San José, el gran santo nazareno | Alejandro Esponda Gaxiola

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En el aniversario del fallecimiento del escritor Alejandro Exponda volvemos a publicar el artículo que hizo para Adelante España el año pasado justo antes de morir.

«En la tradición católica, existen varios aspectos discutibles sobre la figura y la vida de San José, esposo de la Santísima Virgen María y padre putativo de Nuestro Señor.

Me refiero a algunos cuadros muy piadosos, y algunos muy artísticos, en los que muestran a San José como un viejito, o por lo menos como una persona de mucha edad. Quizá el hecho de que vivieron en perfecta castidad y celibato total, algunos pensaban que eso sólo podía ser posible si él fuera un hombre de edad avanzada.

Pero esa idea es perfectamente equivocada. José, al momento de casarse con María debió ser un joven de unos dieciocho años, unos tres más que María a quien conocía y quería desde hacía ya muchos años.

José formaba parte, al igual que María de ese selecto grupo israelita de gente muy fiel a la Escritura; que se conocen como “Resto Fiel”. Él había nacido en Belén y los evangelistas con mucho cuidado expresan toda la genealogía de José desde el Rey David, para demostrar que era de ese linaje davídico.

Como el rey Herodes el Grande que no era judío sino asmoneo, y un hipócrita que cumplía la ley judía en forma sólo externa, era enemigo acérrimo de ese grupo del Resto Fiel, por lo que muchos de ellos, que vivía en Jerusalén o en sus alrededores, para salvar su vida prefirieron emigrar e irse hacia Galilea, que seguía siendo una tierra habitada por judíos, pero bastante alejada de los intereses políticos de Herodes. La familia de José habría emigrado hacía unos diez años (desde que existía la saña de Herodes contra estos judíos piadosos). Aunque como poblador de Belén y gente de trabajo manual, era de una familia pobre, que tuvo que hacer ese movimiento migratorio con mucho esfuerzo.

Lo mismo sucedió con la familia de los ancianos San Joaquín y Santa Ana y su hija María. Según los evangelios no oficiales, Joaquín era una especie de sacristán, gente pobre pero muy piadosa, y que también era objeto de la persecución de Herodes.

Ambas familias escogieron irse a refugiar a un pueblito pequeño de Galilea, que ni siquiera aparecía en los mapas.

Como el pueblo era pequeño y ambas familias eran migrantes, es muy probable que existieran lazos comunes. Es decir, José y María ya se conocían por razones familiares y por ser de unas costumbres muy piadosas; desde mucho tiempo atrás, seguramente había una estrecha amistad.

El nazareato

Desde tiempos remotos en la historia de Israel, por ejemplo, en tiempos de Sansón, ya existía una costumbre de la gente piadosa, que en un afán de agradar a Dios, hacían un compromiso que podía ser temporal o permanente, de consagrarse como “nazarenos o nazareos” (lo cual es una coincidencia con nombre el pueblo al que llegaron a Galilea). Este compromiso consistía en varios votos que hacía el fiel judío voluntariamente, y que fueron muy diversos en el transcurso de los siglos. Algunos de ellos eran: el de no cortarse el cabello (esto era para aparecer diferente a los cananeos o fenicios o griegos, que se peinaban mucho el cabello y se lo recortaban bien); otro era el de no beber vino (para no caer en la tentación de emborracharse y con ello ofender a Dios); otro más era el de mantenerse célibes durante algún tiempo (a veces ese compromiso se hacía al comprometerse al matrimonio para llegar limpios a él). El voto del nazareo tenía un doble significado. En primer lugar, se pretendía la separación de las cosas mundanas del estilo mundano de los paganos, y en segundo lugar la plenitud de vida y santidad.

