Mientras Bill Gates invierte en un plan para talar los bosques y enterrar los árboles para secuestrar carbono, un ecologista lo llama una «idea espectacularmente mala».
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Gates es bien conocido por sus métodos que acaparan los titulares para abordar sus propuestas climáticas que por cierto le otorgan innumerables beneficios económicos: desde comprar vastas extensiones de tierras agrícolas estadounidenses hasta respaldar experimentos comodines como la geoingeniería solar y, más recientemente, criticar la plantación de árboles como un medio viable para reducir CO2.
Durante la Cumbre Climate Forward del New York Times en septiembre, el multimillonario globalista no dudó en compartir sus pensamientos sobre el papel de plantar árboles para mitigar las preocupaciones climáticas, calificándolo de «una completa tontería».
Una propuesta, esta de Gates, sobre los supuestos beneficios de sacrificar árboles y enterrarlos que tiene gran cantidad de incoherencias. Es más propio de una persona con intereses subyacentes económicos que de un científico – que no lo es- ni ambientalista- que tampoco-. «Esta es una idea espectacularmente mala y contraproducente», dijo Chad Hanson, investigador ecologista y cofundador del Proyecto John Muir.
De hecho ,Chad Hanson dice que los árboles y bosques existentes son «con diferencia, nuestro mejor y más eficaz medio» para reducir cualquier «exceso de carbono en nuestra atmósfera». Además, el sacrificio selectivo representa un riesgo para los árboles viejos, que, según las investigaciones , capturan mucho más carbono atmosférico que sus homólogos más jóvenes.
No existe ningún análisis en profundidad sobre los beneficios afirmados o los efectos ambientales secundarios del raleo de árboles y el almacenamiento de escombros. Son simples especulaciones sin ninguna base técnica.
Por su parte, el argumento de dejar intactos los bosques maduros y la densa cubierta vegetal (estrictamente para el secuestro de CO2) cuenta con el apoyo de los principales investigadores científicos.
William Moomaw, director fundador del Centro para el Medio Ambiente Internacional y la Política de Recursos de la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts, se encuentra entre lo que él llama la escuela de pensamiento de «proforestación» sobre el almacenamiento de carbono atmosférico. Es un ávido partidario de la plantación de árboles y aboga por dejar en paz los bosques más viejos y de mediana edad, debido a su superior capacidad de almacenamiento de carbono.
(Con información de Spredemann)