El pasado domingo, con gran alarde tipográfico, el columnista del diario El Mundo, José Ignacio Torreblanca, elevaba cinco o seis frases entrecomilladas a la categoría de entrevista exclusiva con el especulador de las finanzas George Soros. Sin embargo, el trabajo periodístico -un híbrido entre un panegírico, una apología y un artículo de opinión- era mas bien una carga de profundidad contra quienes venimos desenmascarando desde hace años al filántropo multimillonario. El propio Torreblanca en las redes sociales por medio de un tuit reconocía que la entrevista «no era apta para conspiranoicos».
Pero Torreblanca, deslizaba sólo de tapadillo en su seudoentrevista, como si quisiera colocarse la venda antes que la herida, que él era el director de la oficina para España del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (European Council on Foreign Relations-ECFR), según él, una organización impulsada hace años por Soros. El editorialista se confundía de verbo porque esa ONG europea fue subvencionada y sigue siendo apesebrada con los fondos de reptiles de Soros, como aparece en la contabilidad interna del multimillonario.
En las cuentas del ECFR, que tiene su sede central en Londres, figura así mismo que sólo en 2017 recibió la donación de tres millones de dólares procedentes de las arcas de Soros. La mayor parte de los fondos estaba destinada al funcionamiento de la organización. Y una parte de todo ese dinero, cómo no, habría sido destinada a la oficina de Madrid, dirigida por Torreblanca. Eso sí, Torreblanca debería aclarar públicamente si su colaboración con el multimillonario está retribuida, ya sea con salario mensual o por medio de conferencias y viajes internacionales a Congresos.
En 2018, el ECFR volvió a ingresar otros tres millones de filodólares soristas también destinados a la gestión de la organización.
Torreblanca debería haber advertido en la entradilla de su artículo que, además de ser colaborador de EL MUNDO, realizaba la entrevista a su jefe, es decir, a la persona que contribuye económicamente al mantenimiento de la oficina que él dirige en Madrid. De lo contrario no se entiende la apología que hace del sorismo, algo que los jóvenes retratan hoy día con una palabra malsonante que empieza por eme.
Vulneración del código deontológico de EL MUNDO
En ese sentido, el código deontológico de EL MUNDO es meridianamente transparente. El analista Torreblanca vulnera de manera hiriente el libro de estilo del diario, que fue elaborado a conciencia por Víctor de la Serna y en el que participé junto a otros periodistas del entonces periódico de la calle Pradillo. En el punto V, titulado «Conflictos de Intereses», EL MUNDO rechaza con contundencia todas las actuaciones como la del servidor de Soros: «Los periodistas, particularmente los especializados en economía y finanzas, deben dar a conocer a la Dirección de EL MUNDO cualquier interés que ellos o sus próximos parientes puedan tener y que plantee un conflicto de intereses potencial con su labor profesional».
Y, más adelante, como anexo al libro de estilo se recoge un diccionario orientativo para los periodistas del diario. En el, se define «honestidad», como sinónimos de «pudor o decoro», y «honradez», como «la calidad de probo o íntegro», dos cualidades que, a todas luces, no cumple la seudoentrevista a Soros.
Pero ahí no concluyen los disparates de Torreblanca en su artículo. Mantiene que «la mecha Soros ha prendido en España gracias al activismo de VOX, que ha importado y adaptado los mensajes y técnicas de la extrema derecha estadounidense». Pero omite que las denuncias contra Soros en España son muy anteriores a la explosión política de VOX en las redes sociales y en el Congreso de los Diputados. De manera saducea pretende no solo enlodar el libre ejercicio de la crítica de un partido político constitucionalista, sino que además pretende colocar bajo su paraguas a todos los que denuncian a Soros en España.
Y, seguidamente, concluye que «el resultado es un cóctel en el que se mezcla la agitación en las redes sociales; la desinformación y noticias falsas difundidas por pseudo- medios digitales; analistas que viven de los platós del infoentretenimiento y, por último, panfletos y libelos como Soros: rompiendo España».
