El run-run es cada vez más insistente en el intento de nuevos confinamientos en EEUU para septiembre. Fracasarán. Porque el pueblo americano es cada vez más consciente del peligro Biden.
Si el régimen de Biden está planeando volver a encerrarnos en nuestras casas y someternos a nuevas campañas de vacunación contra el ARN mensajero, nadie le podrá garantizar una reacción sumisa del pueblo estadounidense. Por supuesto, habrá algunos que cumplirán sin pensarlo. Pero estoy muy seguro de que una gran mayoría, y me cuento entre ellos, no lo hará.
Hay señales muy claras de que la administración Biden se está preparando para otro confinamiento en los próximos meses. Los denunciantes de la Patrulla Fronteriza y la Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés) dicen que las restricciones de COVID volverán a estar vigentes a partir de septiembre de este año. Según se informa, las agencias han comenzado a abastecerse de equipos COVID-19, así como a contratar “consultores” para ayudar a hacer cumplir los “protocolos de seguridad” que sufrimos en la era de la pandemia.
A medida que aumenten los pagos del gobierno, el número de estos “expertos” crecerá exponencialmente, por supuesto. En esa misma proporción aumentará la censura de puntos de vista opuestos en los medios sociales convencionales y redes sociales.
Las universidades, bastiones del pensamiento izquierdista, ya han comenzado a validar esta orquestación. Morris Brown College ya ha ordenado el uso de mascarilla, sin siquiera un solo caso de COVID en el campus. La Universidad de Rutgers ha vuelto a implementar la vacunación obligatoria contra el COVID , ante el reporte de un puñado de casos.
De hecho, los casos de COVID en todo el país siguen siendo bajos, pero eso no ha impedido que el régimen comience a imponer otra vacuna COVID al pueblo estadounidense.
Como informa Fox News , “se espera que el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y la Oficina de Política de Preparación y Respuesta a Pandemias de la Casa Blanca lideren la implementación, que se espera que comience en serio durante la segunda quincena de septiembre”.
Y luego está el infame Tony Fauci (¿se quedará para siempre o se irá a su casa alguna vez?), opinando repetidamente que los confinamientos son una excelente manera de obligar a todos a vacunarse.
Para aterrorizar apropiadamente a la población, se necesita un nuevo virus que provoque tal miedo y cuyo riesgo pueda inflarse adecuadamente hasta proporciones mortales. COVID 19 ya no cumple con estos requisitos. Demasiadas personas la han padecido, se han recuperado y entienden que la inmunidad natural que han adquirido ofrece protección contra casi todas las variantes futuras.
Si bien todavía hay quienes una vez más perderán la cabeza ante un virus para el cual tenemos una tasa de supervivencia del 99,997%, la mayoría de nosotros ya comprendimos que el COVID no es una amenaza mayor que la de una gripe estacional.
A fin de cuentas, ya hemos visto esa película antes y sabemos cómo termina. Sabemos que las mascarillas (popularmente conocidas como pañales faciales) no funcionan y que el cierre de escuelas solo logró costarles a nuestros niños un año de educación y, en algunos casos, sus vidas. Sabemos que los confinamientos tuvieron el mismo efecto: negaron a algunas personas atención médica vital y sometieron a otras a ventiladores y medicamentos que sólo sirvieron para acelerar su muerte.
Los estadounidenses también han aprendido a evitar las vacunas de ARN mensajero por alguna triste experiencia cercana. Aquellos que han visto a amigos y familiares enfermar, o incluso morir repentinamente, después de recibir la vacuna se resistirán a que los pinchen de nuevo. Muchos literalmente tendrían que ser sometidos a punta de pistola.
La gente tampoco ha olvidado que el resultado del último pánico por el COVID y el confinamiento al que nos sometieron fue una economía destrozada, una clase media y trabajadora en quiebra y una concentración de poder cada vez mayor e impúdica en Washington, DC. Sin mencionar que permitió el tipo de fraude electoral que resultó en una elección robada.
Sin embargo, nada de esto será suficiente para disuadir al régimen de su rumbo actual.
Esto se debe a que el confinamiento planeado –al igual que las cada vez más absurdas acusaciones contra Trump– tiene un objetivo singular. No tiene nada que ver con la salud pública, ni con salvar vidas, ni con ninguna de las excusas habituales. Más bien, la primera y la última razón para todo esto es en mantener al régimen actual en el poder. Una repetición de 2020 permitiría a Biden volver a inundar el país con votos por correo, mantener a los observadores fuera de las salas de recuento y secuestrar otras elecciones.
Les concedo que, esta vez, serán aún más despiadados al imponer bloqueos, sin tener en cuenta el colapso económico total que pueda resultar. Los mecanismos de censura que han implementado se utilizarán para silenciar las voces que protestan contra estas medidas draconianas o dicen la verdad sobre lo que realmente está sucediendo. También utilizarán medidas aún más coercitivas en un intento de golpear a toda la población.
Y precisamente es por esa razón que fracasarán.
Demasiados estadounidenses ahora están conscientes del peligro que la familia criminal Biden y los actores corruptos del Estado profundo representan para la República Estadounidense.
Y los principales candidatos republicanos han indicado que se opondrán enérgicamente a los confinamientos, a las vacunas obligatorias y a otros métodos de estado policial. Lo harán porque ellos también saben lo que está en juego en las próximas elecciones.
MAGA hará el resto.
Steven W. Mosher / Presidente de Population Research Institute
y autor de “The Politically Incorrect Guide to Pandemics”) /Actuall.com