No hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír (refrán español, sin duda basado en Juan 12, 40 e Isaías 6,9)
No hay peor sordo que el que no quiere oír (Baltasar Gracián: El Criticón, 1657, Tomo III, Pag 209)
Los últimos acontecimientos me empujan a reflexionar sobre la OTAN, esa organización del Tratado del Atlántico Norte que ha llegado a intervenir militarmente hasta en el Lejano Oriente. En Afganistán, concretamente, y con aparentemente pobres y vergonzosos resultados.
Aunque el 16 de este mes León XIV ha declarado pública y textualmente que “la OTAN no ha iniciado ninguna guerra, los polacos están preocupados porque sienten que su espacio aéreo ha sido invadido, es una situación muy tensa” (vaticannews 2025-09-16), se puede afirmar con total seguridad que eso no es cierto. Y lo digo con el enorme dolor de un católico que busca serlo con seriedad (aunque no lo consiga), y sabiendo que el dogma de la infalibilidad, por definición, se restringe a muy pocos casos y muy concretos, y al comprobar que Prevost en política también se inclina por el lado liberal, oscuro y woke.
Desde luego la(s) invasión(es) de los espacios aéreos de Polonia y otras naciones de la OTAN son una burda operación de bandera falsa, dado que es absolutamente innecesaria esa peligrosa provocación por parte de Rusia (a no ser que les guste jugar a la ruleta rusa) y, desde luego, es altamente factible que, de ser ciertas esas denuncias, se hayan utilizados restos de drones para reconstruir aparatos y simular esas incursiones por terceros actores. En Rusia se siente que no se está al borde de la guerra con la OTAN, sino que ya está en ella.

Rusia y la OTAN
Las guerras de la OTAN
Y en cuanto al pacifismo de la Organización del Atlántico Norte, por no ser prolijo, pondré a continuación una sucinta relación de guerras iniciadas por dicha organización, sin mencionar el centenar de las provocadas individualmente por su jefe y dueño, los Estados Unidos de Norteamérica (Usa), especialmente tras la caída del Muro de Berlín en 1989.
1991, 2ª Guerra del Golfo (Liberación de Kuwait, Operaciones Escudo y Tormenta del Desierto). Amparado en la Resolución 678 de la ONU, Estados Unidos, con Inglaterra, Australia y el apoyo de varias naciones de la OTAN, hasta un total de 42 naciones, declararon la guerra a Iraq. Recordemos que las naciones con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU son los cinco miembros permanentes: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos; es decir, que siempre hay mayoría de los miembros de la OTAN. España no participó porque la filtración de los planes Papa-Tango y Papa-Golf lo frustró.
Marlin Fitzwater, portavoz de la Casa Blanca prometió que Estados Unidos no atacaría a los iraquíes que salieran de Kuwait, pero fueron masacrados incluidos miles de civiles.

La carretera de la muerte. EEUU y Canadá bombardearon a más de 10.000 iraquíes, miles de ellos civiles, en la retirada de Kuwait.
1995, Yugoslavia, Operation Deliberate Force. Una campaña aérea bombardeos masivos de la OTAN contra objetivos serbobosnios [i] en Bosnia, 400 aviones de 15 países (España incluida, desgraciadamente). Nació bajo el amparo del Consejo de Seguridad de la ONU, por su la Resolución 816 (1993).
1999, Servia, Operation Allied Force. Del 24 de marzo al 11 de junio, y sin contar con una autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN exigió la retirada de las tropas yugoslavas en Kosovo, pasando a continuación a bombardear sistemáticamente las infraestructuras civiles de Servia (fábricas, centrales hidroeléctricas, refinerías de petróleo, puentes, edificios públicos, incluido el de la televisión estatal y el de la embajada de China.
2001/3. Afganistán. Tras los nada claros derribos de las Torres Gemelas, en diciembre de 2001 Usa y sus aliados invadieron Afganistán y el Consejo de Seguridad de la ONU creó la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF). La OTAN se hizo cargo de ella en 2003, y permaneció en el país hasta septiembre de 2021. Con ello comenzó lo que los yanquis han denominado “Guerra contra el Terror”.
