Por ejemplo, ellos comenzaron con profanaciones. Las profanaciones, generalmente, no son mal vista por toda la gente. O sea, para nosotros los católicos una profanación es como que nos maten a alguien de nuestra familia. Es algo doloroso. Pero para otra persona posiblemente no. Puede decir, solamente botaron una hostia y eso no le hace daño a nadie. Pero, para los católicos es una ofensa. La dictadura va escalando. Después pasó a los robos, a las pintas, a los mensajes de odio y a los cierres de universidades, y así sucesivamente hasta llegar a este extremo de congelar las cuentas bancarias de las diócesis, que es algo nefasto. ¿Cómo se van a mantener las diócesis? El mundo se mueve con dinero. Las parroquias tienen que pagar todos sus servicios básicos. Los colegios parroquiales tienen compromisos con el personal administrativo y entonces la están obligando a una muerte financiera.
¿El cardenal Leopoldo Brenes corre peligro en este avance de la persecución del régimen?
-Sí, yo creo que sí. Yo no descarto que, aunque el cardenal tenga mayor afinidad con la dictadura y que no ha sido en ningún momento frontal contra ellos, no descarto que también sea llevado ante los tribunales. En la misma nota de prensa (de la Policía) a quien están mencionando es a él, el que tiene que dar respuesta es él y quien va a ser condenado y juzgado posiblemente también sea él.
-¿Ha estado el cardenal Brenes a su criterio, a la altura de las circunstancias en Nicaragua?
-No, no ha estado a la altura de las circunstancias que vive el país. Él no tiene que dar respuesta por lo que sucede en otras diócesis, pongámosle a la altura de la arquidiócesis de Managua, que es la única jurisdicción donde él tiene un poco de potestad. Pero, creo que no, no ha estado a la altura. No todas las personas somos iguales. Unos obispos optan por denunciar las arbitrariedades, otros obispos optan por el silencio. A lo mejor su estrategia es el estar orando en silencio, en su habitación, encerrado. No quisiera yo estar sinceramente en los zapatos del cardenal Leopoldo José y creo que a él le ha hecho mucha falta escuchar la voz de las personas que puedan darle consejos. Por ejemplo, el Papa tiene un grupo de personas, de cardenales, de obispos que están constantemente informándole y también dándole consejos.