África no está solamente en el punto de mira de EE. UU., China y Europa. Rusia, aunque más silenciosamente, se está apuntando a la competición por conseguir las oportunidades de negocio que ofrece el continente.
Ayer 27 de julio comenzó en San Petersburgo la segunda Cumbre Rusia-África. Altos delegados de 49 países africanos, que representan a la mayoría absoluta de los Estados del continente, llegaron a San Petersburgo para abrir una nueva página de dichos países africanos en las relaciones con Rusia.
Una cumbre que ha provocado un profundo descontento en EEUU. De hecho, y de acuerdo con el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, prácticamente todos los Estados africanos han sido objeto de presiones sin precedentes por parte de EEUU y los aliados para impedir su asistencia al evento.
Y es que con el inicio de la guerra, Rusia anunció el rumbo para cambiar el sistema mundial basado en el dominio de los americanos, lo cual fue percibido por los países occidentales como una grave amenaza para su bienestar fundamentalmente. Como resultado, por ejemplo, en abril de este año el Congreso estadounidense aprobó la ley «para contrarrestar la influencia y las actividades de Rusia», y el desembarque africano en San Petersburgo ha provocó una auténtica histeria en Occidente.
¿Cuáles son las razones de tanta preocupación? ¿Por qué teme tanto Occidente el regreso de Rusia a África?
La respuesta es sencilla y compleja al mismo tiempo.
Para empezar, de acuerdo con las estimaciones de los expertos, África cuenta con más del 30% de todos los recursos naturales del mundo: el 7% de las reservas mundiales de gas natural, el 8% de las reservas mundiales de petróleo, el 9,6% de las reservas mundiales de mineral de hierro, el 35% de las de cromo, más del 40% de las de bauxita, el 50% de las de cobalto y manganeso, el 90% de las de metales del grupo del platino, el 10% de las de cobre, el 50% de las de roca fosfórica, el 11,5% de las de litio, etc. Muchos yacimientos aún no han sido explorados ni explotados, y después de la cumbre el panorama puede cambiar radicalmente.
Además, África es un continente cuyo potencial actual se compara con el de China a finales del siglo XX. Un ejemplo sencillo: en 1990 el producto interno bruto (PIB) de China era de 770.000 millones de dólares, mientras que el PIB de Ucrania en aquella época era de 400.000 millones de dólares anuales. Hoy, el PIB de China es de 8,3 billones de dólares anuales.
El hecho es que África experimenta un crecimiento explosivo, tanto demográfico como económico. La población africana ronda ya los 1.500 millones de habitantes, y en 2050 será de 3.000 millones. La población africana es joven, sus ciudades se urbanizan rápidamente y este continente está a punto de experimentar un auge de la fabricación y el consumo que será alucinante.
Con una demanda disparada, hay poca competencia en el mercado africano y, en muchos países del continente, el umbral de entrada en cualquier mercado es mínimo. Todo esto significa un enorme potencial para quienes participen en el desarrollo de las industrias, la fabricación y los sectores sociales.
La cooperación a gran escala de Rusia con África es un caso único en el que Moscú está decidida a aprovechar al máximo esta oportunidad histórica.
La ventaja de Rusia
Con la entrada de Rusia en el continente africano, sus cifras de comercio e inversiones, todavía lejanas a las de sus competidores, han crecido exponencialmente en la última década.
Hay varias razones que explican las relaciones ruso-africanas. Por un lado, Moscú no quiere quedarse atrás en la carrera que la mayoría de las potencias económicas han iniciado por repartirse los contratos comerciales con África. Por otro, la necesidad real de Rusia de buscar nuevos socios económicos tras las sanciones impuestas desde los países occidentales.
Rusia dispone, además, de una ventaja decisiva en África que prácticamente nadie más tiene. Esta ventaja son los lazos históricos y la imagen positiva de Rusia en los países africanos, establecidos en la era soviética, y el papel activo del país en la descolonización del continente.
Los países africanos están dispuestos a cooperar en varios vectores: desde maquinaria agrícola, sistemas de comunicación, soluciones energéticas y tecnologías industriales hasta productos petrolíferos, aviones, tuberías, fertilizantes e incluso helados (que se han convertido en un auténtico éxito en África).
Todo esto sugiere que el crecimiento previsto del volumen de negocios comerciales de Rusia con África, de los 18.000-19.000 millones de dólares actuales a 200.000 millones anuales, no es en absoluto una exageración, sino solo el principio. El gran juego se ve desde lejos, y Rusia vuelve a África para quedarse.
(Con información de Sputnik / Alexéi Danichev)