«Lo de que «somos un rebaño de corderos pastoreados por lobos» es la perfecta definición de lo que ocurre. Cuando la sociedad, cuando la masa, cuando la mayoría, obedece al grupo, sigue la corriente y confía en sus líderes, confía en que esos líderes la van a llevar, a esa mayoría de la sociedad, hacia el bienestar, hacia la mejora, hacia el avance, hacia el progreso, y resulta que quienes te llevan por ese camino son unos lobos sabiendo que tú eres un cordero, pues vale la pena hacerse la pregunta y por lo menos cuestionarse si eso es lo que nos conviene a la mayoría. Teniendo en cuenta que los «corderos» somos mucho más numerosos que los «lobos», que son los que conducen al final al redil a toda esta masa inocente y confiada de creyentes» ha afirmado la escritora y novelista Ángela Vallvey en una entrevista al canal de You Tube Alto y Claro TV
Además, Ángela Vallvey ha afirmado en la entrevista:
- Sí, yo creo que la ideología es el obstáculo para los ciudadanos. Los ciudadanos somos damnificados por la política ideológica, a pesar de que se suele decir, y se repite desde hace ya décadas, que vivimos en unas sociedades «desideologizadas». Y es todo lo contrario. Los partidos, los gobernantes, los líderes ideológicos, sí se han desideologizado, pero lo han hecho ideologizando cada vez más a la ciudadanía, porque esa es la fuente de su poder.
- El hecho de que los ciudadanos estemos muy concienciados políticamente, seamos creyentes políticos, esos son los recursos con los que cuentan las élites para gobernar y para adquirir poder y afianzarse en él. Los ciudadanos no somos completamente inocentes. Y hemos puesto nuestra parte como creyentes, que sostienen un sistema en el que la élite gobierna y saca usufructo de toda esa fe, de toda esa religiosidad política, ideológica, que nosotros les entregamos. Y que se lo entregamos, además, como un regalo que afianza su poder.
- Bueno, porque los seres humanos necesitamos, -eso está estudiado ampliamente-, los seres humanos necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo. Y entonces nos sentimos bien porque nos sentimos integrados. Claro, al necesitar esto, nosotros, como ciudadanos respecto a la política, como votantes, hemos terminado por convertimos, después de unas centurias, en creyentes. En creyentes ideológicos. Y, por eso, depositamos en ellos nuestra fe. Por eso les perdonamos todo. Por eso cuando hay un político corrupto que sigue ganando votos, que sigue afianzándose en su «sillón poderoso», mucha gente se pregunta «bueno, ¿a qué se debe que continúe ahí, que siga teniendo la confianza?» La confianza no la tiene él. La tiene el grupo al que pertenece, la ideología que representa. Y nosotros, como creyentes, le otorgamos el beneplácito de seguir ejerciendo el poder. Da igual lo que haya hecho, porque creemos, porque somos creyentes. Y eso es lo que, a mi modo de ver, conforma un panorama desolador que nos está llevando a la ruina.
- Hay una farsa. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo sabe que muchos políticos traicionan sus creencias aparentes, teóricas, ideales. Y que las venden, las venden al votante pero luego no las cumplen. Es una farsa seguir creyendo en algo que ha demostrado claramente su falsedad, su mentira. Entonces, es tan sencillo como, directamente, apartar la ideología para que no genere dolor ni ruina al conjunto de la sociedad, a la mayoría, no a las élites, sino a quienes las sustentamos.
- Sí, yo me pregunto, ¿Por qué? ¿Por qué el hecho de tener una ideología tiene que someter a la mayoría, cuando la diferencia es muy pequeña entre un grupo y otro enfrentados ambos ideológicamente? ¿Por qué uno tiene que imponer su concepción de la vida, de la educación, del cuerpo, de la relación íntima, de lo personal? Yo me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué un partido que tiene dos votos más que el otro, -o a veces ni siquiera eso porque tiene menos pero se juntan, son asociaciones de minorías que conforman una mayoría-, por qué esas minorías tienen que decidir cómo educamos a nuestros hijos, cómo vivimos nuestra vida íntima, cómo planificamos nuestra existencia?, ¿hasta qué punto le entregamos todo lo que somos al Estado y a esos políticos? Yo me pregunto, ¿por qué cuando se trata de legislar sobre la vida más personal, más íntima, más recóndita de cada uno de nosotros, tenemos que obedecer lo que otros -que no piensan como nosotros- han decidido que es lo correcto?
- Creíamos que era una alternativa frente al poder. Creíamos que las redes sociales eran un espacio de libertad. De repente, la voz ciudadana, la voz de la persona anónima que es capaz de encontrar un público alejado de los centros de poder, de los centros de comunicación importantes. Y, sin embargo, hemos visto que no. Que están dirigidas y controladas por unos millonarios. Y hemos descubierto que es tan fácil controlar, «banear» – o sea, censurar-, apartar, apagar la voz. Es muy sencillo. Digitalmente es muy sencillo. No necesita, además, pedirle permiso a nadie. No tiene ninguna consecuencia, ninguna consecuencia. Pero están adquiriendo un poder tan tremendo que se han convertido en agentes, en agentes de la disputa, de la lucha, de la polarización. Y por supuesto de la guía, de la guía interesada de las personas. O sea, es muy fácil, más fácil que nunca, conducirlas hacia a un determinado camino. Cosa que no había ocurrido antes. Antes se hacía con una poca gente y ahora se hace con millones y con miles de millones.
Por su interés reproducimos la entrevista completa del canal de You Tube Alto y Claro TV a la la escritora y novelista Ángela Vallvey