El rectorado anima a entender las «diferencias» como una riqueza
Una decisión ideológica y peligrosa
La Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el cambio de género se han convertido en una triste y esperpéntica noticia tras anunciarse que los alumnos podrán modificar su identidad en los expedientes académicos sin explicaciones y tantas veces como quieran. Esta medida, promovida por el rector Javier Lafuente, refleja una deriva ideológica y aberrante que no solo trivializa la identidad, sino que impone un marco de pensamiento sectario en una universidad que debería centrarse en la excelencia académica.
El rectorado lo ha presentado como un avance en libertad, pero en realidad supone la consolidación de la llamada ideología de género dentro del ámbito universitario, imponiendo una visión política que desprecia la verdad biológica y natural del ser humano.
Una universidad al servicio del separatismo y la ideología de género
Durante la última década, la Universidad Autónoma de Barcelona se ha significado políticamente a favor de la independencia catalana. Ahora, con esta medida la UAB profundiza en el mismo camino: convertir las aulas en laboratorios de ingeniería social.
El rector Lafuente lo explicó con claridad: «Hasta ahora teníamos unos procedimientos que tenían que hacerse personalmente, tenían que explicarse a otras personas y eso impedía seguramente que algunas personas por A, por B o por C no lo hicieran.»
Este discurso revela la estrategia de despojar cualquier trámite de seriedad, transformando un tema tan delicado como la identidad en un simple clic digital. El resultado será una universidad sometida al capricho ideológico del momento.
La UAB y el cambio de género: el lema de la “Unidiversitat”
El plan se enmarca en una campaña bajo el lema “Unidiversitat”. Según la universidad, pretende ensalzar las “diversidades”, las “formas de ser y hacer” y las “singularidades de cada individuo” como una riqueza.
Sin embargo, el verdadero objetivo es imponer la ideología de género en la vida académica, obligando a profesores y compañeros a aceptar cambios constantes en el género de los estudiantes. Si un alumno decide cambiar cada semana, el sistema lo permitirá y los docentes deberán adaptarse.
En realidad, esta medida no busca proteger a nadie, sino adoctrinar a toda la comunidad universitaria en la visión posmoderna de que la verdad biológica no existe y que todo depende de la subjetividad del individuo.
El impacto del cambio de género en la educación universitaria
La UAB y el cambio de género no es un asunto menor. Afecta directamente a la libertad educativa y a la verdad científica. Obligar a un profesor a dirigirse de una forma u otra según las decisiones de cada estudiante significa coartar su libertad de expresión y obligarlo a aceptar postulados contrarios a la realidad.
Además, introduce una inseguridad jurídica evidente: ¿qué valor tendrán los expedientes si se manipulan tantas veces como cada alumno desee? ¿Cómo garantizar el rigor administrativo cuando la propia institución promueve la inestabilidad documental?
El resultado será una pérdida de credibilidad en el ámbito académico, donde lo que debería primar es el esfuerzo y la excelencia, no la manipulación ideológica de la identidad.
Ideología de género frente a la familia y la verdad biológica
Esta medida de la UAB choca frontalmente con los valores que defendemos: la familia natural, la verdad biológica del hombre y la mujer, y la defensa de la libertad frente a la imposición ideológica.
El rectorado presenta esta política como un paso hacia la inclusión, pero en realidad es un paso hacia la imposición cultural de la agenda globalista, que busca destruir la identidad natural y sustituirla por un relativismo extremo.
Como ocurrió en otras universidades occidentales, la introducción de estas medidas solo provoca mayor división, intolerancia hacia quienes piensan distinto y una pérdida de confianza en la institución académica.
La UAB y su deriva: de la independencia catalana a la ingeniería social
La UAB y el cambio de género no se entiende de forma aislada. Forma parte de una estrategia más amplia en la que las universidades catalanas, marcadas por el separatismo, buscan imponer un marco ideológico radical.
Primero fue la independencia, después la imposición del catalán como única lengua en la docencia, y ahora la consolidación de la ideología de género. Cada paso aleja a la universidad de su misión principal: formar en conocimiento, ciencia y verdad.
El lema de la “Unidiversitat” no representa la riqueza de la diversidad real, sino una uniformidad ideológica disfrazada de pluralidad. En la práctica, significa que solo se aceptará la visión posmoderna y que cualquier discrepancia será tachada de intolerancia.
Es un ejemplo claro de cómo la ideología de género avanza en las instituciones educativas, imponiendo un marco artificial que destruye la verdad natural y restringe la libertad.
2 comentarios en «Máxima idiotez: La UAB permitirá cambiar de género a los alumnos en su ficha «sin explicaciones» y «tantas veces como quieran»»
Idiocia cum laude.
Me adhiero por completo a las reflexiones expuestas en el artículo, que disecciona con acierto la encrucijada geopolítica actual. Efectivamente, asistimos a un choque entre el idealismo liberal, que prometía un orden global basado en normas, y el regreso crudo de un realismo donde priman la fuerza y los intereses nacionales. Esta pugna no es ajena a España, cuya política exterior a menudo parece navegar sin brújula entre estos dos polos, carente de una estrategia de Estado sólida que trascienda lo coyuntural.
Resulta especialmente doloroso constatar cómo esta deriva ideológica y la pérdida de rigor han contaminado el ámbito académico. Leo el análisis con la profunda nostalgia de quien recuerda con cariño las aulas de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), donde inicié mi carrera de Medicina. Allí, el conocimiento se basaba en la evidencia, el método y el debate sosegado, pilares que parecen erosionados por dogmatismos y activismos que poco tienen que ver con la libre indagación. Lamentablemente, la que fue mi universidad ha abandonado parte de ese espíritu crítico en favor de consignas, lo que no hace sino empobrecer el debate intelectual que tan urgentemente necesitamos.