Con su historia honramos la memoria de tantos sacerdotes a quienes, a pesar de tener más de 80 años, alcanzaron la palma del martirio.
A lo largo de estos años me he encontrado con mucha gente celosa de la memoria de sus mártires: familiares directos, sacerdotes sucesores en el ministerio de las parroquias o capellanías, comunidades religiosas… María Ángeles Gil es una de ellas. Como suele decirse “ha removido Roma con Santiago” para reconstruir la historia del sacerdote Román Saiz Álvarez, tío de su padre. En la mayoría de los casos tengo que ser yo mismo el que recabe datos y fotografías para consuelo de los familiares y así poder reconstruir su vida y martirio. En este caso, ha sido el empeño personal de María quien nos narra lo sucedido con este anciano sacerdote -tío de su padre, Ángel Gil Saiz-, que ya estaba retirado, y que sufrió el martirio en 1936.
Con su historia honramos la memoria de tantos sacerdotes quienes, a pesar de contar con más de ochenta años (en esa época no olvidemos que la media de edad en España no llegaba a los 60 años), alcanzaron la palma del martirio.
Empecemos por el final
La primera información nos ha venido del prestigioso sacerdote valenciano Ramón Fita que nos recuerda que nuestro protagonista sufrió el martirio junto a dos Hermanitas de los Ancianos Desamparados -que ya están beatificadas-. Se trata de las Beatas Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany.
8 de septiembre de 1936
El Rvdo. D. Román Saiz Álvarez, sacerdote de la diócesis de Cuenca, fue martirizado en Requena (Valencia) junto al seglar Alberto Peris Lacasa. El Martirologio de Cuenca, de Esteban Cirac Estopañán, en la página 426-427, se habla de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la Casa-Asilo de Requena. Allí se dice que el sacerdote don Román fue asesinado junto a un señor de Alcira llamado don Alberto. Los apellidos de ese tal Alberto son Peris Lacasa.
En la Causa General, Rama ciudad de Requena, consta que el señor Alberto Peris Lacasa (en el Estado nº 2), y el sacerdote Román Saiz Álvarez (en el Estado nº 1) murieron el día 8 de septiembre de 1936, en un lugar cerca de Requena, llamado “Portazgo”.
En la “Positio super martirio” de Josefa de San Juan de Dios Ruano García y María Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, hermanas profesas de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, martirizadas en 1936, publicada en Roma en 1999. Página 30, declaración de Sor Gregoria de los Santos Inocentes Pérez Mateo:
“…La santa Madre Superiora, Madre Josefa, que era verdaderamente una santa, ante la gravedad del caso, ordenó que las Hermanas que tenían la familia en la zona roja, se fueran con sus respectivas familias; así se fueron todas, menos las tres, la Madre Josefa, la Hermana Dolores, y una servidora, a Alcira, acompañadas de un primo de Sor María Garés, que era de ese pueblo… A los dos meses, más o menos, no puedo precisar las fechas, porque en la casa cada día se ponían peor las cosas, las Hermanas marcharon a Alcira, vinieron los milicianos, suprimieron el Asilo, lo unieron al Hospital; a nosotras tres nos hacían la vida imposible con malos tratos… La Madre Superiora Josefa escribió al primo de Sor María Garés, quien había llevado a las otras hermanas y vino a buscarnos. Esto sería el mes de septiembre, no recuerdo con exactitud la fecha. Al día siguiente que este señor llegara a Requena salimos las tres, camino de Alcira, pero al llegar a la estación de Requena vinieron los milicianos, nos detuvieron a los cuatro y nos llevaron por las calles como unos prisioneros al Comité. Allí nos detuvieron toda la mañana, sometidos a malos tratos, interrogatorios y nos registraron, a nosotras nos volvieron al Hospital Asilo y al primo de Sor María Garés, supimos que lo habían fusilado dejando dos niños pequeños, no supimos más detalles de él…”.
