La periodista – reportera de Telecinco – Sol Macaluso ha presentado su primer evento para ayudar a todas las madres, padres y familias que están pasando por una situación similar a la que ella está viviendo
Dos abortos espontáneos, ganas de ayudar a otras mujeres e ilusionada porque sabe que algún día lo conseguirá. Es la historia de la periodista Sol Macaluso, que está visibilizando un gran tabú: el aborto espontáneo, una realidad que ocurre mucho más de lo que pensamos.
Y es que la también escritora y autora del libro La guerra de mamá, ha presentado junto a Sonia Lucena, psicóloga, y Leticia Mora para ayudar a todas las madres, padres y familias que están pasando por una situación similar a la que ella está viviendo.
La periodista María Fernández la entrevista para El Debate y por su interés reproducimos en Adelante España fragmentos de la misma.
—Antes de comenzar, ¿cómo estás?
Esta segunda vez lo viví con mucho más enfado. Porque claro, cuando comienzan a pasarte estas cosas y te adentras en este mundo y descubres la falta de información que hay, lo poco acompañadas que estamos y el tabú que existe en la sociedad, te sientes muy sola y muy ignorada. Es como si nuestro dolor no tuviera validez y eso da mucha rabia. Pero afortunadamente estoy fuerte, estoy adentrándome mucho en la causa y ayudando a otras mujeres.
Para ello, he hecho una comunidad en Telegram donde somos más de 250 mujeres en este momento de diferentes partes del mundo y las acompaño como puedo.
—Una de cada cuatro mujeres sufre abortos en España, ¿las madres reciben información sobre esto?
—Ningún tipo de información. Y es curioso porque yo soy hija de médico y mi madre trabaja en el ámbito sanitario, por lo que he vivido muy de cerca la medicina. Con esto no estoy culpabilizando al equipo, sino al protocolo internacional que todavía sigue vigente y está muy desactualizado con esta temática.
Nuestro primer embarazo fue, de manera natural, un embarazo múltiple. Por lo cual se dio a entender que ese embarazo se había perdido porque ya era considerado de alto riesgo. El corazón de mis bebés se detuvo en la semana 12.
Bajo mi humilde opinión y sobre todo no puedo ser del todo objetiva porque lo vivo como madre, aquí hubo un error. Un día, cuando fui a la clínica de mi colega, le dije que me hiciese todos los estudios porque no quería volver a pasar por todo eso de nuevo ni volver a vivir ese dolor. Para ello, le pedí a la ginecóloga que me tratase como si fuese su propia hija que acababa de tener un aborto espontáneo y que aún quiere seguir buscando.
No se me realizó ningún estudio y me volví a quedar embarazada casi ocho meses después, con todos los miedos que eso suponía. Estaba confiada y tranquila porque sé que el estrés, nervios y ansiedad no son buenos en ningún momento de la vida, pero mucho menos cuando tienes una vida dentro de ti.
En todo el proceso, mi pareja y yo fuimos muy buenos alumnos. Antes del primer embarazo fuimos a la ginecóloga a decirle que íbamos a buscar un bebé. Le preguntamos qué teníamos que hacer y seguimos todos sus pasos. En este segundo embarazo hicimos lo mismo. Ahora, después de todo, voy a comenzar los estudios por la empatía que está teniendo mi doctora. Pero en realidad no se empiezan a estudiar hasta el tercer aborto. Y esto es lo que más me preocupa, que este protocolo internacional, porque yo soy argentina y en Argentina sucede lo mismo, no se considera que hay una problemática o algo que estudiar hasta el tercer aborto, pero nadie está pensando en la salud mental de nosotras como madre.
—¿Cómo tratas de ayudar a otras mujeres?
—Yo siempre he velado por la salud mental. El año pasado escribí un libro relacionado con esto, aunque con otra temática, pero que tiene mucho de salud mental.
Al encontrarme viviendo mi segundo aborto espontáneo y ver que otras miles de mujeres sí han tenido que sufrir un aborto más que yo para que se las empiece a estudiar, me parece de lo más cruel y maquiavélico que he visto en la vida. Nadie está velando por lo dañino que es para nuestra mente. Y por esto me he puesto a investigar. Estoy aprovechando mi visibilidad, plataformas –que siempre la vida te pone sin querer en el lugar que debes estar– y creo que esta segunda pérdida me está dando toda la fuerza, junto a mis hijos desde el cielo, para convertirme en una de las portavoces de esta causa
—¿Cómo se puede afrontar una pérdida?
—No tengo la respuesta porque te digo que lo voy viviendo día a día. Lo que sí estoy siendo consciente es que nadie nunca te va a entender. En TikTok se me ha criticado mucho por compartir mi pérdida. Estamos muy acostumbrados a compartir la parte bonita, pero yo perdí a mis hijos y ¿por qué no puedo hacer partícipe a la sociedad de esto en particular? Yo lo estoy viviendo en primer lugar como mujer y sobre todo como periodista.
En redes también me pasó algo curioso. Cuando yo me quedé embarazada por primera vez me descargué la aplicación que asimila a tu bebé con un animalito para ver la medida y el peso. Metí los datos y de repente me preguntaron. ¿Tienes hijos? Y yo contesté: No. La siguiente pregunta fue: ¿has estado embarazada antes? En ese momento pensé que la aplicación estaba fatal, ya que si le acababa de decir que no tenía hijos, ¿cómo iba a estar embarazada antes? No fue hasta mi primer aborto que comprendí que la pregunta tenía sentido.
—El evento se llama camino al arcoíris, ¿por qué este nombre?
—El nombre hace referencia a los bebés que vienen después de la pérdida, ya que se les llama bebés arco iris.
Lo que me parece más importante de vivir este duelo es entender que se puede atravesar y que se puede vivir con el dolor de una manera resiliente, honrando la vida de nuestros hijos y sobre todo mirando con esperanza hacia un futuro donde podamos finalmente tener nuestros hijos en brazos y criarlos.
Debemos atravesar el dolor y creer que sí es posible llevar un embarazo a término, que sí es posible encontrar un diagnóstico precoz si es que lo tenemos, y si corresponde recibir un tratamiento para mantener la vida de nuestros hijos nueve meses en la tripa y que nazcan saludables, felices y que podamos realmente cumplir nuestro sueño.
Entonces, sobre todo eso, el arco iris representa que hay luz al final del túnel.
Por eso estoy empezando a hacer todo esto. Y es que con ayudar a una mujer me doy por satisfecha porque es un dolor tan incomprendido, tan falto de herramientas, tan invisible que tenemos mucho por hacer como mujeres, como periodistas y como sociedad. No nos olvidemos que los hombres también lo sufren, que es otra parte que parece ser que solo lo sufrimos nosotras porque somos quienes estamos y no es así.