¿Pacto laboral o apaño? | Luis Losada

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Cuatro patronales se descuelgan del acuerdo alcanzado por la CEOE con Yolanda Díaz; ¿eran lentejas?

Lo que no puede ser no puede ser y además, es imposible, que diría ese gran intelectual llamado Alfonso Guerra. Sánchez se había comprometido con Podemos y Bildu en derogar la reforma laboral. Pero Díaz, la ‘fashionaria’ -en feliz calificativo de ‘Molona’- descubrió que ‘técnicamente’ la derogación no era posible. O dicho de otra manera: Bruselas no lo iba a permitir. Y si Bruselas no lo permitía, no aflojaba la cartera. Voilá.

Así que Díaz trata de buscar un apaño que pueda ‘vender’ a los suyos. Se camela a Garamendi y logra arrancarle un “sí quiero” con sus bases encendidas. “No es lo que hubiéramos hecho los empresarios ni lo que necesita España”, dijo Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, que se abstuvo del acuerdo. También se abstuvieron CEIM, Foment, Anfac (automóviles) y Asaja (agricultura). Por su parte, Murcia mostró su desacuerdo.

La respuesta de Garamendi ante el gallinero revuelto fue un golpe de autoridad: “si alguien no está de acuerdo, que vote en contra”. O dicho de otra manera: que se retrate ante el gobierno. La guerra está servida. Jamás la patronal había ofrecido tal nivel de división. Nunca un presidente había contado con mayor descrédito. ¿Se romperá la unidad patronal existente desde la Transición? Es más que probable.

Por su parte, los sindicatos se han apresurado a dar el visto bueno a lo aprobado. Y eso a pesar de que supuestamente no hay una derogación de la reforma laboral sino -supuestamente, de nuevo- una mera actualización del Estatuto de los Trabajadores.

Garamendi puede ‘vender’ a los suyos la recuperación de la ultraaactividad, es decir, la prórroga automática de los convenios en caso de no alcanzar un acuerdo. Un as en la manga de los empresarios en los procesos de negociación. También puede ‘vender’ que los convenios de empresa primen sobre los sectoriales, garantizando la negociación concreta y la flexibilidad empresarial.

En cambio, la temporalidad se limita a 6 meses, un tiempo que en momentos de gran incertidumbre como los actuales, se antoja escaso. Es muy probable que ante el riesgo de tener que consolidar el puesto en tan poco tiempo muchos empresarios esperan a que escampe la tormenta. Y eso sería una pésima noticia para la actividad y el empleo.

Pero Garamendi consideró que tenía que facilitar la foto de Díaz con la fumata blanca antes de las uvas. Ahora tendrá que explicar muy bien el motivo de esa foto. ¿Era esto o la imposición de algo mucho peor?, ¿les ofrecieron el ‘apaño’ como ‘lentejas’? Si sus explicaciones no son suficientemente convincentes, habrá estallado la guerra civil.

Luis Losada Pescador | Periodista

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