“Recuerdo bien la angustia nuestra y de la familia de Sor María Garés, que lo era también del Sr. Alberto, viendo que no llegaban y más al saber al día siguiente que los habían fusilado a todos. A nuestras Hermanas en las cercanías de Buñol y al Sr. Alberto, que lo habían tomado por sacerdote, pues iba de luto riguroso por su esposa y llevaba una medalla de la Virgen colgada al cuello, en las afueras de Requena con otro sacerdote del pueblo”. (Página 16, declaración de Sor Esperanza Colinas).
Sor Josefa de San Juan de Dios Ruano, tenía 84 años y era la superiora del Asilo de los Ancianos Desamparados de Requena.
Sor Dolores de Santa Eulalia Puig Bonany, tenía 78 años y era Hermanita de los Ancianos Desamparados, de dicha comunidad.
Don Román Saiz Álvarez tenía 81 años y estaba ya jubilado.
Datos biográficos
Había sido don Román párroco de El Salvador de Requena (Valencia). Cuando lleguen los días de la persecución religiosa ejerce de adscrito en dicha iglesia. Había nacido el 18 de noviembre de 1856 en La Hinojosa del Castillo (Cuenca). Siendo bautizado al día siguiente. Como ya quedó dicho murió asesinado el 8 de septiembre de 1936, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, en las proximidades de Requena, en el paraje Portazgo. Tenía 80 años de edad.
Sus padres se llamaban Lázaro Saiz y Marcelina Álvarez Sotos. Sus hermanos se llamaban Rufino y Encarnación. Él era el mayor. Tenía tres sobrinos: Lucia, Constantina y Saturnino.
Román antes de ser sacerdote, fue militar de infantería. Esta es la única fotografía que María Ángeles Gil, ha podido encontrar entre sus familiares. Es suficiente para poderle poner cara.
La familia de Román trabajaba en el campo: eran agricultores y ganaderos; tenían cabras, ovejas y caballos de labranza en La Hinojosa. De hondas raíces cristianas, siempre rezando y, por ejemplo, rezaban en familia el Rosario.
Cuando Román llegaba a La Hinojosa, lo que hacía con bastante frecuencia, e iba a ver a sus sobrinos -que eran su debilidad-, siempre rezaba y organizaba actos religiosos en la parroquia.
Fue ordenado sacerdote en 1878. Fue coadjutor de Casas de Fernando Alonso desde el 1 de septiembre de 1883 al 2 de Junio de 1890. Marchó a América y al regreso, en 1920, fijó su residencia en Requena, como adscrito a la parroquia de El Salvador (Adelo Cárcel Ramos, El clero de Cuenca 1850-1980, vol. II, página 831).
Los últimos momentos
Pese a ser advertido por sus familiares para que pasara al bando nacional, don Román les dijo que no, que se quedaba porque ya era muy mayor, y su destino era estar con los feligreses de su parroquia y no tenía ninguna intención de ir a ningún sitio, que allí era donde más lo necesitaban.
Su sobrino Saturnino turnaba a sus dos hijas -Crescencia y Gregoria- para que atendieran a don Román en las cosas de la casa y le hicieran la comida. Don Román, viendo cómo estaban las cosas, llevó a Gregoria a La Hinojosa y le dijo a su sobrino:
-Saturnino, te he traigo a tu hija Gregoria y ya no me voy a llevar a ninguna de las guachas (chicas) para que estén conmigo…
Pero su hermano le dijo:
-De eso nada, te llevas a Gregoria.
Y se la llevó.
En Requena se comentó que lo sacaron de su casa con la excusa de no matarlo delante de su sobrina.
Según se ha sabido lo asesinaron mandado por los del pueblo de La Hinojosa, pero que él vio quiénes eran y que le dijo:
-Desde tan largo habéis venido a matarme. Os perdono hijos míos porque no sabéis lo que vais hacer o lo que estáis haciendo…
Está enterrado en el cementerio Municipal de Requena.
(Jorge López Leutón. Diario La Razón)