Sólo Irlanda se acuerda ya de los náufragos de la Armada Invencible

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Es lógico que una derrota se esconda. Y la de la Armada Invencible (asumimos hoy inocentemente ese apelativo que, con retranca, le estamparon los ingleses) lo fue. Por eso no es un capítulo en el que la historiografía patria y, a rebufo de ella, los medios de comunicación, reparen en demasía. Aunque en este país tampoco alardeamos de las victorias, como la que infligimos, precisamente, a los hijos de Albión sólo un año después (1589) en las costas gallegas y lisboetas, que fue terriblemente severa: de los 18.000 hombres movilizados sólo regresaron en torno a 5.000. Hablamos de la conocida como Contrarmada o la Invencible Inglesa (nótese la retranca de vuelta). Vinieron a acabar el trabajo aprovechando la debilidad de nuestra flota y salieron escaldados. Para maquillar la humillación, además, los británicos no pueden recurrir a adversidades meteorológicas, que sí golpearon duramente a nuestras naves sólo unos meses antes. El caso es que nuestra historia, ni para lo bueno ni para lo malo, goza del grado de atención deseable. De ahí que muchas de las confusiones azuzadas desde la política no encuentren la debida respuesta en la sociedad civil: para rebatir sus entelequias y dejarlas fuera de juego.

Y de ahí también que resulte tan llamativa y enternecedora la iniciativa de la asociación Spanish Armada Ireland. La preside Eddie O’Gorman y tiene su sede en Grange, en el condado de Sligo, que está situado en la imponentemente bella costa noroeste de la isla esmeralda. Allí, tras su desbandada, encallaron algunas de las naos enviadas por Felipe II a conquistar Inglaterra. Intentaban circunnavegar ese litoral traicionero con la intención de volver a España y salvar el pellejo. Pero los temporales impidieron que un alto número lograra el objetivo. Cerca de Grange, por ejemplo, en la playa de Streedagh, naufragaron la Juliana, la Lavia y la Santa María de Visón de Ragusa. Murieron en torno a 1.000 compatriotas, ahogados en las turbulentas aguas o apuntillados por las tropas inglesas que les estaban esperando en tierra. Sólo unos pocos escaparon. Entre ellos, el capitán Francisco de Cuéllar, que vivió una peripecia fascinante antes de poder embarcar de nuevo rumbo a España desde Escocia. De Cuéllar nos legó un diario de esas vicisitudes, que es hoy un valioso documento para conocer aquellos hechos.

La Spanish Armada Ireland acaba de lanzar una película basada fielmente en esas notas, Armada 1588. Shipwreck and Survival, que tienen colgada en su web y puede verse por cinco euros. “Queríamos retratar la historia de este héroe de capa y espada que nos dejó un documento de extraordinario valor para conocer la Irlanda de aquella época”, explica O’Gorman a El Cultural. De Cuéllar, que, junto a otras pocas decenas de marinos españoles, pudo salvarse de caer en manos de los ingleses gracias a la hospitalidad de señores locales, narra, en efecto, la cotidianidad de los moradores de esas tierras con detalle, enunciando aspectos que chocan (por asalvajados y libertarios) contra sus ojos foráneos. En esas páginas dejó constancia de instituciones, usos y costumbres gaélicos que estaban siendo desmantelados por los invasores británicos. O’Gorman subraya esa hospitalidad y protección porque, denuncia, los ingleses imputan a la población autóctona la masacre de nuestra marinería.Publicidad

“Escribe con humor, emoción y una afinada percepción de las debilidades humanas”, añade O’Gorman, que también señala que la intención de rodar este mediometraje, dirigido por Al Butler y producido por Mediacoop, era recordar la trágica muerte de miles de hombres. Se muestra la crueldad de los ingleses (y los irlandeses a su servicio) con los náufragos. Y la compasión que, en contraste, mostró la gente común, que arriesgó la vida al ayudarles”. O’Gorman, hoy profesor de historia jubilado, reivindica asimismo el antiguo vínculo que enlaza los pueblos español e irlandés, anclado en un sustrato celta común a ambos, que se estrecha, en los siglos XVI y XVII, con el capítulo irlandés de la Armada y con el hallazgo en una excavación en Valladolid de Red Hugh O’Donnell, líder rebelde que huyó a España tras levantarse contra los Tudor y provocar la Guerra de los Nueve Años. Aquí fue recibido con honores.

El dinero recaudado con el documental se pretende destinar al gran centro expositivo que quieren habilitar en las inmediaciones de Streedagh para exponer los restos de los buques recuperados hasta la fecha. En 2015, tras unas fuertes tormentas que removieron el lecho marino, se pudieron rescatar varios cañones. Hoy están custodiados en el National Museum de Dublín y eventualmente se exhiben al público. La intención es traerlos de vuelta y mostrarlos en esta nueva infraestructura, junto a las piezas que también fueron extraídas del agua en los 80. Por supuesto, su objetivo es echarle el guante a los buques, que siguen durmiendo el sueño de los justos en la bahía, más de cuatro siglos después de zozobrar.

En la actualidad, existe ya delineada una especie de embrión de ruta Francisco de Cuéllar. Recorre puntos significativos que jalonaron la huida del capitán. Entre los planes de O’Gorman está balizarla mejor y difundirla como una opción turística con poso histórico. Este maestro irlandés señala que él no podía permanecer indiferente a una historia tan atractiva ocurrida a las puertas de su casa. “Siempre me ha interesado la historia, particularmente la de mi entorno. ¿Quién no puede sentirse fascinado por un capítulo en el que convergen, justo donde vives, reyes y reinas, imperios que caen y otros que se emergen, tesoros enterrados, guerras, aventuras de supervivencia…? Creo que no es necesario que siga, ¿no?”. Dice que la gente de la costa oeste conoce bien lo que pasó con la Gran Armada y se esfuerza por preservarla en su memoria y transmitirlo a las nuevas generaciones.

Cierto es que en cualquiera de las bibliotecas de los pueblos y ciudades de la zona no faltan un buen puñado de libros sobre aquel desastre. Los topónimos costeros también son un indicio: el más claro es el de la playa de Spanish Point, a una treintena de kilómetros de Ennis, capital del Condado de Clare. Es uno más de los múltiples escenarios donde la ambición de Felipe II de conquistar Inglaterra se fue finalmente al garete con un elevado coste de vidas. En total, entre la Causeway Coast in Antrim y Kerry hay 26 yacimientos acuáticos conectados con la Grande y Felicísima Armada. Gracias a tipos como O’Gorman quizá algún día podamos ver con nuestros ojos parte esos pecios. La película es un nuevo toque de atención. Él deja caer que le encantaría verla emitida por Televisión Española. Lo merece.

(Alberto Ojeda. El Cultural)

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