El falso moderado al servicio del secesionismo
Decir Salvador Illa es decir separatismo. No hay diferencias entre este dirigente socialista y los partidos que abiertamente buscan la ruptura de España. Es más, Illa es más peligroso que los propios secesionistas declarados, porque mientras ellos actúan a las claras, personajes como él ocultan su verdadero propósito tras un falso discurso de moderación. Su actuación reciente en la diada de Sant Jordi lo confirma: continúa reforzando las políticas lingüísticas impuestas por el separatismo, sometiendo a los catalanes a una ingeniería social de corte totalitario.
El catalán como instrumento político del separatismo
Durante su intervención institucional, Salvador Illa, actual presidente de la Generalidad catalana, afirmó sin tapujos que se compromete a reforzar las exigencias del uso del catalán «en todos los ámbitos sociales». Estas declaraciones no son casuales ni neutras: responden directamente a las presiones de los partidos independentistas, especialmente Carles Puigdemont, cuyo apoyo en el Congreso es fundamental para mantener a Pedro Sánchez en el poder.
El lenguaje utilizado por Illa deja poco espacio para dudas. Su mensaje está diseñado para satisfacer a sus socios separatistas, promoviendo un proyecto de país que margina el español, la lengua común de todos los españoles, y se alinea con una visión excluyente de la identidad catalana.
Discurso institucional al servicio del separatismo
En plena festividad de Sant Jordi, símbolo de la cultura catalana, Illa utilizó su intervención no para fomentar la concordia, sino para ahondar en la división. Aseguró textualmente que «estamos haciendo nuevos avances en el reconocimiento del catalán en las instituciones europeas y seguiremos fomentando su uso en todos los ámbitos sociales».
Esta afirmación no solo implica una continuidad con las políticas lingüísticas del separatismo, sino que también revela una agenda encaminada a internacionalizar un conflicto que debería haberse cerrado con el rechazo mayoritario al procés. El catalán, lengua respetable y culturalmente rica, es utilizado como arma política por quienes buscan construir una Cataluña fuera de España.
Discriminación institucional en sanidad y educación
La Generalidad ya ha comenzado a aplicar sus nuevas imposiciones: los exámenes de catalán son obligatorios para el personal sanitario, que necesita un título oficial para consolidar su plaza. Esta exigencia discrimina a profesionales altamente cualificados que no dominan el catalán, pero que cumplen con todos los requisitos sanitarios para ejercer.
Del mismo modo, los tribunales han fallado a favor de que al menos el 25% de la enseñanza sea en español, una decisión judicial que la Generalidad está boicoteando sistemáticamente. La consigna es clara: reducir al español a su mínima expresión, incluso incumpliendo la ley, con el silencio cómplice del Gobierno central.
La gran mentira del “Sant Jordi para todos”
Mientras se lanzan campañas con lemas como “un Sant Jordi para todos”, la realidad es muy distinta. Lo que propone Salvador Illa es una Cataluña al servicio de los separatistas, donde el español es perseguido y quienes defienden la unidad nacional son marginados.
Esta política lingüística no busca proteger el catalán, sino imponerlo como única lengua de convivencia. Y lo hace desde la trinchera socialista, esa que se presenta como “moderada” pero que en realidad avanza hacia la fragmentación nacional con pasos igual de firmes que los de ERC o Junts.
Un peligro mayor que el separatismo declarado
Lo que hace particularmente grave la figura de Salvador Illa es su doble discurso. Mientras se muestra como un gestor sensato y pragmático, actúa con la misma hoja de ruta que los separatistas. El resultado: más imposiciones, más división, más ruptura.
Desde nuestro diario reafirmamos que no hay matices entre el separatismo explícito y el separatismo disfrazado de socialismo moderado. Y por eso es imprescindible desenmascarar a quienes, como Illa, dicen una cosa y hacen otra.