Palo y zanahoria: La estrategia de Trump para las relaciones internacionales

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Muchos creen erróneamente que las decisiones de Donald Trump son impulsadas por la visceralidad, el fanatismo o simples ocurrencias sin fundamento. Nada más lejos de la realidad. Sus movimientos en política internacional responden a una estrategia calculada, basada en la lógica empresarial y en la defensa de los intereses de Estados Unidos, lejos de las tácticas tradicionales de la diplomacia.

Para comprender sus decisiones, es fundamental conocer a Trump. No es un político de carrera que ha llegado a la presidencia, sino un empresario exitoso multimillonario que se ha hecho a sí mismo y que está en política. Su experiencia en el mundo de los negocios ha moldeado su enfoque en política, aplicando tácticas propias del ámbito empresarial: negociación dura, presión estratégica y búsqueda de resultados concretos.

Se fundamenta en la aplicación de medidas de presión y recompensas, lo que podría definirse como una política de «palo y zanahoria«. Este método ha demostrado ser efectivo en múltiples ocasiones, obligando a sus adversarios a ceder ante sus exigencias.

A diferencia de otros mandatarios que optan por negociaciones multilaterales con organismos supranacionales, Trump siempre ha apostado por la bilateralidad. Es su principio inquebrantable. Para Trump, el multilateralismo significa una desventaja para Estados Unidos, ya que diluye su poder de negociación y permite que otros países se beneficien a costa de los intereses estadounidenses. Con la bilateralidad la ventaja en las negociaciones cae del lado de EEUU. En estas negociaciones al único país al que teme – y al que considera su verdadero competidor- es a China.

Amigos o enemigos: No hay términos medios. La estrategia de Trump se basa en una premisa sencilla pero contundente: si un país es amigo de Estados Unidos, se beneficia de su alianza y se le aplicará el win-win; si, por el contrario, es enemigo, y se atreve a desafiarle, debe atenerse a las consecuencias.

En este sentido, Trump ha expuesto de manera directa los problemas con los distintos países, ha señalado a los culpables y ha impuesto sanciones como medida de presión. A modo de ejemplo, algunas recientes han sido:

Debido al escaso control que tienen Canadá y México sobre sus fronteras – sin entrar si es de forma deliberada o no-, permite el ingreso masivo de drogas, especialmente fentanilo, a territorio estadounidense. Esta sustancia ha sido responsable de la muerte de más de 100.000 estadounidenses por sobredosis en el último año.

Ante el escaso interés de México y Canadá de arreglar este grave problema, Trump anunció la imposición de tarifas del 25% a las importaciones procedentes de Canadá y México. Ante la amenaza de Trump, los gobiernos de Justin Trudeau en Canadá y Claudia Sheinbaum en México reaccionaron rápidamente. Ambos países anunciaron el despliegue inmediato de 10.000 soldados en sus respectivas fronteras con el objetivo de combatir el tráfico de fentanilo y evitar la aplicación de las sanciones estadounidenses.

– Por otra parte, la influencia china en el Canal de Panamá ha sido otra de las preocupaciones de Donald Trump. En un reciente discurso, el mandatario advirtió con tomar medidas drásticas si Panamá no reduce su cooperación con el régimen de China. El mensaje fue recibido con urgencia por el gobierno panameño, que tras una reunión con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, anunció que no renovará su acuerdo de entendimiento con China. Una vez más, la estrategia de presión de Trump surtió efecto.

Por último, y en su afán por expandir la influencia estadounidense, Donald Trump propuso en su momento la compra de Groenlandia -es una localización estratégica en el mapa y sus recursos naturales –petróleo, el gas- y tierras raras como el samario y el cobalto, etc. Aunque la primera ministra danesa rechazó la idea de vender la isla, reconoció que «sería un acierto» permitir que Estados Unidos ampliase su presencia militar en la región.  Este gesto demuestra que, aunque la compra de Groenlandia no está sobre la mesa…por ahora, la influencia de Trump y su capacidad para negociar siguen marcando la agenda internacional.

La estrategia de Donald Trump en política internacional se ha basado en la firmeza, la presión y la aplicación de medidas drásticas para lograr sus objetivos. A través del principio de «palo y zanahoria», el mandatario ha conseguido que varios países cedan ante sus exigencias y tomen medidas que favorecen los intereses de Estados Unidos.

Su método, aunque criticado por algunos, ha demostrado ser eficaz en la defensa de la soberanía y la seguridad nacional del país.

¿Y en España? Ni el PP ni el PSOE han comprendido esta dinámica de Trump y ambos se han posicionado en su contra. En el caso del PSOE, resulta lógico debido al radicalismo de extrema izquierda de Pedro Sánchez y su gobierno. Sin embargo, lo del PP solo se explica porque ha pasado a obedecer completamente los intereses globalistas del Estado profundo de EE.UU.. El problema es que tanto el PP como el PSOE no entienden que no están lidiando con un político convencional, y ese posicionamiento en su contra traerá consecuencias inevitables. En Washington toman nota.

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1 comentario en «Palo y zanahoria: La estrategia de Trump para las relaciones internacionales»

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