Riesgos y oportunidades ante la posible e inminente sucesión de Mohamed VI

sucesión Mohamed VI

Moulay Hassan se perfila como futuro monarca marroquí mientras España sigue atenta a una sucesión que recuerda a 1999

La salud extremadamente frágil del rey de Marruecos, Mohamed VI, de 62 años, ha aumentado los rumores sobre su estado crítico. Los medios incluso hablan de “muerte clínica”, generando preocupación en Marruecos y, por extensión, en España.

El príncipe heredero Moulay Hassan, de 22 años, se perfila como futuro monarca. Su preparación militar y participación en actos oficiales refuerzan la percepción de continuidad. La sucesión Mohamed VI está en marcha, aunque oficialmente no se reconozca.

En España, los analistas y medios siguen de cerca la situación. Sin embargo, fuentes diplomáticas recuerdan: “Al final Marruecos hará lo que quiera con la sucesión y España no va a pintar nada”.

Estado de salud de Mohamed VI y contexto político

Desde hace años, Mohamed VI ha reducido sus apariciones públicas. Fue operado de un tumor ocular en 2017, de problemas cardíacos en 2018 y 2020, y sufrió un accidente deportivo en 2024 que requirió cirugía. Cada ausencia aumenta la especulación sobre su capacidad para gobernar.

La situación política interna también es delicada. Las protestas juveniles bajo el lema GenZ212 han provocado disturbios y dos muertes. Esto agudiza la crisis del reinado y plantea un escenario de riesgo durante la transición.

Los medios franceses y argelinos han difundido información contradictoria sobre el estado del monarca, aumentando la percepción de incertidumbre. Según Le Monde, las apariciones públicas generan imágenes contradictorias, reflejando un ambiente de fin de reinado.

El futuro rey y la consolidación de la dinastía

El príncipe heredero Moulay Hassan, hijo de Mohamed VI y Lalla Salma, representa el relevo generacional. Su hermana, Lalla Khadija, y los hermanos de Mohamed VI participan en actos públicos, pero solo Hassan se perfila como futuro monarca.

La Constitución marroquí garantiza la continuidad dinástica. En caso de fallecimiento o incapacidad de Mohamed VI, Hassan asumiría automáticamente el trono, evitando vacíos de poder.

La mayor exposición pública del heredero y su rol en el Estado Mayor marroquí reflejan una estrategia clara del majzen: consolidar liderazgo y estabilidad antes de la transición formal.

Preparación de Moulay Hassan para la sucesión Mohamed VI

El heredero Moulay Hassan ha asumido responsabilidades en el ejército y en actos oficiales, siguiendo la estrategia de su padre. Fue ascendido a coronel mayor y participa en funciones de representación diplomática, como la recepción del presidente chino Xi Jinping.

Aunque algunos mencionan alternativas como Moulay Rachid, hermano menor de Mohamed VI, la tradición y la Constitución marroquí refuerzan la continuidad dinástica con Hassan. La sucesión Mohamed VI parece inevitable y cuenta con legitimidad histórica.

España ante la sucesión Mohamed VI

España observa con creciente atención la evolución del reinado alauí y las señales que anticipan una inminente transición en el trono marroquí. La sucesión en Rabat no es un asunto menor para nosotros: implica riesgos y oportunidades que pueden alterar el equilibrio geopolítico en el norte de África y, con él, los intereses estratégicos de nuestro país. Marruecos es hoy un socio necesario —aunque incómodo— para España en materia de seguridad, control migratorio, cooperación antiterrorista y estabilidad regional. Pero también es, sin disimulo, un adversario territorial, con ambiciones declaradas sobre Ceuta, Melilla e incluso las Islas Canarias, consideradas por el régimen alauí como “territorios pendientes de descolonización”.

La figura de Mohamed VI, pese a sus problemas de salud y prolongadas ausencias, sigue siendo el eje que mantiene cohesionadas las distintas facciones del majzen, el complejo entramado de poder político, económico y militar que gobierna Marruecos desde las sombras. Su sucesión, previsiblemente en la persona del príncipe heredero Moulay Hassan, abre una etapa de incertidumbre que Madrid no puede permitirse ignorar.

Si el relevo se produce de forma ordenada y con respaldo del aparato estatal, España podría aprovechar la ocasión para consolidar una relación más pragmática y menos dependiente de la presión marroquí, con un interlocutor joven, formado en Europa y consciente de la necesidad de estabilidad para atraer inversiones extranjeras. Sin embargo, cualquier signo de crisis interna, luchas palaciegas o descoordinación en Rabat tendría repercusiones inmediatas en la cooperación bilateral. España depende, en gran medida, del control migratorio que Marruecos ejerce sobre las rutas hacia el Estrecho y Canarias. Una relajación deliberada de ese control —como ya ha ocurrido en crisis anteriores— podría convertirse en un instrumento de chantaje político contra nuestro país.

La transición al trono también puede ser utilizada por el régimen marroquí para redefinir prioridades estratégicas y reforzar su margen de maniobra frente a España. De hecho, Mohamed VI podría utilizar este periodo de cambios para marcarle el camino a su heredero, intensificando la presión sobre Ceuta y Melilla, o alentando la narrativa expansionista que desde hace años alimenta el nacionalismo marroquí. Por su parte, Moulay Hassan, en un intento de afianzarse ante el ejército y las élites del majzen, podría recurrir a una política exterior más agresiva hacia España como gesto de fortaleza interna.

Un vacío de poder mal gestionado en Rabat podría derivar en enfrentamientos internos entre las distintas facciones del majzen, debilitando la estabilidad del país vecino. Para España, un escenario así supondría un riesgo inmediato en sus fronteras meridionales, un incremento de la presión migratoria y la posible ruptura de acuerdos bilaterales clave en materia de defensa, energía y comercio.

En definitiva, la sucesión de Mohamed VI no debe contemplarse como un asunto interno marroquí, sino como un proceso con consecuencias directas para la soberanía y la seguridad de España. Madrid no puede limitarse a la observación pasiva: debe anticiparse, fortalecer su posición diplomática y militar, y reafirmar con claridad que Ceuta, Melilla y Canarias son territorios españoles innegociables. Solo una política exterior firme, libre de concesiones y guiada por la defensa del interés nacional, permitirá a España afrontar con garantías la nueva etapa que se abre al sur del Estrecho.

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1 comentario en «Riesgos y oportunidades ante la posible e inminente sucesión de Mohamed VI»

  1. Se suceden los personajes, pero la dependencia del poder global seguirá siendo la misma. Nada nuevo bajo el sol.
    Las naciones deberían, por encima de creencias y religiones, aliarse contra el sistema globalista que anula su libertad.

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