2003, 3ª Guerra del Golfo (Invasión de Iraq). Estados Unidos (con Bush como presidente), con Inglaterra (Blair) y otras naciones, incluida desgraciadamente España (Aznar), declararon la “guerra preventiva” a Iraq escudándose en la falsedad de que poseía armas de destrucción masiva (Israel, Corea y otras naciones contaban con ellas) y tenía vínculos con Al Qaeda (una organización en cuyo origen están mezclados los servicios secretos sajones). Hubo una operación de destrucción de infraestructuras aterradoramente denominada “conmoción y pavor” (shock & awe). La guerra se extendió hasta 2011, cuando terminó la ocupación. Según el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, fue una invasión ilegal que violaba la Carta de la ONU al no contar con el mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Es prácticamente imposible saber los muertos civiles que provocó la “Guerra contra el Terror” en relación con la invasión-ocupación de Iraq. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2008 apuntó a cerca de 400.000. The Lancet los estimó en 655.000 y la Opinion Research Business de Londres más de un millón de muertos [ii].
2004, Ucrania, Revolución Naranja de Euro-Maidán. Usa estuvo claramente detrás de esta y otras “revoluciones de colores”. Esta, especialmente, ha implicado que la OTAN se haya volcado en apoyo a Ucrania hasta el punto de rozar la Tercera Guerra Mundial en estos momentos. Las bajas ucranianas (muertos y heridos) se estiman en más de millón y medio de combatientes, y los refugiados en otros países más del doble.

El mismo Partido Socialista español que se opuso a la OTAN en 1980 propugna ahora ir a la 3ª Guerra Mundial con ella.
2011, Libia. La OTAN se hizo cargo de las operaciones militares norteamericanas derivadas de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La nº 1973 autorizaba ataques aéreos para proteger, “del régimen de Gadafi”, a civiles, pero, de hecho, se volcó en el derrocamiento del régimen, cosa no prevista en el mandato ONU. Todo aquello condujo al caos en Libia y provocó divergencias sobre el papel de la OTAN.
La metástasis de la OTAN
Una actuación de la OTAN sin un mandato de la ONU es una clara violación del derecho internacional (Artículo 1 y Capítulo VII de la Carta de la ONU). En todo caso, está clara la ilegalidad formal según la ONU de las guerras de Servia (1999), Iraq (2003), incluso Libia (2011). Y también que la OTAN amparó la ocupación de parte de Chipre (1974) y de Siria (desde 2016) e Iraq (desde 2019) por Turquía.
Y todo ello dentro de un permanente y trascendental cambio de sus estatutos fundacionales, ya que, tras su ilegal y sangrienta intervención en Yugoslavia en 1999, se autoproclamó una nueva misión: “la promoción de valores democráticos, la cooperación en cuestiones relacionadas con la defensa y seguridad y la resolución pacífica de controversias, aunque con la posibilidad de usar la fuerza militar en gestiones de crisis” [iii]. Su área de actuación, inicialmente limitada a la zona euro-atlántica al Norte del Trópico de Cáncer, incluyendo “los departamentos argelinos de Francia (excepción que no se aplicó a las Plazas españolas en África), el territorio de Turquía y las islas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en la zona del Atlántico Norte” (Artº 5 del Tratado fundacional OTAN sobre respuesta colectiva a un ataque a un país firmante), se amplió al resto del Mundo, en franca contraposición el monopolio de Naciones Unidas sobre el recurso a la fuerza (artículo 51 de la Carta de las NN.UU. A ello se unió el protocolo firmado el 23 de septiembre de 2008, aunque no presentado oficialmente al Consejo de Seguridad entre los Secretarios Generales de la OTAN y de la ONU, Jaap de Hoop-Scheffer y Ban Ki-Moon respectivamente, por el que, con la excusa de las operaciones de mantenimiento de la paz, se autorizaba a la OTAN a actuar en casi cualquier parte del Mundo [iv].