Como estas familias del Resto Fiel eran sumamente piadosos, no es raro que el joven José hubiera hecho ese compromiso o voto del nazareo, tomando entre otros compromisos, el de mantenerse célibe, pero no por una temporada, sino para toda su vida. Quizá también el de no cortarse el cabello y algunos aspectos de su alimentación. Es muy probable que ese voto lo hicieran en forma totalmente discreta, para no recibir críticas de los demás. En la antigüedad este juramento era propio de los varones, pero en la cercanía de la Plenitud de los Tiempos, ya sería practicado también por mujeres piadosas. Había varias alternativas en el voto que el nazareo escogía, pero siempre involucraba una renuncia y siempre era por amor de Dios.

Quizá en forma paralela y también discretamente, y motivada por el enorme amor a Dios que tenía María haya hecho un compromiso semejante de comprometerse en celibato en forma permanente. Cuando los padres de ambos jóvenes tomaron la decisión de casar a esos muchachos, seguramente cuando ellos estuvieron solos, confesaron el uno al otro ese compromiso que ya habían hecho, por lo cual, ese matrimonio iba a ser una defensa para el cumplimiento de sus sendos compromisos. Siendo así, se ve con claridad que no fue difícil para ellos vivir en perfecto celibato durante toda su vida.

Cuando José notó que María estaba embarazada, le vino una enorme inquietud en sus ideas: por eso mencionan los evangelios, que José tuvo un sueño en el que se le explicó con claridad que ese Niño que venía en camino era fruto del Espíritu Santo, por lo que José aceptó a María y se comprometió en amar, mantener y educar a ese niño.

Cuando llegó el momento del mandato de Augusto emperador de que todos se tuvieran que ir a registrarse en el censo en el lugar donde el jefe de cada familia hubiera nacido, María estaba embarazada y próxima a dar a luz. Así que tuvieron que hacer esa ardua travesía hasta Belén. Ya sabemos el episodio de que no encontraron ninguna posada, y que les prestaron un pesebre donde estaban encerrados algunos animales de corral, con cierta paja, donde tuvo que nacer el Niño Dios. Allí es que fueron a adorarle los pastorcitos de los alrededores.

También es equívoco el uso extendido de que en los Nacimientos que ponen en los templos o en los hogares, donde aparecen pastorcitos junto con los Reyes Magos adorando al Niño Jesús en el portal de Belén. Si leemos bien los evangelios, nos daremos cuenta de que la visita de los Reyes Magos fue un año o dos años después, porque dice claramente la Escritura que ellos llegaron a la casa de José y María. Seguramente, después de nacido el Niño, José empezó a trabajar en Belén, y ya para entonces, tendrían un domicilio en donde vivían.

Por cierto, los Reyes Magos le llevaron entre otras cosas, un cofrecito con una buena cantidad de riqueza (oro en monedas o en joyas).

Recordemos que el Evangelio dice que los Reyes fueron avisados en un sueño que regresara por otro camino y no volvieran con Herodes.

Al saber este malvado rey que los Reyes Magos no regresaron con él, mandó preguntar a los sabios, que cuándo es que habría de nacer ese tal Rey de Israel que habría de nacer en Belén. Ellos le dijeron que haría acaso uno o dos años. Entonces fue cuando, para no errarle, mandó a sus verdugos fieles que fueran al poblado de Belén y asesinaran a todos los niños menores de dos años.

Este cruel sacrificio de los Niños Inocentes muestra hasta dónde llegaba el temor que existía en el corazón de Herodes de verse suplantado en su reinado.

Afortunadamente, esa misma noche, José “el soñador”, tuvo un sueño que le ordenó que en esa misma noche debería de salir con María y el Niño y se fueran de prisa hacia Egipto.

El oro de los Reyes Magos

Si contemplamos bien la economía divina de los acontecimientos, entenderemos el por qué quiso Dios que los Magos les dejaran un sobrecito con tesoros, para usarlos en forma prudente para los momentos difíciles como estos, en lo cuales seguramente les fue de mucha utilidad cuando de improviso se tuvieron que ir como migrantes a Egipto. Pensemos que esa travesía no era nada fácil; y que de seguro se encontraron con algunos árabes de los que organizaban esas peregrinaciones; pero que eran bastante caras.

