En los últimos meses, la atmósfera política española se ha cargado de incertidumbre y especulaciones sobre un posible adelanto electoral. Tanto los partidos políticos como los grandes fondos de inversión perciben a Pedro Sánchez como un líder en declive, un «cadáver político», según algunas voces, anticipando un cambio de gobierno antes de que finalice el año.
Los escándalos de corrupción que rodean a Sánchez y a su entorno más próximo ocupan las portadas de todos los periódicos. Y lo peor podría estar por llegar: según fuentes periodísticas, algunas investigaciones apuntan a una presunta financiación ilegal del PSOE e incluso al propio presidente del Gobierno.
Pero los problemas judiciales son solo una de las amenazas que acechan al líder socialista. Puigdemont ha redoblado su estrategia de chantaje, sosteniendo a un gobierno debilitado y sin rumbo mientras lo asfixia selectivamente. Las negociaciones sobre los Presupuestos Generales del Estado, el decreto ómnibus y la posible cuestión de confianza son ejemplos claros de cómo el secesionismo apoya y sabotea simultáneamente al Ejecutivo. Sánchez sabe que no podrá sostenerse en estas condiciones por mucho tiempo.
Ante este panorama, los partidos políticos han comenzado a activar su maquinaria electoral y a perfilar sus estrategias para unos comicios anticipados. Además de los partidos en sí, figuras como Iván Espinosa de los Monteros y Macarena Olona han intensificado su presencia mediática, una señal de que ciertos sectores se están alineando para un posible relevo gubernamental.
No solo en el ámbito político se respira un clima de fin de ciclo. Los grandes fondos de inversión también perciben el agotamiento de la coalición entre el PSOE y Sumar. Bancos de inversión y gestores financieros han detectado movimientos inusuales dentro del Ejecutivo. «Desde hace semanas vemos muchas prisas en el Gobierno», advierten desde un banco de inversión estadounidense con fuerte exposición en el Ibex 35. Estas maniobras sugieren que el Ejecutivo podría estar preparando un adelanto electoral para minimizar los daños.
Al mismo tiempo, han comenzado a aparecer dossieres comprometedores dirigidos a erosionar la imagen de líderes políticos. Santiago Abascal y Vox han sido los primeros objetivos, pero es probable que no sean los únicos. Estas filtraciones responden a una estrategia de desgaste para debilitar a figuras clave en el escenario político.
Paralelamente, en un movimiento que no ha pasado desapercibido, el Ministerio del Interior, dirigido por Fernando Grande-Marlaska, ha licitado un acuerdo marco hasta 2028 para el «suministro y distribución de sobres electorales y manuales de miembros de mesa y otros impresos electorales». Aunque oficialmente no hay elecciones a la vista, ni fechas establecidas en la licitación, este hecho sugiere que el Gobierno podría estar preparándose para un inminente proceso electoral.
El escenario actual refleja a un Gobierno que, ante la pérdida de apoyo y la creciente presión tanto interna como externa, podría contemplar un adelanto electoral como la única vía para intentar minimizar los estragos. La sensación de agotamiento y falta de viabilidad del Ejecutivo es compartida por amplios sectores políticos y económicos.
El fin de ciclo parece inminente. Partidos políticos y grandes fondos de inversión ya se están posicionando para un cambio de gobierno antes de que termine el año.
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