No hay información pública sobre qué medios han recibido estos fondos ni bajo qué criterios
Desde su llegada al poder en 2018, Pedro Sánchez ha desplegado una estrategia de control sobre los medios de comunicación que ha puesto en jaque la independencia periodística convirtiendo a los medios de comunicación en palmeros del Gobierno. Con un gasto acumulado de casi 450 millones de euros en publicidad institucional, Sánchez no solo ha alcanzado cifras récord, sino que ha instaurado un sistema opaco y sin transparencia en la distribución de estos fondos.
138,2 millones de subvenciones en 2024: Un récord que beneficia al poder, no a los ciudadanos
En 2024, según recoge la Gaceta, el presupuesto para publicidad institucional ha alcanzado los 138,2 millones de euros, distribuidos en 162 campañas, el mayor número registrado hasta la fecha. Sin embargo, el problema no reside solo en las cifras desorbitadas, sino en la ausencia total de rendición de cuentas sobre los destinatarios de estos fondos.
El gobierno no detalla qué medios de comunicación reciben las partidas ni bajo qué criterios se reparten. Tal como señalan fuentes del sector, “no hay información pública sobre qué medios han recibido estos fondos ni bajo qué criterios”, lo que plantea serias dudas sobre el uso de los recursos públicos. Las consultas realizadas al Portal de Transparencia, dependiente del Ministerio para la Transformación Digital y la Función Pública, han quedado sin respuesta.
Medios palmeros y un sistema diseñado para la sumisión
La estrategia es clara: convertir a los medios de comunicación en palmeros del Gobierno. A través de estas millonarias subvenciones, Sánchez logra que gran parte de los medios tradicionales actúen como voceros de su narrativa. Este control asfixia la independencia periodística, dejando como únicos bastiones libres a algunos medios digitales independientes que sobreviven fuera de esta red clientelar.
El Plan Anual de Publicidad Institucional, elaborado por el Ministerio de Presidencia, refleja que los ministerios con mayor inversión en publicidad son Agricultura (21,5 millones), Igualdad (17,5 millones) y Transformación Digital (13,6 millones), que concentran casi el 40% del presupuesto total. Según el plan, el 86,76% de la inversión se destina a la “promoción de derechos, hábitos saludables y el cuidado del entorno”, dejando claro que la justificación oficial siempre está cargada de vaguedades para evitar cuestionamientos.
Por otro lado, las campañas comerciales, que no están sujetas a legislación específica, también muestran cifras alarmantes. En 2024 se realizaron 57 campañas de este tipo, con una inversión que superó los 131,7 millones de euros, un 7,01% más que el año anterior. En este ámbito, las empresas estatales como Renfe, Aena y Turespaña ofrecen algo más de transparencia, pero el grueso del sistema sigue siendo opaco.
Subvenciones opacas: una estrategia premeditada
El hecho de que estas subvenciones carezcan de transparencia no es casualidad. Es una decisión premeditada para mantener el control total sobre los medios. Moncloa proporciona información general sobre los presupuestos asignados a cada ministerio, pero evita detallar a qué medios se destinan ni cuáles son los criterios de selección. Esta falta de claridad deja en evidencia que el objetivo no es comunicar, sino comprar voluntades.
Incluso los fondos destinados a empresas estatales, como los 17 millones de euros que recibió Renfe o los 14 millones asignados a Aena, se presentan con una opacidad parcial. Aunque se ofrecen cifras, no queda claro cómo estas inversiones benefician a los ciudadanos o garantizan la independencia de los medios.
El peligro de un panorama mediático amordazado
El resultado de este sistema es un panorama mediático cada vez más alineado con las directrices del Ejecutivo. Mientras los grandes medios reciben fondos millonarios, los pocos independientes que quedan luchan por sobrevivir sin caer en la red clientelar. La libertad de prensa está siendo erosionada por un gobierno que ha convertido las subvenciones públicas en una herramienta de propaganda, de chantaje y para ganar voluntades.
Mientras las subvenciones sigan siendo opacas y los criterios para su asignación un secreto bien guardado, la independencia periodística seguirá siendo una víctima más de las ambiciones de Sánchez.
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