En las últimas décadas, hemos visto en España un avance imparable de la agenda izquierdista en temas sociales, educativos y culturales. La izquierda, con una hoja de ruta clara y una planificación estructurada, ha conseguido imponer sus ideas en la sociedad española, moviendo las fronteras de lo que se considera aceptable, moral y legítimo. Por el contrario, el discurso de la derecha cultural ha quedado en un plano secundario, marcado principalmente por el «anti» y la oposición, sin una narrativa propositiva ni una estrategia de largo plazo. Esta derrota no se ha dado sólo en el plano legislativo, sino en un terreno más profundo: el de la batalla cultural. Veamos siete claves que explican el por qué ha pasado esto.
La izquierda y su dominio de la Ventana de Overton. La Ventana de Overton es una herramienta que explica cómo una idea impensable – e incluso rechazada por la sociedad- puede transformarse en aceptable y, finalmente, en política pública. La izquierda española ha demostrado un dominio de esta técnica en temas como la eutanasia, el aborto, o la ideología de género. La narrativa se ha construido progresivamente: desde la sensibilización, presentando estos temas bajo el prisma de la «dignidad» y el «derecho a decidir», hasta la normalización mediática y legislativa. Así, se ha conseguido que estos temas, antes inaceptables y por tanto, rechazados, se perciban ahora como derechos y avances sociales. La ventana de Overton no es natural ni espontáneo. Es un proceso y una metodología perfectamente estructurada,
En contraste, la derecha cultural no ha sabido adoptar una estrategia similar. A menudo se ha limitado a la crítica y la oposición sin proponer alternativas claras. En lugar de emplear la Ventana de Overton para redirigir el debate hacia sus propias posturas, la derecha cultural ha permitido que sus ideas permanezcan estáticas, dejándolas cada vez más al margen del consenso social. La ausencia de una hoja de ruta para ganar esta batalla cultural ha significado un grave error para el discurso conservador en España.
Mientras la izquierda trabaja a largo plazo, la derecha cultural lo hace a corto plazo. Mientras que la izquierda ha trabajado con un plan estructurado y cohesivo, que abarca varias décadas y objetivos claros, la derecha cultural se ha limitado a responder a corto plazo, con acciones puntuales, reactivas y sin un proyecto integral. Esto ha permitido a la izquierda no solo ganar terreno, sino consolidar sus victorias en el ámbito social, educativo y legislativo.
La diferencia en estas estrategias es evidente: mientras la izquierda ha cosechado triunfos acumulativos que transforman la sociedad de manera profunda, la derecha cultural ha logrado éxitos parciales, aislados y temporales. La falta de un plan coordinado y a largo plazo ha condenado a la derecha cultural a luchar constantemente en desventaja.
Aliados estratégicos que han brillado por su ausencia: Empresarios, Iglesia y partidos políticos. Un factor decisivo en la derrota de la derecha cultural ha sido la falta de compromiso por parte de instituciones que podrían -y deberían- haber actuado como aliados estratégicos. En España, tanto los empresarios como los denominados partidos políticos conservadores han mostrado una actitud tibia, cuando no abiertamente cobarde, llegando en muchos casos a asumir las tesis de la izquierda. En lugar de movilizar recursos para defender unos principios y cultura basada en la familia. la vida. la justicia y la libertad, numerosos empresarios han optado por alinearse con posturas izquierdistas, temerosos de las repercusiones reputacionales que podrían derivarse de asociarse a valores tildados de «retrógrados».
Además, mientras que los empresarios vinculados a la izquierda promueven un proyecto ideológico-cultural con objetivos empresariales claramente definidos, los empresarios de derecha han reducido su enfoque a lo meramente económico, renunciando a integrar una visión ideológica en sus iniciativas.
En cuanto a los partidos políticos, han renunciado explícitamente a la batalla cultural, limitándose a priorizar la gestión administrativa. Esta estrategia, basada en la premisa de que una buena gestión bastaría para llegar y mantenerse en el poder, ha demostrado ser claramente insuficiente y errónea. El poder de las estructuras de los partidos es tal que es bastante normal ver a políticos con buenos principios pero totalmente anuladas sus iniciativas por su propio partido por lo que su influencia queda en lo anecdótico. Además, los partidos políticos conservadores han tratado, generalmente, a la sociedad civil como meros subordinados, exigiendo obediencia sin ofrecer un trabajo coordinado ni una defensa coherente de sus valores.
A esta falta de apoyo se suma el silencio de la jerarquía eclesiástica. En temas de gran calado moral, como la eutanasia o la imposición de la ideología de género en las escuelas, la voz de la Iglesia ha sido, a menudo, escasa y ambigua. La Iglesia, salvo muy honrosas excepciones de algunos obispos y sacerdotes, ha mantenido una postura ambigua y un discurso que, en ocasiones, ha resultado deliberadamente casi irrelevante.
La soledad de la derecha cultural. Frente a esta inacción, la izquierda ha demostrado una capacidad de movilización y unidad envidiables, contando con el apoyo activo de sindicatos y organizaciones afines que respaldan sus posturas en todos los frentes. Por el contrario, la derecha cultural se encuentra cada vez más aislada, sin apoyos sólidos ni estructuras que sirvan de contrapunto al poder ideológico progresista. Esta falta de respaldo ha dejado a la derecha cultural en una posición vulnerable y prácticamente indefensa.