Al llegar a Egipto, como migrantes y desconociendo el idioma, tendrían que tener alguna cantidad de dinero para sobrevivir algún tiempo como para que pudiera llegar José a darse a conocer como carpintero. Así, con el tiempo, José llegó a poner su taller y pudo en Egipto mantener a su familia, y pudieron acomodarse en tierra extraña, sin dejar de cumplir con las costumbres hebraicas de la oración frecuente y las reglas a las que les obligaba el ser gente piadosa, amante y respetuosa de Yahvé.

Cuando murió Herodes (más o menos unos ocho años después) decidieron regresar a vivir a Nazaret. Tampoco es posible hacer ese traslado sin contar con ningún centavo en la bolsa; es claro que algo llevaba ya José, por lo que es probable que él como un buen artesano que era, habría podido tener algún fondo para el viaje.

José y María educadores del joven Jesús

Después del episodio de cuando el Niño se les pierde en el regreso de una peregrinación a Jerusalén, y que lo encuentran dándoles una muestra de su sabiduría a los sabios viejos del templo, menciona los evangelios que el Niño crecía en sabiduría y salud, obedeciendo a sus padres.

Todo esto nos indica que Jesús era un muchacho obediente, y que sus padres lo educaban muy bien. Es importante que entendamos que tanto José como María fueron unos excelentes maestros y unos buenos y eficientes padres de familia en cuanto como educadores de Jesús, ya sea como niño, como adolescente y como joven.

Es bastante probable que Jesús también hubiera hecho el mismo voto que su padre de mantenerse en celibato, y de no cortarse nunca el cabello. (En la Sábana Santa se observa que el cuerpo de Jesús tenía un cabello largo, de tal naturaleza que se ve que no había sido cortado, porque tiene las puntas que se nota que no habían sido cortadas). Si Jesús no hubiera sido un nazareo, como era costumbre en esas sociedades, lo hubieran querido casar a los dieciocho años, pero Jesús se mantuvo célibe hasta los treinta años.

José vivió muy virtuosamente, cumpliendo estrictamente con la ley y dando un excelente testimonio para su Hijo, para su Mujer y la parentela. Esas virtudes que seguramente poseyó José nos lo retratan como ese gran santo que fue.

José, y seguramente María también, eran de esas pocas personas que en aquel tiempo sabían leer. Y ellos leían frecuentemente la Escritura, y es probable que al menos algunos libros de ella, los guardaban en su casa.

Por eso es claro que en la educación que le proporcionaban al joven Jesús, estaba en primerísimo lugar el enseñarle a leer y que él leyera la escritura, y que memorizara varios párrafos de la Escritura.

Todo esto lo demostró el adolescente Jesús durante aquél episodio que comentan los evangelios del Niño Perdido y Hallado en el Templo.

Que José era un buen carpintero, lo podemos deducir de un pasaje del Evangelio, cuando Jesús, bastante lejano de Nazaret, es conocido como el hijo del carpintero de Nazaret. Si no hubiera realizado trabajos bien hechos, no hubiera tenido esa fama de ser “el carpintero de Nazaret”.

En aquellos tiempos, la gente común moría por causas muy diversas, por lo que José debió morir antes de que Jesús saliera a cumplir con su vocación de ir a predicar la Buena Nueva, a distintos pueblos, que para eso había nacido.

Recordemos que hemos vivido el Año Santo Jubilar que el Papa Francisco nos ha regalado con el tema de San José; en el cual hemos tenido la fortuna de ganar indulgencia plenaria si con este objetivo, y estando en gracia, le rezamos un padrenuestro con las intenciones de Papa».

Alejandro Esponda Gaxiola (QEPD) | Escritor

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