A muchos españoles nos duele Filipinas. La principal causa que nos produce ese sentimiento de dolor es, principalmente, el amplio desconocimiento de los españoles por nuestra pasada Historia en el Archipiélago filipino: Una Historia labrada durante, al menos, más de 300 años de nuestra presencia en las Islas Filipinas. Fue en el mes de marzo del año 1521, la feliz fecha cuando el navegante Hernando de Magallanes descubrió estas islas, que bautizó con el nombre de San Lázaro, hasta que a los norteamericanos se les antojó expulsarnos de esas queridas Filipinas, de una manera indecente, en el desastroso año de 1898.
Otra de las causas que nos produce desazón en el alma, es la casi desaparición de nuestro idioma español en las Islas Filipinas. Pero, en contra de lo que se ha escrito, y se ha afirmado con frecuencia, en Filipinas se habló el idioma español mucho más de lo que algunos han declarado, y continúan declarando, tal vez por desconocimiento de la Historia. Es cierto, que la inmersión en la lengua inglesa que impusieron, de una manera cruel, los norteamericanos, cuando colonizaron Filipinas, tuvo un gran éxito en pocos años, aunque fueron muchos intelectuales filipinos los que se resistieron a abandonar la lucha en defensa de nuestro idioma, por amor a la Madre Patria y por no querer abandonar su propia identidad.
Es muy curioso que, desde que España abandonó su presencia en las Islas Filipinas, muchos de los mejores, hoy ya considerados clásicos, escritores, historiadores y políticos, se dedicaron a escribir sus obras, en el idioma español, consiguiendo que el periodo comprendido entre el año 1910, hasta el año 1940, aproximadamente, esa amplio espacio de tiempo se le ha considerado como la “época de oro de las letras filipinas escritas en español por autores filipinos”. Insignes figuras de esas gloriosas letras doradas fueron, entre otros, Jesús Balmori, Rafael de Palma, Claro M. Recto, Manuel Bernabé, Epifanio de los Santos, Adelina Gurrea Monasterio, Fernando María Guerrero, Gracián López Jaena, Teodoro M. Kalaw, etc. etc.
El trabajo de estos patriotas filipinos, fue una reacción, una importante barrera, contra las oleadas del idioma inglés que, de una manera inexorable, se imponía en las escuelas del Archipiélago.
Es decir, los colonialistas norteamericanos no pudieron desterrar, de una manera definitiva, a pesar de sus esfuerzos, nuestro idioma en las Islas Filipinas. Es cierto que, en la actualidad, debemos reconocer que el idioma español no lo hablan más de 3% de la población filipina. Esta disminución de personas hablantes del idioma español en Filipinas, se incrementó, considerablemente, finalizada la II Guerra Mundial, cuando norteamericanos y japoneses, en sus duros enfrentamientos, pusieron mucho interés en borrar a cañonazos las huellas españolas, principalmente en Intramuros de Manila, y los barrios más populares de la ciudad. No en vano, fue Manila la ciudad más destruida, después de Varsovia, de la II Guerra Mundial.
Muchos de los filipinos supervivientes de esa guerra declararon que, después de la misma, “parecía que el idioma español había desaparecido de Filipinas”
No obstante, también es muy cierto que, nuestro idioma, vuelve a interesar hoy a los filipinos, y cada vez aumenta más el número de estudiantes filipinos que prefieren el estudio del idioma español, debido a que nuestro idioma es una herramienta muy útil para encontrar trabajo dentro y fuera de Filipinas, formando parte de ese acontecimiento internacional de aumentar la cifra de casi 600 millones de personas que hablan nuestro idioma en el mundo.
Aconteció que, en el año 1924, algunos de los intelectuales filipinos citados, se decidieron a fundar la Academia Filipina, siendo el día de Santiago Apóstol, 25 de julio de 1924, el elegido por los Académicos, para tan magno acontecimiento, aprovechando que se celebraba en Filipinas el Día Español. Fue ese día el elegido para fundar, oficialmente, esa Academia Filipina, correspondiente con la Real Academia Española. (RAE). Figura la Academia Filipina en el honroso puesto número diez de la relación de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), y la siguen a continuación trece academias más. Es decir, pronto se incorporó la Academia Filipina a esa Institución internacional de alma española, amparada por la Real Academia Española (RAE) [1]
La Academia Filipina, que se fundó con los mismos objetivos de la “Academia Madre”, Limpia, Fija y da Esplendor a nuestro idioma, permanece en Filipinas, y este año 2024, ha celebrado el Primer Centenario de su fundación.
Desafortunadamente, esta celebración ha pasado inadvertida para los españoles, como ha pasado inadvertida, desde siempre, la dilatada presencia española en las Islas Filipinas. Acertado me ha parecido el título del libro de la gran historiadora sevillana, María Lourdes Díaz Trechuelo, Filipinas, la gran desconocida…
La centenaria vida de la Academia Filipina no ha sido fácil; circunstancias adversas, como nuestra Guerra Civil del año 1936, y la II Guerra Mundial, han constituido paréntesis obligados de silencio en la normal actividad de la Academia. Sin embargo, aprovechando este primer centenario, resurge con fuerza y renovados ánimos la Academia Filipina de la Lengua Española, situada, como siempre, en Manila, en el popular barrio manilense de Ermita
Un acto muy importante se va a celebrar el próximo día, 24 de febrero de 2025, para honrar oficialmente ese I Centenario de la Academia, precisamente en el Casino Español de Manila, antigua institución española y filipina que, con su proverbial gentileza y hospitalidad, ha acogido siempre a la Academia Filipina, hijuela de la RAE. En el citado acto, se dará la bienvenida a seis nuevos Académicos numerarios, que se incorporan al trabajo de la Academia.
La AFLE ha enviado una invitación al acto del día 24 de febrero, como un aviso a todos los españoles, para que recuerden que España continúa presente en las Islas Filipinas, que su corazón continúa latiendo en esos procelosos mares filipinos, tratando de comunicarnos que nuestro país ha descuidado mucho su salud histórica en esas “Islas de Poniente”, pero confirmando que hay miles de “quijotes” filipinos que continúan con su lanza en ristre, luchando contra los “malandrines y follones” que intentan reducir su alma española.
Deseo, y espero, que la prensa española, dedique algunas de sus páginas a poner en conocimiento de los españoles la celebración de este gran acto filipino-español. Aunque solo sea para recordar que la Filipinas española todavía existe.
Madrid, días fríos de invierno, y suaves 26º en Manila, a 7 de febrero de 2025
Juan Hernández Hortigüela |
Académico Honorífico. Academia Filipina de la Lengua Española (AFLE)
[1] Las últimas Academias incorporadas a ASALE, han sido la Academia de Estados Unidos de América, en el año 1973, y la de Guinea Ecuatorial incorporada en el año 2013.
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