Me habría gustado que Torreblanca hubiera tenido los suficientes bemoles para identificar, uno a uno, a esos «pseudo- medios digitales» y a los «analistas que viven de los platós del infoentretenimiento», en referencia sin duda alguna al coronel Pedro Baños. La campaña de Torreblanca y otros soristas contra Baños impidió que el militar fuera nombrado jefe de Seguridad Nacional en La Moncloa por Pedro Sánchez.
Negacionista de las subvenciones al independentismo
Pero lo más estrambótico de Torreblanca es su negacionismo a cerca de la implicación de Soros en la financiación de organizaciones independentistas que participaron en el proceso secesionista del 1-O. El especulador de las finanzas repartió, a través de
, cientos de miles de filodólares entre los grupos que sirvieron de plataforma a Ada Colau o David Bondía, como ha venido denunciando OKDIARIO con documentos de la propia contabilidad de OSF.
El hombre de confianza de Soros y director de Open Society Initiative for Europe (OSIFE), el activista catalán Jordi Vaquer, con sede en Barcelona, se convirtió en uno de los altavoces de los independentistas a través de las redes sociales, durante los altercados violentos en Cataluña. Recientemente, Soros ha trasladado la sede de OSIFE a Berlín, pero sigue manteniendo la de Barcelona.
En la línea sorista de mantener un pacto con el diablo y con los ángeles del cielo, el multimillonario filántropo se deja asesorar por dirigentes de derechas y de izquierda. Por ejemplo, Torreblanca formaría parte del ala conservadora del sorismo en España. Mientras, Bondía y Vaquer representarían al activismo catalán de izquierdas.
David Bondía, que ha recibido pingües subvenciones de la OSIFE, preside el Instituto de Derechos Humanos de Cataluña (IDHC). Con parte de dinero de Soros pudo financiar el acto de presentación de Carles Puigdemont en Ginebra, en marzo de 2018, cuando el ex presidente, ya prófugo de la justicia española, se desplazó desde Bruselas a la ciudad helvética.
En aquella conferencia, Bondía y el prófugo Puigdemont denunciaron la regresión de los derechos humanos en España y el ejercicio de la violencia en la jornada del 1-O. Los convocantes aprovecharon el acto para internacionalizar lo que ellos denominaban, en terminología batasuna, el «conflicto catalán», algo que desde hace años forma parte también de la estrategia de Soros.
Bondía interpuso una demanda contra España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para impedir, tras el intento del golpe, la aplicación del artículo 155 en Cataluña, aprobado por el Consejo de Ministros de Mariano Rajoy. Pero el laboratorio por excelencia de Bondia donde plasma su belicosidad secesionista es el IDHC, que dirige desde el 2015. El instituto es miembro del Observatorio DESC, lo mismo que la plataforma Iridia, ambas organizaciones también subvencionadas por Soros.
Los papeles de Soros que desveló OKDIARIO ponían de manifiesto que el gurú de la especulación financiera internacional había destinado en 2014, en sólo un año, más de 300.000 dólares al entramado más radical del independentismo catalán. Dos de las organizaciones más combativas del secesionismo, la Fundació Centre D’Informació Internacionals a Barcelona (CIDOB) y el Centro de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), fueron las más beneficiadas del reguero de dólares que Open Society Foundation (OSF) dejó en Cataluña.
Torreblanca, antes de ser fichado como columnista de EL MUNDO, fue director de Opinión de El País. Tras su salida del diario de Prisa pasó a dirigir la oficina del ECFR, donde sustituyó a Borja de las Heras, que pasó a formar parte del equipo en La Moncloa de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Después siguió con Iván Redondo. Torreblanca, a tenor de la entrevista a favor de Soros, se podría decir que compatibiliza su cargo de embajador y portavoz de Soros en España con el oficio de columnista de El Mundo. Todo un ejemplo de ética y deontología profesional como para dar lecciones de periodismo a otros compañeros.
(Manuel Cerdan. OK Diario)