En una carta al Parlamento anticipó que la eutanasia para niños será posible «cuando se trata de la única alternativa razonable para un médico de poner fin a los sufrimientos desesperados e insoportables del niño». No especificó si las enfermedades mentales como depresión también estarán contempladas pero sí que corrió a asegurar que esta medida solo afectará a un «pequeño grupo» de cinco a diez niños al año, «para quienes las opciones de cuidados paliativos no son suficientes para calmar sus sufrimientos».

La eutanasia en Países Bajos para niños mayores de 12 años que pueden dar su consentimiento ya es legal en el país desde 2014, al igual que la eutanasia para los bebés de menos de un año con el consentimiento de los padres. Según dicha ley, los pequeños de doce años a más son capaces de comprender su situación y la gravedad de su decisión. Ahora ampliarán la regulación «para incluir a los niños de 1 a 12 años», «si el niño no puede pedirlo, el padre podrá hacerlo, consultando con el médico».

Este es sólo un ejemplo del plano inclinado o pendiente deslizante de la eutanasia, muy difícil de parar, que provoca que la vida no tenga ningún valor. España ha sido el último país en aprobar la eutanasia, por lo que podemos echar un vistazo a qué ocurre con nuestros colegas criminales del resto de países y adivinar cómo acabaremos.

(Con información de Hispanidad)