Además, los miembros de la organización crecieron rápidamente incluso después de la desintegración de la URSS y el Pacto de Varsovia (16 nuevos socios y pujando por Ucrania aún al precio de una guerra mundial), a pesar de la promesa de la OTAN en 1991 de no expandirse hacia el Este (documento “conversaciones de Dos más Cuatro” hallado por el politólogo estadounidense Joshua Shifrinson en cuestión fue en los Archivos Nacionales Británicos) [v]:

32 Socios de la Organización. Usa (en 1949), Inglaterra (1949), Canadá (1949), Francia (1949), Bélgica (1949), Países Bajos (1949), Luxemburgo (1949), Noruega (1949), Dinamarca (1949), Islandia (1949), Italia (1949), Portugal (1949), Grecia (1952), Turquía (1952), Alemania (1955), España (1982). Chequia (1999), Hungría (1999), Polonia (1999), Bulgaria (2004), Eslovaquia (2004), Eslovenia (2004), Estonia (2004), Letonia (2004), Lituania (2004), Rumanía (2004), Albania (2009), Croacia (2009), Montenegro (2017), Macedonia del Norte (2020), Finlandia (2023) y Suecia (2024)
9 “Socios Globales” (Global Partner). Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Mongolia, Pakistán, Afganistán, Iraq y Colombia. Cooperan individualmente en áreas de seguridad mutua, pero no están obligados a la defensa colectiva. Es significativo el caso colombiano, que rompe la cohesión las naciones hispanoamericanas.
21 “Aliados importantes extra-OTAN” (MNNA). Australia (1987), Nueva Zelanda (1997), Japón (1987), Corea del Sur (1987), Filipinas (2003), República de China Taiwan (2022), Tailandia (2003), Pakistán (2004), Afganistán (2012), Israel (1987, con una misión permanente ante la Organización desde 2017), Egipto (1987), Baréin (2002), Jordania (1996), Kuwait (2004), Qatar (2022), Marruecos (2004; el AFRICOM realiza anualmente las maniobras “León Africano” incluso en el Sahara Occidental -español-), Túnez (2015), Kenia (2024), Brasil (2019), Argentina (1998) y Colombia (2022). Llamativo es que Israel acumule más de un centenar de incumplimientos de Resoluciones de la ONU, y que Marruecos haya invadido y ocupado el Sáhara (y las aguas españolas en Canarias) con el beneplácito de Israel y EE.UU., un territorio pendiente de descolonizar por España según el mismo organismo supranacional; también que ambos “aliados importantes” hayan masacrado reiteradamente a las poblaciones autóctonas palestinas y saharauis, no obstante lo cual son socios preferentes de la Unión Europea, quien los premia con políticas comerciales que arruinan a sus estados miembros.
La OTAN también creó también otros foros, como Asociación para la Paz (Partnership for Peace, PfP) en 1993, supuestamente destinada a estrechar relaciones de la OTAN con otros estados europeos y de la antigua Unión Soviética, hasta un total de 21, incluida Rusia.
Y la guinda, la Promesa de Defensa Colectiva (Artº. 5 del Tratado de Washington)
Polonia, los Países Bálticos y otros miembros de la OTAN están reclamando la defensa colectiva ante las incursiones de drones supuesta y fantasiosamente “procedentes del Este”.
El citado Artículo 5 dice:“ Las Partes convienen en que un ataque armado contra una o más de ellas en Europa o América del Norte se considerará un ataque contra todos ellos y, por lo tanto, convienen en que, si se produce tal ataque armado, cada uno de ellos, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido en el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes así atacadas tomando de inmediato, individualmente y en concierto con las demás Partes, medidas que considere necesarias (sic), incluido el uso de la fuerza armada, para restablecer y mantener la seguridad de la zona del Atlántico Norte.
Su alambicada redacción da pie a muchas interpretaciones. Pero, históricamente, ¿de qué ha servido? Veamos algunos significativos casos que demuestran el poco respeto de la legalidad que impera en la OTAN.
El 8 de junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días entre Israel y varias naciones árabes, el USS Liberty, un barco de reconocimiento electrónico (espía) desplegado en el Mediterráneo en aguas internacionales cerca de Egipto, después de ser claramente identificado por medios aéreos judíos, sufrió los reiterados ataques combinados de cazabombarderos y lanchas rápidas hebreas, que, aunque no consiguieron hundirlo, causaron la muerte de 34 marinos yanquis. NO PASÓ NADA. Ni Usa reaccionó individualmente ni reclamó la ayuda de sus socios, los cuales tampoco se abalanzaron a defenderla de ninguna manera.