La narrativa reactiva y la falta de propuestas constructivas. Uno de los grandes problemas de la derecha cultural en España ha sido su discurso excesivamente reactivo. En lugar de construir una narrativa que inspire y promueva una visión positiva de la sociedad, ha quedado atrapada en un discurso de oposición: anti-aborto, anti-eutanasia, anti-ideología de género. Este enfoque ha debilitado el atractivo de la derecha cultural ante la opinión pública, que percibe un mensaje centrado en «lo que no se quiere», sin ideas concretas sobre «lo que se quiere construir».
La izquierda, por el contrario, ha sido hábil al presentar su discurso desde una posición de progreso y defensa de derechos. Palabras como «igualdad», «libertad de elección», y «dignidad» han impregnado la narrativa izquierdista, consiguiendo atraer la empatía de una gran parte de la sociedad. El enfoque positivo y propositivo ha sido una de las armas más potentes de la izquierda, mientras que la derecha cultural ha quedado atrapada en el rol de oposición, sin capacidad para inspirar una visión compartida de futuro.
El sacrificio individual frente a la falta de organización. Aunque algunos líderes y activistas conservadores han realizado – y realizan- grandes sacrificios personales, su impacto ha sido limitado debido a la falta de un esfuerzo coordinado y estructurado. En la derecha cultural, la lucha ha recaído muchas veces en grandes esfuerzos individuales, sin el respaldo de una estructura y/o coordinación que articule y amplifique sus mensajes. Esto ha resultado en una fragmentación del movimiento conservador, donde los esfuerzos aislados no alcanzan a contrarrestar la maquinaria bien organizada de la izquierda. Han conseguido éxitos puntuales pero han perdido las batallas.
Por su parte, la izquierda ha sabido construir una red sólida de apoyo, en la que cada organización, colectivo y partido actúan de forma coordinada para lograr sus objetivos. Con una estructura bien organizada, han conseguido avances sustanciales en temas clave, desde las uniones homosexuales hasta la eutanasia, sin dejar espacio a fisuras internas que puedan debilitar su discurso.
La ventaja mediática de la izquierda y su éxito en la narrativa pública. La izquierda en España ha comprendido el poder de los medios de comunicación y ha aprovechado este recurso para impulsar su agenda. A través de una narrativa emocional y enmarcada en los derechos y la justicia social, ha logrado captar la atención de medios y plataformas digitales, quienes han sido receptivos y en ocasiones incluso aliados para difundir el mensaje izquierdista. La derecha cultural, sin embargo, ha mostrado dificultades para adaptarse a los cambios en el panorama mediático y no ha sabido captar la atención de los medios de forma eficaz.
Por otra parte, mientras los medios de comunicación de izquierda han tenido una componente ideológico, los de la derecha cultural, generalmente han renunciado a ello. Eso no resta para que en los últimos tiempos hayan emergido medios independientes que están dando una excelente batalla como oposición y crítica a un gobierno determinado.
Además, la izquierda ha utilizado su control sobre el discurso público para conectar emocionalmente con la audiencia. Han empleado conceptos de libertad, dignidad y autonomía personal para enmarcar temas polémicos de manera atractiva, dejando a la derecha cultural en una posición defensiva, incapaz de contrarrestar el impacto emocional de este discurso. Sin una narrativa que inspire y atraiga a la sociedad, el discurso conservador ha quedado relegado a un grupo minoritario, sin resonancia en la opinión pública.
El futuro de la derecha cultural: Necesidad de una estrategia coherente y una narrativa inspiradora
Aunque el panorama actual pueda parecer desolador, es precisamente este desafío el que nos obliga a tomar plena conciencia de la situación. Solo enfrentando la realidad con claridad podremos actuar con determinación y construir un futuro mejor.
La derecha cultural en España necesita abandonar su postura reactiva y construir una estrategia coherente y atractiva si quiere recuperar espacio en la batalla cultural. Esto implica dejar de lado el discurso centrado exclusivamente en el “anti” y elaborar una narrativa que ofrezca una visión positiva de futuro. La Ventana de Overton, una herramienta que la izquierda ha manejado con maestría, debe ser adoptada por el conservadurismo para redirigir el debate social hacia sus propios valores y principios.
Para lograrlo, la derecha cultural debe generar alianzas efectivas con sectores clave: empresarios que defiendan la libertad económica y educativa, partidos políticos que se comprometan con una visión de familia, vida, libertad educativa, justicia social y unidad de España, y una Iglesia que vuelva a ser voz moral en temas cruciales para la sociedad. Es crucial que la derecha cultural entienda que la estrategia es a largo plazo y el compromiso colectivo son necesarios para construir una narrativa que resuene en el público y recupere su lugar en la sociedad.
En resumen, el camino para la derecha pasa por abandonar el discurso centrado en el rechazo y construir un proyecto con una visión inspiradora y propositiva. Solo de esta forma podrá enfrentar con éxito la batalla cultural y avanzar en una España en la que sus valores vuelvan a ser escuchados y respetados.
La necesidad de un proyecto que inspire, movilice y proponga una visión clara de futuro es imperativa. Es hora de que la derecha cultural deje de reaccionar y comience a liderar con un mensaje que conecte con los ciudadanos, ofreciendo una alternativa positiva, propositiva y sostenible en el tiempo.
… continuará …
José María Romero | Analista político
Comparte en Redes Sociales |
Evita la censura de Internet suscribiéndose directamente a nuestro canal de Telegram, Newsletter |
Síguenos en Telegram: https://t.me/AdelanteEP |
Twitter (X) : https://twitter.com/adelante_esp |
Web: https://adelanteespana.com/ |
Facebook: https://www.facebook.com/AdelanteEspana/ |
1 comentario en «7 claves que explican por qué la derecha en España ha perdido la batalla cultural | José María Romero»