Quedaron atrás las doce uvas tragadas con rapidez la Noche de San Silvestre mientras el reloj de la madrileña Puerta del Sol le anunciaba a todos los allí presentes que había nacido un nuevo año.

Un ambiente festivo en el cual charlatanes que se las dan de adivinos y que solamente sirven para quitarle el dinero a los incautos anuncian una serie de acontecimientos desastrosos que forzosamente habrán de ocurrir durante este flamante 2023. Profecías absurdas que carecen del mínimo fundamente científico por la sencilla razón de que nadie, excepto Dios, conoce el futuro.

No obstante, aunque un denso velo nos oculte el porvenir lo que sí podemos hacer es prepararnos para prevenir lo que el futuro nos depara, como sería el caso de quien ahorre para contar con una reserva en caso de un accidente, una enfermedad, la pérdida del empleo o la quiebra de su pequeña empresa.

Y aunque no podemos conocer el futuro, lo que ya sabemos que desde ahora habrá de ocurrir son una serie de eventos que tendrán lugar a lo largo de este 2023.

Desde luego que en este año se espera que el Papa nombre nuevos arzobispos tanto en Madrid como en Barcelona relevando a los cardenales Osoro y Omella.

Y lo mismo habrá de ocurrir en Santiago en donde, después de haber concluido el Bienio Santo Compostelano 21-22, lo más seguro es que monseñor Julián Barrio sea sustituido por un nuevo arzobispo.

En el terreno político, diremos que el domingo 28 de mayo habrán de celebrarse elecciones municipales en toda España, elecciones que serán un anticipo de lo que ocurrirá a finales de año.

Porque una cosa es segura: A pesar del gobierno Frankenstein que ha engendrado una coalición social-comunista, Pedro Sánchez se verá obligado a disolver el Congreso y convocar a elecciones a principios del Otoño.

Es aquí donde volvemos al principio para insistir en una idea clave: Aunque no podemos predecir el futuro, sí podemos influir en lo que habrá de ocurrir.

Como ciudadanos tenemos no solamente el derecho sino también el deber de acudir a votar tanto en las municipales del 28 de mayo como también en las generales que se convoquen cinco meses después.

Es aquí donde se encuentra la gravísima responsabilidad de los ciudadanos.

Todo aquel que no vote pudiendo hacerlo, con su abstención, estará permitiendo que otros decidan por él.

Y, según estudios de expertos en el tema, siempre que se da un elevado índice de abstención, acaban ganando los partidos separatistas y de izquierda.

Por lo tanto hay que dejarse de andar perdiendo el tiempo escuchando a charlatanes que sólo sirven para sacar dinero y tomar la firme decisión de participar en política.

Quienes prefieran irse de día de campo en ambos comicios que no se quejen si el poder acaba cayendo en manos de sujetos irresponsables que no tienen otra preocupación que la destrucción de España.

Así pues, dejemos a un lado la comodidad irresponsable y tengamos el gesto patriótico de hacer valer nuestra voluntad.

Ya lo sabemos: Si no votamos no nos quejemos.

Esa es la única manera de influir en el futuro que acaba de iniciarse.

Nemesio Rodríguez Lois | Abogado, historiador y periodista.