El Cabo Francisco Javier Soria, del contingente español en las fuerzas de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL), que estaba de guardia en una de las torres de vigilancia ONU (concretamente la G-7), murió el 28 de enero de 2015 por un impacto directo de un proyectil de carro israelí. Se enmascaró el ataque asesino, seguramente un toque de atención a la ONU para que controlara más a las milicias libanesas, diciendo que fue un disparo anormal de mortero o artillería. El Ejército de Israel acabó indemnizando a la familia de la víctima. Con nuestro camarada sumaban entonces 292 “cascos azules” muertos en el Líbano desde 1978, muchos por fuego difícilmente disculpable de Israel. Y eso por no hablar del sueco Conde Folke Bernadotte, mediador de las Naciones Unidas, asesinado a tiros en 1948, y otros más hasta 1978. España no reclamó la intervención de la OTAN ni la ONU rechistó.
Hace pocos días Israel bombardeó, una vez más, a uno de sus vecinos: Qatar [vi]. El objetivo declarado fue la delegación de Hamás en la negociación de una propuesta de Estados Unidos para el alto el fuego en Gaza. Los aviones judíos repostaron de cisternas inglesas desplegadas en la base qatarí de Al-Udeid (próxima a Doha, la capital atacada) y contaron con otros apoyos norteamericanos en la misma base. De nada le sirvió a Qatar ser “Major Non-NATO Alli -MNNA-” y no apoyar la causa palestina. Murieron, al menos, media docena de personas, entre ellas un qatarí y otros cuatro heridos, eludiéndose dar más detalles de víctimas y daños.
Lo anterior me recuerda que Italia y España enviaron buques de guerra hace unos días para proteger una flotilla de barcos que viajaban a Gaza en apoyo a la causa gazatí. No habría sido sorprendente que Israel los hubiera recompensado con alguna agresión si hubieran hecho algo remotamente distinto al “teatrillo”. En todo caso, si Estados Unidos no movió un dedo tras sufrir 34 muertes y múltiples heridos, ¿creen que la OTAN se habría acogido al tan cacareado Artículo 5?

Como resumen, y teniendo lo que Netanyahu proclama de que controla a Trump [vii], propongo uno sencillo: La OTAN, hija de Usa y nieta de Inglaterra, es el ejército de lo que algún Papa León, desde luego no el actual, denominó Sinagoga de Satanás, hoy NOM … cuya más descarada herramienta es el sionismo.
José María Manrique García | Cor. Artª. (R.). Escritor
[i] Servia, Iraq, Qatary otras palabras han sido de uso secular y aún hoy son admitidas por la RAE, a pesar de que desde el mundo anglosajón se lucha insistentemente por imponer “Serbia”, “Irak” y “Catar”.
[ii] ¿Cuántos civiles murieron en Irak?, por Owen Bennett-Jones. BBC. https://www.bbc.com/mundo/internacional/2010/08/100830_irak_cifras_muertos_rg.
[iii] Aspectos básicos. https://www.nato.int/nato-welcome/index_es.html#:~:text=POL%C3%8DTICOS:%20la%20OTAN%20promueve%20valores,a%20largo%20plazo%2C%20evitar%20conflictos.
[iv] La Otan y su nuevo papel global, por Ana Teresa Gutiérrez del Cid, Universidad de Buenos Aires, 2010. file:///C:/Downloads/761-2876-2-PB-1.pdf.
[v] La OTAN: vil agente provocador, por Pedro de Alvarado, 2022. https://www.elespañoldigital.com/la-otan-vil-agente-provocador/#comment-11195.
[vi] El ataque de Israel a Doha: «Apaciguar a Israel no te salva». https://geoestrategia.eu/noticia/45187/politica/el-ataque-de-israel-a-doha-apaciguar-a-israel-no-te-salva.-analisis.html.
[vii] Tucker Carlson: https://www.youtube.com/shorts/bANyo1XecgU
2 comentarios en «Sobre a qué y a quién sirve la OTAN | J. Mª Manrique»
la OTAN (como la UE y la mayoría de mandatarios europeos) está al servicio del globalismo masónico
la guerra del Golfo iniciada por EE.UU. tras el auto atentado de las torres gemelas y el edificio 7 (mediante explosión controlada con nanotermita, única forma de que un edificio colapse sobre su vertical), y justificar así la invasión de Irak, y con el apoyo de J.M. Aznar, a pesar de que Juan Pablo II les advirtió de no hacerlo